martes, 13 de noviembre de 2012

Aislamiento penitenciario, por MUMIA ABU JAMAL.

Mumia Abu Jamal sobre el aislamiento penitenciario

¡Mis Hermanos y Hermanas! ¡Camaradas! Muchísimas gracias a todas y todos por estar aquí en este evento

Tal vez ustedes creen que saben algo del aislamiento prolongado en una celda, o en otras palabras, el confinamiento en solitario, pero no lo conocen. Tal vez alguien aquí tiene un ser querido que lo ha vivido y le ha contado de esto. Pero aún así, les digo que ustedes no lo conocen. Han escuchado la palabra “solitario”, pero entre la palabra y la realidad, hay un mundo de diferencias. Ustedes no conocen ese mundo.

Tal vez sería más fácil entenderlo como la vida en otro planeta. Uno donde el aire es diferente, donde el agua es diferente, donde la vida silvestre y la flora y fauna tienen otro sentido.
De la misma manera que han escuchado la palabra “tortura”, no saben cómo se siente.
El confinamiento en solitario es tortura. Tortura ordenada por el Estado. Tortura oficial. Tortura autorizada por el gobierno.

Algunos dirían que todo esto es una hipérbole, o una exageración. Pero yo he vivido en aislamiento durante más tiempo de lo que muchas personas de este país –tal vez la mayoría–, han vivido en este mundo.

He visto a hombres empujados a la locura por una soledad que desgarra el alma. Hombres que han cortado sus brazos hasta que parecen vías del ferrocarril. Hombres que se han quemado vivos.
Esto no es algo que yo he leído en libros de psicología o en los periódicos. Lo he visto con mis propios ojos, los que uso para escribir estas palabras. He olido la sangre. He olido el hedor nauseabundo del humo.
¿Por qué? Porque los seres humanos somos criaturas sociales, y el confinamiento en solitario mata el espíritu humano dentro de nosotros.

¿Por qué se han lastimado tanto esos presos? No podemos saberlo a ciencia cierta, pero me aventuro a decir que es porque ellos simplemente querían ser libres. Querían sentir algo, como si estuvieran realmente vivos.

He visto a los guardias golpear salvajemente a hombres esposados, darles choques eléctricos con armas paralizantes (tasers) o escudos eléctricos y echarles gas pimienta, el cual es una fórmula de líquido de ají picante que inflama los ojos, la cavidad nasal y la boca.

A la vez que Estados Unidos inicia su segundo siglo de encarcelamiento masivo, rompiendo cada record represivo jamás establecido, también rompe todos los records con respecto al confinamiento en solitario, al encarcelar, aislar y torturar cada vez más gente durante cada vez más años.

Como he señalado en otros escritos (en mi libro En Vivo desde el Corredor de la Muerte, 1995, por ejemplo), la Suprema Corte de Estados Unidos, en el caso Medley en 1890, sostuvo que el confinamiento en solitario para un hombre en el corredor de la muerte del estado de Colorado fue inconstitucional. En cierto sentido, un siglo después, las cortes han dado marcha atrás a saltos con respecto a la ley. Hoy en día, una idea como aquella sería risible, si no impensable.

Según algunas estimaciones, hay más de 100,000 personas confinadas en solitario en todo el país. Yo creo que éste es un cálculo conservador, pero sea cual sea el número de personas, la realidad es cruda: bajo el derecho internacional, el confinamiento en solitario es tortura. Punto. Y si sólo un hombre, mujer, niña o niño se mantiene en estas condiciones, sigue siendo tortura. Es un crimen bajo el derecho internacional, es decir, la Ley de Naciones.
La política que rige este castigo tiene un sólo propósito: destruir a los seres humanos a través de destruir su mente.

¿Es un castigo cruel e inusual que viola la Enmienda #8 de la Constitución de Estados Unidos? Aparentemente, así fue en 1890, pero ahora, no. Y esto probablemente tiene que ver con quienes estaban en prisión en aquel entonces –y quienes están en prisión ahora.

