domingo, 18 de julio de 2010

Enrique Álvarez Abalde, en el recuerdo para siempre, compañero del alma, compañero

Enrique, tu vida, ejemplo de entrega a la causa comunista y proletaria. Que la tierra te sea leve, camarada. Nunca te olvidaremos.

Presas y presos políticos del SRI, PCE(r) y GRAPO

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Escribo estas líneas con la rabia y coraje necesarios que me dan el haberme enterado apenas hace unas horas del fallecimiento de Enrique Álvarez Abalde, militante comunista y expreso político del PCE(r), luchador incansable por hacer que a los presos y presas comunistas y antifascistas se les haga si quiera un poquito más llevadera su estancia en prisión.
Enrique, no tuve el placer de conocerte personalmente, pero sí que he podido conocer las muchas cosas que en una vida totalmente dedicada a la defensa y práctica de la solidaridad con los presos políticos has sido capaz de hacer.
Ahora, guiado por mi (puede que todavía inexperto) pero apasionado sentimiento que es la intuición de clase, me gustaría que me permitieras decirte lo siguiente: Tal vez hoy más que nunca quede de relieve lo necesarias que son las personas como tú, para las que prima el bienestar de las personas que para aquellos que mandan son los últimos en el escalafón.
Personas como tú, que ven con mucha claridad que aquellos que llevados por su magnánimo nivel de conciencia decidieron dar el más consecuente de los pasos
para defender a su clase y acabar de una vez por todas con este sistema
que nos explota y oprime incorporándose a la lucha, merecían, una vez cayeron prisioneros, el más sincero de los esfuerzos por parte del pueblo, consistente en hacer algo más llevadero su secuestro leGAL.
Esfuerzos que, por otra parte, el enemigo se afana en destruir o hacer imperceptibles, herrando totalmente en las dos pretensiones, ya que nunca se podrá acallar ni hacer desaparecer la solidaridad que tan merecida tienen las personas que lo dieron todo por nosotros.
Como digo no tuve el placer de conocerte, pero sin embargo sé muy bien donde estás ahora: estás en el lugar que corresponde a los justos, a los que luchan por la verdad, contra la injusticia, contra la prepotencia de carceleros, contra muros y
barreras, contra miles de kilómetros de dispersión, contra excusas que ni ellos se creen para no dejar ver a los presos políticos, contra alimentos tercermundistas, contra condiciones carcelarias infrahumanas, contra laberintos e imposiciones legales y cadenas perpetuas, y un sinfín de ataduras -además de las físicas- que el
enemigo intenta poner a los presos para que no reciban el calor del pueblo.
Yo, quiero tener el atrevimiento de aún sin saber el lugar concreto en el que te hayas, pero sí sabiendo que luchas contra todo esto que acabo de exponer allá donde estés, quiero tener el atrevimiento, digo, de no desearte descanso. Y no es que no te lo desee porque no te lo merezcas, si no que no te lo deseo porque
estoy convencido de que tú mismo no lo querrías.
Estoy convencido, no pararás de luchar hasta hacer de él un lugar más equitativo, un lugar sin opresores ni oprimidos, un lugar en el que no se vulneren los derechos civiles, políticos y humanos como ocurre aquí, etc. De ahí que no te desee descanso.
Porque sé que no lo quieres. Porque sé que tu conciencia de clase no te dejará tomarte ese merecidísimo receso hasta lograr, también junto con los que ya no están entre nosotros, los objetivos antes mencionados.
En fin Enrique. Te deseo toda la fuerza para que desde esa nueva trinchera en la que te encuentras sigas haciendo lo que más querías en vida:
cambiar esta sociedad, y conseguir el hombre nuevo.
Como tú mismo nos dirías, Amor y fuerza!
Enrique, semilla de libertad!


Un simpatizante de las causas justas


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Con dolor y rabia hemos acogido la noticia de la muerte del militante comunista y represaliado político Enrique Álvarez Abalde, tras largos años de enfermedad y hospitalización. Años en los que a pesar de la gravedad de su situación Enrique siguió mostrando cada día ese espíritu de resistencia que le ha caracterizado tanto en su militancia como en su paso por las prisiones del Estado español. Detenido y torturado, acusado por hechos que no había realizado, encarcelado y condenado sin prueba alguna, con una enfermedad incurable sobrevenida en prisión, Enrique ha afrontado todo siempre con coherencia, humildad y coraje; tal y como lo ha
demostrado también en su más reciente batalla contra el cierre del hospital en el que se encontraba.
Junto a tus compañeros/as, familiares y amigos/as, hoy Enrique te decimos HASTA SIEMPRE y en todos nosotros seguirá viviendo tu ejemplo y tu perenne sonrisa.
SOCORRO ROJO ITALIA

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