martes, 5 de febrero de 2013

Carta Lucio García Blanco desde Topas.

Cartas desde prisión:
REFLEXIÓN DE LUCIO GARCÍA BLANCO.
CARCEL DE TOPAS. SALAMANCA.
20/01/2013
“…No sé si ya te había comentado que el tema del materialismo dialéctico y materialismo histórico de Stalin, nosotros lo habíamos catalogado de esquemático siguiendo la opinión de Mao, pero posteriormente comprendimos que había sido éste el que se equivocó en la cuestión de la unidad y la lucha de los contrarios. Pero hoy no me enrollaré con el tema que es bastante complejo. Tienes razón al señalar que se trata de una aportación fundamental del marxismo-leninismo, pero ésta sin las otras dos partes, la economía política y el socialismo científico (la táctica y la estrategia del proletariado) quedaría coja. Hay que estudiar las tres partes. (...)
No recuerdo muy bien lo que te comentaba con anterioridad sobre el tema de la militancia comunista y el llamado hombre nuevo. Pero pienso que luchar organizadamente contra el sistema capitalista, con el propósito de echarlo abajo para levantar sobre sus escombros una sociedad socialista de dictadura del proletariado, conlleva ir transformándose uno mismo, interiormente en ese hombre nuevo comunista del que, como dices, hablaba “El Che”, aunque también Lenin y otros comunistas. Creo que se trata de un proceso más o menos largo en función de cómo se vayan cambiando las cosas y de cómo vaya asumiendo cada uno la ideología y la moral comunistas. Para el crecimiento interno de todo revolucionario, además de la lucha práctica es fundamental el estudio del marxismo-leninismo. Y aquí conviene advertir de que la ideología dominante en cualquier sistema socioeconómico, es siempre la de la clase que detenta el poder; por lo que los propios obreros, estamos bastante impregnados, aunque en diferentes medida de la ideología y moral burguesa. Esta se nos impone desde todos los ámbitos de la vida social por la fuerza de la sempiterna costumbre, y desde el monopolio estatal de los medios de enseñanza, de prensa, TV, etc. Por ello, no resulta nada fácil desprenderse de ella.
No obstante, luchar constantemente por poner fin a la propiedad privada y la explotación del hombre por el hombre, supone ya ir desprendiéndose del egoísmo y el interés particular, así como el individualismo y el resto de los pilares de la moral y de la concepción del mundo general que impera en el capitalismo. Esa entrega consciente y abnegada por la causa colectiva de nuestra clase, implica ya sentir como propias todas sus conquistas laborales, sociales y políticas; poniendo también como norte la solidaridad y la igualdad entre todos los seres humanos trabajadores. El rechazo y el combate contra todo tipo de opresión, injusticia y discriminación por razones de clase, de sexo como es el caso de la mujer, de raza o cualquier otra.

