CRÓNICA
DE OTRO ACOSO POLICIAL
Pablo Hasel
Pablo Hasel
El
viernes 31 de Mayo, llegamos en tren a Tarragona mi compañera y yo
por la noche y esperamos a que nos recogieran en coche para llevarnos
a Sitges, donde yo tenía un concierto. Ya subidos, a medio camino
vemos un control policial numeroso, de esos que parecen más una
exhibición militar que otra cosa, por las armas de fuego que agarran
firmemente como si estuviéramos en la Alemania de la RAF en pleno
apogeo.
Nos paran unos siete u ocho policías y nos llevan al lado de su furgón donde tras preguntarnos lo desgraciadamente típico violando nuestra intimidad e identificarnos, proceden a un lento y minucioso cacheo en nuestros cuerpos y en el coche, del que acaban sacando mi maletín con el ordenador portátil y unos folios que llevaba dentro con algunas letras que toco en los conciertos para repasarlas cuando sea preciso. Uno de los mercenarios del poder, lee una a una todas las letras (suerte que no llevaba la libreta, pues nos hubiera dado el amanecer) mientras las va comentando con alguno de sus compañeros como si hubiera encontrado una prueba. También saca del maletín un fanzine en euskera que me dieron unos compas en Euskal Herria cuando di un concierto hace poco. Entonces llama emocionado al cabo, porque debe creerse que por estar en euskera es propaganda de ETA. Le pregunto a una policía si van a llevarse alguna letra y contesta chula que se llevarán lo que les de la gana.
A nuestro lado, a parte de dos furgones de los perros del capital, llega otro coche al que supuestamente acaban de parar pero al que ni registran, ni cachean, sólo tiene cuatro palabras con los opresores que no escuchamos, seguramente era policía secreta. Saben que vamos a ir a hacer un concierto y el sitio, porque al responder ciertas cosas se miran y se les escucha un “afirmativo”. Sacan del coche un plano de una casa, ya que el conductor trabajaba en una obra y le preguntan varias cosas sobre qué es eso. Debían pensarse que sería un plano para atentar en la casa de algún politicucho los muy motivados.
Nos paran unos siete u ocho policías y nos llevan al lado de su furgón donde tras preguntarnos lo desgraciadamente típico violando nuestra intimidad e identificarnos, proceden a un lento y minucioso cacheo en nuestros cuerpos y en el coche, del que acaban sacando mi maletín con el ordenador portátil y unos folios que llevaba dentro con algunas letras que toco en los conciertos para repasarlas cuando sea preciso. Uno de los mercenarios del poder, lee una a una todas las letras (suerte que no llevaba la libreta, pues nos hubiera dado el amanecer) mientras las va comentando con alguno de sus compañeros como si hubiera encontrado una prueba. También saca del maletín un fanzine en euskera que me dieron unos compas en Euskal Herria cuando di un concierto hace poco. Entonces llama emocionado al cabo, porque debe creerse que por estar en euskera es propaganda de ETA. Le pregunto a una policía si van a llevarse alguna letra y contesta chula que se llevarán lo que les de la gana.
A nuestro lado, a parte de dos furgones de los perros del capital, llega otro coche al que supuestamente acaban de parar pero al que ni registran, ni cachean, sólo tiene cuatro palabras con los opresores que no escuchamos, seguramente era policía secreta. Saben que vamos a ir a hacer un concierto y el sitio, porque al responder ciertas cosas se miran y se les escucha un “afirmativo”. Sacan del coche un plano de una casa, ya que el conductor trabajaba en una obra y le preguntan varias cosas sobre qué es eso. Debían pensarse que sería un plano para atentar en la casa de algún politicucho los muy motivados.
