Cartas
desde prisión:
Juan
García Martín, militante del PCE(r)
“Puerto
III, módulo 8, 1-III-12
Queridos
amigos: ¿Cómo van esos cuerpos serranos? Por aquí no hay novedades
dignas de mención; sigo en el módulo con dos vascos (uno de ellos
con la “Parot” encima desde hace 6 o 7 años), con lo cual, ya
está casi todo dicho: tampoco para ellos hay “novedad” por más
concesiones que en la calle se están haciendo.
¿Conocéis
la fábula del escorpión?. Pues había una inundación y quedaron
aislados una tortuga y un escorpión. Éste le propuso a la tortuga
que le subiese al lomo para que pudiera salvarse. Naturalmente, la
tortuga le dijo que no, que le podía picar. El escorpión juró y
perjuró que no, que cómo iba a hacer eso, que se ahogaría también,
etc, etc. Tal insistencia prestó que la tortuga aceptó y dejó que
el escorpión se subiera a su lomo. Cuando iban en medio de la riada,
el escorpión picó a la tortuga. La tortuga, mientras moría, le
dijo: ¿Cómo has podido hacer esto, si moriremos los dos?. Y el
escorpión le respondió: Lo siento, es mi condición y no puedo
escapar de ella.
Hay
algunos que nunca han querido reconocer que el escorpión tiene su
“condición”; que no puede escapar a su esencia agresora,
depredadora, asesina. La famosa frase “No nos importa el Régimen
que tienen los españoles”, que se viene repitiendo desde 1936,
sintetiza su ignorancia -buscada en muchos casos- de la naturaleza de
ese escorpión que a todos nos “pica”. ¿Acaso vale una
“estrategia de seducción” para hacer variar su condición?
Acabada
mi vena de maestrillo de escuela, aprovecho para daros cuenta que he
recibido de vosotros “El Karma”, “Gallopinto”, “Diagonal”
y varios sobres de recortes de prensa e información.
Carmiña
os manda abrazos. De Laureano “Gorka” (Ortega) no sé nada
directamente y tiene que ser su madre desde Euskal Herria a través
de carta la que nos cuenta cosas de él.
La
que está bastante mal es mi madre; sus noventa y pico de años se
han hecho presentes y está en el hospital. Por lo menos, pudimos
vernos en diciembre en un vis. En fin, cosas previsibles.
Un
abrazo. Cuidaros.
Juan”
Memoria
Histórica:
Era
el verano del año 2004 y mi padre tenía 76 años. Hicimos una
excursión, de esas de hermanos, sobrinos, tol día fuera, comer en
el campo... a su pueblo natal. Decía que estábamos recorriendo los
mismos callejones en que él se cagaba de miedo de niño, sin ninguna
luz, con el monte a escasos cien metros, con montañas escarpadas,
una tras otra y siendo zagal de pastor...
Se
paró en un recoveco, y recuerdo la anécdota a fuego porque nunca
más se la volvimos a oír.
(Julio
de 1936) “Por aquí -indicando con el dedo un largo trayecto entre
callejuelas- dos falangistas arrastraban con un gancho de su tienda
cogido de la boca al carnicero del barrio, que luego decían en casa
que era del Partido Comunista, y como nos quedamos mirando el reguero
de sangre por toda la cuesta abajo, nos dijeron “¡chavales, iros
de aquí u os hacemos lo mismo que a este!”. Salimos corriendo a
cien por hora”.
Absortos,
mirábamos al suelo como intentando encontrar, aun, alguna motita de
sangre seca de aquel brutal asesinato, tanto a ojos de unos niños de
8 años como de cualquier persona psíquica y emocionalmente humana.
Luego seguimos descubriendo enormes bellezas que por ese día nos
hicieron olvidar ese encuentro de cinco minutos con la infancia
robada a unos chavales que con esa edad jamás pudieron olvidar
aquellos momentos en el resto de sus vidas, otra cosa es que no los
contasen.
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