Laureano Ortega Ortega:
“...Está “bastante bien” dice él, aunque jamás le hemos oído quejarse. Sigue cuidándose mucho después del infarto, pero en esas condiciones... Está totalmente aislado de sus compañeros, y por ejemplo, aún no ha coincidido ni visto para nada a Marcos (Martín Ponce). Llevamos un tiempo sin ir a verle, pero la economía no da más de sí (2200 km i/v). Os manda saludos...”
Cartas de lectorxs:
Estoy enviándolo también a otros portales anticapitalistas y revolucionarios, y sería para mí un honor que lo hiciéseis figurar en vuestra web, de la que soy lector habitual.
El artículo es una respuesta crítica a un grupo trotskista vasco, cuyo ridículo artículo inicial remarco en mi escrito.
Muchas gracias de antemano.
Salud.
Trotskismo e idiotismo
La propaganda burguesa, esta vez bajo el sello del trotskismo, ha vuelto a lucirse en Internet
http://gazteboltxebikeak.blogspot.com.es/2012/11/1-situacion-economica-de-rusia-1917.html
Concretamente a través de la página web de una especie de colectivo autodenominado marxista y conocido como Gazte Boltxebikeak. Lleva la autoría de un tal Mikel Liñares. Investigando un poco por la red nos damos cuenta de que este es el tipo de documentos a los que nos tiene acostumbrados.
Desconocemos como unos adoradores de Trotsky y el trotskismo pueden bautizarse con orgullo bajo el nombre de bolcheviques si es bien conocido que Trosky fue menchevique hasta poco antes de la Revolución Rusa. De hecho, se unió a dicho partido en el último momento, mediante la integración de un grupúsculo político socialdemócrata al que pertenecía en 1917.
De entrada, la website resulta siniestra, tan pronto nos hablan del marxismo como observamos enlaces de IU y lamidas de culo a Alberto Garzón. Eso por lo pronto nos va preparando de cara a descubrir la verdadera integridad marxista de esta gente.
En ese cubo de papeles, encontramos un artículo titulado "CCCP, el principio de fin". Parece que esta gente sabe demasiado de lo que habla, incluso se ven capaces de sentenciar cual fue precisamente el principio del fin en la antigua URSS. A nosotros, que tenemos la mala costumbre de emplear la dialéctica para todas estas cosas, se con hace extraño semejante título, pues tendemos a pensar que el proceso degenerativo soviético no pudo ser tan marcado, concreto y simple, sino que fue producido por un cúmulo de contradicciones progresivo y extendido en el tiempo, que terminó lógicamente explotando. Sin embargo la exactitud y rotundidad con la que estos pseudomarxistas aparentan especular con el principio del fin nos sorprende en gran medida.
El artículo comienza señalando la necesidad de elaborar un estudio sobre lo acontecido en el campo del socialismo real durante todo el siglo pasado. Cuando nos hablan de socialismo real tenemos que dar por hecho que también hay un socialismo irreal, claro. Tampoco encaja que unos trotskistas llamen socialismo real al desarrollado en el seno de la URSS, pues todo el mundo sabe que para ellos esta fue una degeneración burocrático-estilinista desde prácticamente el comienzo de su andadura. O eso, o ya no saben ni lo que piensan.
Por supuesto, nosotros no tenemos ningún inconveniente en analizar el pasado a fin de clarificar nuestra futura línea. No obstante, si ese análisis pasa por acometer una serie de falsificaciones bestial, no hablamos tanto de análisis como de manipulación. Y la manipulación siempre pretende arrimar el ascua a una hoguera determinada. Creemos que la hoguera hacia la que nos acerca este colectivo se encuentra preñada del fuego enemigo, y nuestro deber es desmentir una serie de absurdos que han sido repetidos hasta la saciedad por este tipo de gente, reproduciendo el discurso oficial de la burguesía monopolista, y han llegado incluso a ser interiorizados en el vientre del propio movimiento obrero, afectando a una serie de sectores determinados.
Tras colocarnos en el contexto económico de los primeros tiempos en la URSS y deleitarnos un rato más sobre las bondades que hubiera supuesto una idílica rotación de cargos funcionariales en plena Guerra Civil soviética con un Estado socialista completamente militarizado, decimos idílica porque en ningún momento explican nada sobre los mecanismo rotatorios de los que no paran de hablar, la narrativa comienza a alcanzar las cotas más altas de lo absurdo.
Nos hablan de la necesidad de la expansión internacional de la revolución, y de lo vital que hubiese sido para la URSS el levantamiento de los trabajadores alemanes. Para ello ponen fuera de contexto un par de frases de Lenin, resaltando esta importancia. Finalmente, achacan al aislamiento internacional de la revolución en la URSS la culpa del fortalecimiento de las clases burocráticas funcionario-malignas.
Aun así, no comprendemos a donde es donde pretenden llegar con esta parte del escrito, exactamente. Si la culpa de que la malvada burocracia mandase al carajo la revolución soviética, quizás, parece insinuar esta caterva trotskista, hubiese sido mejor deponer las armas a la reacción tras la no-sublevación de los obreros alemanes. Si eso es lo que quieren decir, que desde luego lo parece, no estamos hablando de trotskismo, sino directamente del liquidacionismo más mortal. Pero esto que nos cuentan no es nada nuevo. Los trotskistas siempre han deformado la cuestión de la revolución internacional a su antojo.