Tal vez les sorprenda saber que al final del siglo XIX, los negros constituyeran una clara minoría de los presos en Estados Unidos. Aunque es cierto que sus números crecieron cuando la esclavitud terminó (para construir la industria que dependía de la contratación del trabajo de los presos –en realidad la esclavitud con otro nombre-), el salto más grande en el encarcelamiento de los negros se dio como consecuencia de los movimientos de Derechos Civiles y de la Liberación Negra, cuando los negros en masa se opusieron al sistema de supremacía blanca, la brutalidad policiaca y los jurados racistas.

Pero ¡el imperio contraatacó!
Por cierto, nunca en la historia del mundo moderno ha existido una maquinaria de represión tan vasta. Y Estados Unidos es el líder mundial indiscutible en el encarcelamiento de sus propios ciudadanos.  
Ni China, ni Rusia ni cualquier otra nación se aproxima el número de presos. Como la profesora de Derecho Michelle Alexander ha explicado acertadamente, Estados Unidos ha reconstituido el viejo sistema de dominación racial, y ahora tenemos “El nuevo Jim Crow.”

Mientras la población carcelaria se dispara, las leyes se vuelven cada vez más serviciales a esta represión y menos tolerantes a la idea de la igualdad de derechos; ni siquiera apoyan la igualdad de acceso a las cortes.

Estos factores siguen siendo problemáticos sin importar que el gobierno sea del partido Republicano o Demócrata. Al parecer, la represión es bipartidista.

Pero el panorama no es totalmente desolador. La gente tiene el poder de transformar sus duras realidades. Lo único que tienen que hacer es luchar para hacerlo. Organizarse. Cuando todas y todos se juntan para dar batalla juntos, el cambio ocurre.

Si ustedes quieren acabar con el confinamiento en solitario, pueden hacerlo. Tienen que organizarse y luchar por eso. Si para ustedes el complejo industrial carcelario es intolerable, entonces organícense y peleen para tumbarlo.

No hablo de acciones ingenuas, tampoco de una recompensa en el más allá.
Hablo de algo tan terrenal y tan arenoso como la espinaca. Tan real como la tierra. Tan real como el acero. Tan real como la sangre. Tan real como la vida.

Cuando cualquier avance social ha sucedido, es porque la gente peleó por él. Muchas veces en contra de sus propios gobiernos, porque los gobiernos siempre se adhieren al status quo.

Durante la Guerra Civil en Estados Unidos, uno de los críticos más duros de Lincoln fue Frederick Douglass, el fogoso ex esclavo y abolicionista de la esclavitud. Cuando Lincoln murió un poco después de la guerra, Douglass lamentó su muerte y aplaudió sus logros. Fue Douglass quien dijo: “El poder no concede nada sin una demanda. Nunca lo ha hecho y jamás lo hará”. Esa lección de nuestro antepasado sigue siendo la verdad.

¡Hay que exigir lo que queremos y pelear hasta conseguirlo! Punto. Si queremos acabar con el castigo del confinamiento en solitario, podemos lograrlo.

Si queremos la libertad de personas como Delbert Africa, Mike Africa, Russell ‘Maroon’ Shoatz, Janet Africa, Phil Africa, Janine Africa, Chuck Africa, Leonard Peltier, Jalil Muntaqim, Ed Africa, o Mutulu Shakur, podemos ganarlo.

En serio. Pero tenemos que pelear por ello. Los movimientos producen el cambio. ¡Construyamos un movimiento que sacuda la tierra!
No confíen en el voto, porque la política es sólo el arte cruel de la traición.
Confíen en trabajar juntos y luchar juntos por el cambio, porque el poder no concede nada sin una demanda. ¡Construyamos el movimiento! Salgamos de aquí y hagamos el cambio que queremos, porque somos la esperanza de más gente de la que imaginamos. Y la gente hace el cambio!

¡A movernos! ¡Qué viva John África!
¡El poder no concede nada sin una demanda!
¡Acabemos con el confinamiento en solitario!
¡Cerremos Áttica !
¡Abajo con el complejo carcelario industrial!

*Evento celebrado en la iglesia Riverside, NYC, para poner fin al encarcelamiento masivo, acabar con el confinamiento en solitario y cerrar la prisión de Áttica

Escrita el 5 de septiembre de 2012
Audio grabado por Noelle Hanrahan: www.prisonradio.org
Texto circulado por Fatirah Litestar01@aol.com
Traducción Amig@s de Mumia, México

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