Pero esa lucha y el desarrollo del hombre nuevo comunista, sólo podrán ir avanzando en base a la organización en torno a un programa y una línea política concretos y trazados de antemano, que respondan a las condiciones específicas de cada país. En base a una militancia consciente en el Partido comunista de vanguardia, orientada entre otras tareas de concienciar y organizar a los trabajadores en torno a él, combatiendo al mismo tiempo toda vía reformista u oportunista que pretenda alejarnos de la senda revolucionaria. En ese sentido, en la “Ideología Alemana” Marx y Engels señalan: “La incansable propaganda a que se entregan entre sí, demuestran de modo suficiente hasta que punto no quieren seguir siendo “los mismo de antes”, y por eso están resueltos a hacer que estas circunstancias cambien en la primera ocasión. En la actividad revolucionaria, el cambiarse coincide con el hacer cambiar las circunstancias”.
Es cierto que “El Che” encarna por méritos propios esa abnegada entrega y la moral comunista el hombre nuevo, al haber participado en la revolución cubana y, posteriormente, morir con las armas en la mano intentando la rebelión popular en Bolivia. Se trata de un gran ejemplo; pero tampoco podemos olvidar el que nos han legado los clásicos del M-L y otros muchos comunistas. No obstante, es justo remarcar que Ernesto Guevara era muy consciente del papel preponderante que debe jugar la ideología, la política y la moral comunistas antes y después de la toma del poder político, por los trabajadores, pero me tienes que perdonar el que no utilice ninguna cita de él, porque no tengo aquí sus obras.
Una vez que se comenzó a construir el socialismo en Cuba insistió reiteradamente en sus escritos sobre la necesidad de impulsar esa ideología y moral comunistas, así como el desarrollo de ese hombre nuevo que sólo piense en el progreso y bienestar colectivo, con el propósito de ir avanzando para hacer realidad lo antes posible la divisa comunista de trabajar según nuestra capacidad y recibir en función de nuestras necesidades. Esto en contraposición a los que proponen seguir poniendo en un primer plano en la sociedad socialista el incentivo económico y el mero desarrollo de la economía. La historia de las experiencias socialistas en la URSS y los países del Este de Europa es bien elocuente respecto al fracaso de esta última visión.
La militancia en nuestro partido, que supone en muchos casos tener que vivir en la clandestinidad, enfrentarse a detenciones bajo la ley antiterrorista y la tortura, a numerosos años de cárcel o incluso dejar la vida en el camino, creo que es una generosa entrega a la causa del proletariado y las clases populares y, al mismo tiempo, parafraseando el título de la novela del brasileño Jorge Amado, un verdadero “subterráneo de la libertad”. Desde ese “subterráneo” es desde donde nacen y se difunden las ideas, las denuncias políticas y el programa político que no caben dentro de la legalidad fascista de excepción; al mismo tiempo que se van viendo entre camaradas, simpatizantes y trabajadores unas relaciones y valores bastante similares a las que se darán en el socialismo.


Otro de los espacios que el colectivo de los presos políticos del PCE(r) y de los GRAPO, pudimos convertir en una auténtica universidad de comunismo, fueron las comunas que en los año 80 del pasado siglo establecimos en las cárceles de Soria y Zamora. A pesar de las limitaciones propias del lugar pudimos desarrollar una rica vida comunista. Allí se llevó a cabo una auténtica revolución cultural desde la que se impulsaba la discusión política e ideológica, se daban cursos de marxismo, se elaboraban cientos de escritos y algunos libros, se hacían actividades culturales como teatro, música, etc.; combinándolo con la fabricación de trabajos manuales que nos vendían los familiares y solidarios en la calle. Todo ello organizado a través de un funcionamiento colectivo y tomando como base la asamblea general. Pero no tardaron en darse cuenta de lo que significaba la llamada por ellos “universidad del terrorismo”, y llegó nuestra dispersión y el aislamiento por todas las cárceles del Estado. (...)
Con el escrito del “materialismo…” también me comentas el excesivo optimismo que expresábamos en los 90 y la verdad es que tienes toda la razón en ello. Pecamos mucho de subjetivismo, sobre todo valorando el nivel político que tenían las masas por entonces. Aquello nos lo criticamos posteriormente, pero viendo las cosas con la perspectiva de ahora, creo que debíamos haber profundizado en aquella crítica; la realidad es que continuamos pecando de esa visión superoptimista, y eso nos llevó a cometer errores de precipitación en el trabajo de organización, y a poner más en riesgo nuestras escasas fuerzas. Deberíamos haber trabajado de forma más metódica y con una perspectiva de más largo plazo, esto se hizo bastante bien a principios de los 90, pero en cuanto nos vimos con unos núcleos de militantes y simpatizantes, nos dio por pensar que nos podíamos comer el mundo en dos días (dicho algo exageradamente) y llegó la precipitación, el movimentismo y el espontaneismo, etc. Posteriormente criticamos todo esto y lo corregimos pero ya estábamos muy débiles y con algunos errores que cometimos, llegaron otra vez los palos. Todo esto está bien explicado en el debate y la propaganda que hicimos después de las detenciones del 2002.
Lucio

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