viernes, 3 de agosto de 2012

Fin Huelga de Hambre de Aurora Caetano tras 9 días // Carta de Manolo Arango.


AURORA CAYETANO FINALIZA la HUELGA DE HAMBRE

TRAS CONSEGUIR SUS REIVINDICACIONES MÍNIMAS
Ayer 2 de agosto, Aurora abandonó la huelga de hambre que desarrollaba desde hace 9 días tras conseguir salir del aislamiento del castigo impuesto, en la cárcel de Villena – Alicante II.
 
Carta de Manuel Arango Riego, preso político del PCE(r)

PASAJES SOBRE LA DESCOMPOSICIÓN DEL CAPITALISMO


Bastantes cartas nos venimos intercambiando entre nosotros, los presos políticos comunistas, así como entre nosotros y los trabajadores que nos escriben, sobre la aceleración que viene experimentando la descomposición del sistema capitalista.


Sirva este texto, realizado a modo de síntesis, como exposición de los aspectos más destacados de esa correspondencia intercambiada.


Ciertamente, al capitalismo se le abren frentes sin cesar, no dan abasto a enfrentar los numerosos y graves problemas de todo tipo que le asedian. Ante tan negro panorama, los en otro tiempo exultantes apologistas del “capitalismo eterno” apenas aciertan a balbucear algunas promesas de salvación de su sistema.
También los hay más expeditivos al reclamar la necesidad urgente de “refundar el capitalismo sobre otras bases”, ya que vienen a reconocer que el sistema capitalista “presenta cierta decadencia”.
Incluso los considerados “expertos” en crisis, perdidos en la maraña de sus erróneas concepciones y agobiados por los continuos fracasos, han buscado nada menos que en Carlos Marx la explicación sobre las causas de sus desastres, como señalaban algunos medios de comunicación europeos; en las obras de nuestro Marx, aparte de quedar al descubierto los crímenes del capitalismo desde su génesis y mostrar la inevitabilidad de sus crisis y de su imposible solución, sólo encontrarán la sentencia de muerte histórica de su sistema.
Atrás queda como un gran fiasco histórico aquel pretendido “paseo militar” que se prometió el imperialismo después del derrumbe del famoso muro berlinés y del final del bloque socialista; todavía existen algunos ideólogos del capitalismo que no aciertan a explicarse cómo fue posible que después del derrumbe del campo socialista, la descomposición del capitalismo experimentara precisamente una gran aceleración. Así es que no hubo tal “paseo militar”, como tampoco salió adelante aquel “nuevo orden mundial” que, proclamado en los inicios de los años 90 por los principales centros de decisión del imperialismo, pronto se convirtió en desorden mundial, en un extenso entramado de enfrentamientos de todo tipo.
En el terreno económico, todos los intentos por frenar la crisis han resultado inútiles. En el abultado basurero de sus fracasos, se encuentran: las “políticas económicas neoliberales”, la llamada “nueva economía”, la estrategia de “economías sostenibles”, algunas que otras “revoluciones tecnológicas” que habrían de actuar de “motores del crecimiento”, las “revoluciones verdes”, los “estados del bienestar de varias intensidades”, etc. Todo un guirigay de callejones sin salida. La historia del capitalismo no conoce tan elevado número de estrategias o políticas económicas puestas en marcha y fracasadas en tan corto espacio de tiempo como el transcurrido desde los años 90.

También ha saltado en pedazos, como consecuencia de las crisis de diverso tipo, de las guerras y las rivalidades y enfrentamientos interimperialistas, aquel plan planetario dirigido a convertir el mundo en una controlada y pacífica “aldea global”, mediante la estrategia de la tan traída y llevada “globalización”; aquella pretendida etapa ultraimperialista que el capitalismo pensaba alcanzar como forma de prolongar su sistema de dominación. Los planificadores del capitalismo pretendían alterar las leyes del desarrollo histórico, ignorando que la fase monopolista-imperialista, como ya señalara Lenin hace más de un siglo, es la última fase de desarrollo del capitalismo y antesala inmediata del socialismo. De ahí que la supuesta “era de la globalización”, inviable desde su nacimiento, se convirtiera en una “era del pánico”.