Stalin creía firmemente que a aunque por desgracia el resto de las revoluciones que se esperaban en Europa habían sido sofocadas, la URSS debía de aprovechar su potencial para subsistir como patria socialista. Si hay algo más internacionalista que luchar por ser el ejemplo de todo el proletariado mundial, que nos lo digan, por favor.
Ellos dejan caer constantemente la idea de que Stalin pretendía edificar el socialismo de forma aislada en la URSS, prescindiendo de la revolución mundial y la ayuda del proletariado internacional. Una vez elaborada esta mentira, la contraponen a la concepción leninista e intentan arrebatar a Stalin su condición netamente revolucionaria. Esto no deja de ser cómico, puesto que Stalin demostró en su momento, mediante la praxis militante, y no a través de montones de papeles como hacen estos sujetos, su calidad como revolucionario. Coordinando el aparato clandestino de propaganda del Partido Bolchevique desde sus comienzos y preso 7 veces en Siberia. Stalin estaba sometido a trabajos forzados bajo el frío siberiano mientras Trosky escribía artículos en su cómoda vivienda de Nueva York, bien lejos de todo el jaleo.
Todos los cuadros del Partido sabían de su integridad como revolucionario. De hecho, antes de morir, Lenin le adjudicó tres puestos que tuvo que ejercer simultáneamente, entre ellos la de la jefatura de la Inspección Obrero-Campesina, precisamente una de las instituciones estrella en la lucha contra la burocracia. Así pues, es de suponer que Lenin no veía ese burocratismo en Stalin que los posteriores a él le han venido achacando constantemente.
Una vez terminan con esta cuestión, todo se acaba reduciendo a la cuestión de la burocracia. Primero hacen figurar dos o tres frases de Lenin en las que alerta del peligro de la burocracia. Esto resulta en principio paradójico, pues demuestra que la burocracia existía y existió tanto antes como después de Stalin, frente al discurso de muchos trotskistas que señalan a Stalin como detonante principal de la lacra burocrática.
Después, para demostrarnos la degeneración burocrática dentro del Partido, nos dan las cifra de militantes. Curiosamente, ligan un número más alto de militantes a una mayor burocracia, y ni siquiera nos explican las razones. Entre 1924 y 1929, nos dicen, las puertas del Partido se abren de par en par. Pero no fue Stalin el monstruo de las purgas?
El Estado soviético en general también se avecinaba a caer en las garras del burocratismo porque, nos dicen, en 1920 el número de funcionarios había ascendido de 100.000 a 6 millones. Mas funcionarios es igual a más burocracia? Un profesor o un doctor es un burócrata? No resulta lógico que en un Estado socialista el numero de funcionarios sea elevado como consecuencia del cambio en las relaciones de producción, cuando todo el proletariado trabaja ahora para el Estado obrero? Un obrero industrial, por ejemplo, es un burócrata también? Es esto una tomadura de pelo.
Al igual que la burguesía, los trotskistas odian la figura del funcionario, a los primeros les ponen frenos en su proceso de acumulación de capital y a los segundos parece ponerles freno a su particular idea de Estado Socialista. Creemos que esta coincidencia no es casual.
La única realidad es que mientras exista un aparato estatal, sea del tipo que sea, siempre va a haber un grado relativo de burocracia, hasta su extinción.
Nos figuramos que prefieren hablar del Partido y del Estado, porque de empezar a hablar de los sindicatos soviéticos, seguramente la postura trotskista no saldría muy bien parada. De hecho, en 1921, después de la Guerra Civil, Trosky y sus seguidores proclamaron la necesidad de continuar con la militarización, es decir burocratización, de los sindicatos.
Para darnos la prueba definitiva del poder de la burocracia, nos ponen como ejemplo la aprobación en 1932 de una Ley que otorgaba a un funcionario del Partido un sueldo mayor que el de un obrero cualificado. Aquí no sabemos si a nuestros amigos trotskistas les ha dado una embolia, han confundido el comunismo con el igualitarismo o directamente nos encontramos en una asamblea del 15M.
El final del artículo ya es apoteósico. Se titula "La victoria de la burocracia". Y lo más gracioso de todo es que no nos cuentan aquí ni cómo ni cuando se dio esta fatal victoria. Ese es un célebre dogma de fe que nos exigen los trotskistas, algo que tenemos que dar por hecho antes incluso de que nos los expliquen. Es, tal y como leí en otro artículo referente a esta temática, como si el oficinista de una empresa va a donde su jefe, lo arroja por la ventana y se pone a mandar él sin que nadie sepa nada ni se entere.
Pero resulta que no solo Stalin, sino los sucesores de este, revisionistas y traidores a los principios revolucionarios para todos los m-l pero igualmente estalinistas para los troskistas, continuaron alimentando esta espiral burocrática, hasta el derrumbe de la URSS.
Los trotskistas son gente curiosa, no proponen alterativas concretas, al menos distintas a las que Lenin y Stalin pusieron en practica para terminar con la burocracia. Tampoco tienen ninguna revolución ejemplar. Su crítica es meramente destructiva, la crítica marxista debe de ser constructiva. Es por ello que el imperialismo siempre ha mimado a este tipo de agente, desde el precursor Trosky escoltado por la CIA en México hasta la cobertura mediática que actualmente les siguen ofreciendo.
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