Acto
seguido nos hacen subir al coche y el cabo se acerca con otra cosa
que me había encontrado en el maletín: un libro de Marx, Engels y
Lenin sobre la comuna de París. Me pregunta por qué lo llevo y
apostilla que no es muy normal encontrar a alguien con esa clase de
libros, que es lógico que me interrogue. Le digo que sí lo es en
alguien que quiere luchar por sus derechos y tras preguntarme la edad
comenta que soy demasiado joven para haber ido a la Audiencia
Nazi-onal, a lo que le respondo que militantes mucho más jóvenes
han ido. Más quisiera haberme encontrado una pistola, pero no, sólo
letras combativas y un libro que de momento aún puede encontrarse en
bibliotecas, ya lo ilegalizarán algún día cuando el capitalismo
sólo se lo crea la burguesía. Más tarde viene con una de las
letras en la mano, eureka! La de “libertad camarada Arenas”. Le
digo que no se preocupe, que ya tengo un juicio pendiente por esa
entre otras. Entonces se acerca un compañero suyo y me entrega el
maletín espetando un “toma tus cancioncitas, ya hemos tenido
bastante”, y al fin nos dejan ir. Si no fuera porque ya tengo un
juicio pendiente por esto, se me hubieran llevado seguro. Al irnos y
por falta de batería, tuvimos que empujar el coche. El conductor le
pidió una mano al policía y este respondió: “Si quieres que
empuje lo llevas claro, já! Anda que voy a empujar yo, no te jode”.
Es una anécdota que carece de importancia pero que resulta
indignante, el imbécil ese olvidaba que le pagan con nuestros
impuestos, en teoría, para que nos ayude. Pero no sólo no nos
ayudan, sino que encima nos acosan.
¿Casualidad el control policial? Todas las evidencias señalan que no. Tampoco es la primera vez que sucede algo tan descarado, una semana después de ser detenido, en una estación de Madrid sucedió algo parecido y el verano pasado en Donosti sufrimos otro control así, en el que por lo que comentaban los txakurras, se notaba que sabían hacia donde íbamos y quienes éramos. Tienen pinchado mi teléfono y si quieren saben donde estoy y hacia donde voy en todo momento, así que no es descabellado pensar que nos esperaban y menos con la manera de actuar que tienen y aún menos si en sus cabezas hay poco más que “terroristas-malos-si los perseguimos somos héroes”.
Llegamos tarde al concierto, pero llegamos intactos aunque más de un mercenario de esos hubiera querido partirnos la cara o llevarme al calabozo. No quedaron contentos con el cacheo y leer mis letras no les sirvió para concienciarse, así que avisaron a la policía de Sitges para que se acercara por el local y así lo hicieron, al llegar ya había dos coches de policía en la puerta que preguntaron a los encargados por “el rapero”. Desgraciadamente los acosos no acabarán ahí, multitud de anticapitalistas los seguiremos sufriendo y esto es nada al lado de los que sufren otros y que el sistema silencia. Yo seguiré denunciando con mis canciones su brutal represión contra todo el movimiento de resistencia, por eso a mis conciertos seguirán viniendo secretas, a veces nada disimulados, a grabarlos. Así derrochan el dinero que nos saquean, protegiendo a los culpables y persiguiendo a quienes luchamos por una solución.
¿Casualidad el control policial? Todas las evidencias señalan que no. Tampoco es la primera vez que sucede algo tan descarado, una semana después de ser detenido, en una estación de Madrid sucedió algo parecido y el verano pasado en Donosti sufrimos otro control así, en el que por lo que comentaban los txakurras, se notaba que sabían hacia donde íbamos y quienes éramos. Tienen pinchado mi teléfono y si quieren saben donde estoy y hacia donde voy en todo momento, así que no es descabellado pensar que nos esperaban y menos con la manera de actuar que tienen y aún menos si en sus cabezas hay poco más que “terroristas-malos-si los perseguimos somos héroes”.
Llegamos tarde al concierto, pero llegamos intactos aunque más de un mercenario de esos hubiera querido partirnos la cara o llevarme al calabozo. No quedaron contentos con el cacheo y leer mis letras no les sirvió para concienciarse, así que avisaron a la policía de Sitges para que se acercara por el local y así lo hicieron, al llegar ya había dos coches de policía en la puerta que preguntaron a los encargados por “el rapero”. Desgraciadamente los acosos no acabarán ahí, multitud de anticapitalistas los seguiremos sufriendo y esto es nada al lado de los que sufren otros y que el sistema silencia. Yo seguiré denunciando con mis canciones su brutal represión contra todo el movimiento de resistencia, por eso a mis conciertos seguirán viniendo secretas, a veces nada disimulados, a grabarlos. Así derrochan el dinero que nos saquean, protegiendo a los culpables y persiguiendo a quienes luchamos por una solución.
Indignante este estado policial. Suerte Hasel! Espero verte pronto en algún concierto.
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