Así es que nos encontramos inmersos en un muy saludable caos y descomposición capitalista mundial, concentrada en todo un conjunto de crisis (políticas, económicas, sociales, etc) que afectan a la línea de flotación del sistema capitalista. Es el marco histórico de “la crisis y el derrumbe del sistema capitalista”(*), como así lo caracterizó y analizó nuestro secretario general Manuel Pérez Martínez, y en que este sistema presenta una decadencia y decrepitud clamorosas.
Es en este marco histórico de crisis irresolubles y de contradicciones desatadas, donde se han venido desarrollando tres tendencias, sobre las cuales también se ha venido tratando en nuestra correspondencia.
Por una parte, se encuentra el desarrollo de las guerras imperialistas de conquista y de saqueo contra diversos pueblos, desencadenadas por las principales potencias desde la guerra del golfo en 1990 y dirigidas a un nuevo reparto del mundo. Estas guerras imperialistas vienen a ser también una toma de posiciones de las principales potencias enfrentadas entre sí por el control de materias primas, áreas de influencia, etc. Esta toma de posiciones bien puede desembocar en el enfrentamiento militar directo entre las grandes potencias; en ese caso, el imperialismo arrastraría a todo el planeta a una nueva guerra mundial, si antes no lo impide una extensa y poderosa contestación revolucionaria.
Por otra parte, se encuentra el acelerado desarrollo de la contrarevolución fascista y del militarismo. Esta contrarevolución fascista está dirigida a incrementar el saqueo y la explotación de los trabajadores y a convertir los estados en presidios, con el propósito de atajar toda resistencia y proceso revolucionario; al mismo tiempo, está dirigida a convertir el propio territorio en plataforma de agresión militar contra otros pueblos, lo que conlleva un proceso de militarización de los resortes fundamentales del Estado y de la sociedad. La realidad es que la escalada fascista y las agresiones militares imperialistas están interrelacionadas, forman parte de una misma estrategia.
Junto a las dos tendencias anteriores, se encuentra en desarrollo un nuevo proceso revolucionario, que se viene configurando a través de diversas formas de lucha en diversos países. Esta tendencia tuvo su base de lanzameinto después de la derrota histórica del revisionismo que conformaba la línea política oficial del conjunto del desaparecido bloque socialista. Al mismo tiempo, la resistencia obrera y popular está poniendo en graves dificultades al capitalismo: presentándole batalla tanto en las retaguardias de las principales metrópolis y en los países esclavizados por el subdesarrollo impuesto, como en los países avasallados por las intervenciones militares imperialistas. Otro rasgo importante de los tiempos que corren, es la realidad de que el “todopoderoso” imperialismo ha cosechado sonoros fracasos militares en determinados escenarios bélicos, lo que ha dejado al descubierto su vulnerabilidad.
Junto a todo lo expuesto hay que tener presente que el fascismo y las guerras imperialistas, que se inscriben dentro del agotamiento histórico del sistema capitalista, no sólo son incapaces de perpetuar este sistema, sino que, además, con sus monstruosidades de todo tipo desencadenan la resistencia cada vez más masiva y decidida y despiertan las conciencias de pueblos enteros a la necesidad imperiosa de acabar con el capitalismo. Y en el caso de la guerra imperialista, está demostrado que o bien la lucha revolucionaria impide esta guerra, o es la guerra imperialista la que desencadena la revolución. Por aquí avanza el camino hacia el futuro.  

Sin embargo, los comunistas sabemos que para que los procesos revolucionarios se desarrollen hacen falta las vanguardias comunistas. Si esta es una verdad irrefutable, también lo es que sin Partido Comunista no hay revolución socialista: esta es la condición histórica imprescindible para derrotar al capitalismo e instaurar el nuevo sistema social socialista.

No cabe duda que bajo este marco histórico de acelerada descomposición del capitalismo y de creciente resistencia obrera y popular, han de surgir nuevas vanguardias comunistas. Mientras tanto, los verdaderos partidos comunistas que ya existen, forjados en la lucha más decidida, ya hace tiempo que disponen de las condiciones históricas objetivas necesarias para fortalecerse continuamente.
Avanzamos hacia la lucha de clases más extensa y encarnizada, hacia la guerra total. Lo que se confronta es el final definitivo de un sistema social, el capitalista, y el nacimiento de un nuevo sistema social, el socialista, que sólo puede implantarse sobre las cenizas del anterior.
Y, en todo caso, transcurra el tiempo que transcurra, los comunistas también sabemos que la historia lo mismo que no se la puede hacer marchar hacia atrás (hacia otras etapas ya superadas), tampoco se la puede detener, y, por tanto, el triunfo revolucionario y la implantación de un nuevo sistema social están asegurados.


Abril – 2012, Aranjuez.
(*) Obra del mismo título publicada en la colección “Templando el acero” y que se encuentra también en http: librosm-l.blogspot.com   ----

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