Foto. Tortura de la bolsa a una detenida. |
TORTURAS
“Modélica Transición”
Cartas de lectorxs:
Dejo
2 extractos: de la noticia de El País del 26 de enero de 1983 sobre las
brutales torturas que sufrió la militante del PCE(r) Isabel Llaquet
en
1980 y
de la entrevista que se le realizó a ella en 2007, la parte referida
a la tortura. 34
años después aquel salvajismo policial ha dejado huellas físicas
en dicha revolucionaria, con
muchos problemas de columna vertebral y
articulaciones.
Pero
jamás se me va a olvidar la inquina mostrada: “Mientras
estaba casi inconsciente
de los golpes, un miembro de la Brigada de Información me
dijo: Cuando un burro mea, a otro le da ganas, refiriéndose a la
muerte por
torturas de
José España Vivas
apenas tres semanas antes”.
Blog muy necesario. María.
De El País 26/1/83:
“Una presunta miembro del PCE(r) reconoce ante el juez a sus supuestos torturadores
Isabel
Llaquet Baldellou, acusada de ser la secretaria general del Partido
Comunista de España reconstituido PCE(r), tras la muerte de Juan
Carlos Delgado de Códex por la Policía en Madrid, reconoció ayer
en la Audiencia Nacional, a dos de los inspectores de la Brigada de
Información, que, según afirma, la torturaron, y a otros dos que
presenciaron los malos tratos con motivo de su detención, que tuvo
lugar en Barcelona en octubre de 1980.
Juan
Antonio González García y Rafael Navarro García fueron
reconocidos, en rueda de varias personas, como los presuntos autores
de fracturas y lesiones, tras golpearle los pies durante doce horas,
el primero de ellos, y como el que posteriormente le arrancó el
vello del pubis y le golpeó sistemáticamente los pechos, el
segundo. Se da la circunstancia de que Juan Antonio González García
figuró entre los once funcionarios relacionados con el sumario
instruido tras la muerte del presunto etarra Joseba Arregui,
fallecido el 13 de febrero de 1981, tras pasar nueve días en las
dependencias policiales, al igual que Próspero Jesús González
Alvarez y Ricardo Sánchez Fernández, a quienes Isabel Llaquet
reconoció como presentes mientras los otros dos policías la
torturaban. Con ocasión de la muerte de Arregui, la Audiencia
Provincial de Madrid denegó el procesamiento de estos tres policías
y de seis inspectores más y accedió sólo a los del instructor y el
secretario del atestado policial.
Como
consecuencia de las lesiones sufridas en la Jefatura Superior de
Policía de Barcelona, constatadas por diversos médicos, Isabel
Llaquet tuvo que ser ingresada en el Centro Municipal de Urgencias
Pere Camps de Barcelona y, según informó la Prensa entonces, tuvo
que ser trasladada por las dependencias de la Brigada Regional de
Información de Madrid en una silla de ruedas.
Isabel
Llaquet no quiso firmar el acta de reconocimiento porque el juez se
negó a hacer constar en detalle lo que ella había manifestado. La
acusación particular manifestó que ejercitará acciones legales
porque, además, el juez leyó el acta ante los policías, en contra
de lo establecido por la Ley de Enjuiciamiento Criminal.”
José España Vivas. Torturado hasta la muerte el 6/9/80. |
"-SRI: ¿Te torturaron en tu paso por las comisarías?
-I.LL: Cuando me detuvieron en Benidorm en 1977 nos trasladaron a Alicante y de allí a Madrid a las pocas horas. Íbamos cada uno en un coche, encapuchados, con un policía a cada lado. Yo notaba que estaba lloviendo y que el que conducía era novato. Los otros policías le decían que tuviera cuidado. Pero nos la dimos, y yo iba esposada con las manos atrás todo el viaje. El coche dio una vuelta de campana y me di un golpe en la cabeza. Gracias a eso no me pegaron mucho. Me cambiaron de coche y me pusieron las esposas delante. En esa época, como ya estábamos en “democracia” sólo se podía estar tres días en comisaría. Nos llevaron a la Audiencia Nacional. Yo pasé con el juez Chaparro, el del Tribunal de Orden Público franquista, que prorrogó mi detención unos días más para volver a ponernos en manos de la policía. Era una maniobra para burlar la nuevas leyes. Ibas tan contento pensado que pasabas a la cárcel y de repente te volvías a encontrar en la Puerta del Sol, en la Dirección General de Seguridad. Vuelta a los interrogatorios. Prorrogaron la detención unos días más, en total siete. Luego legalizaron la prórroga de las detenciones y hacían lo mismo pero sin pasar por el juez.
La siguiente detención fue en Barcelona el 1 de octubre de 1980. Se acababan de fugar los cinco militantes de los GRAPO de Zamora y creían que yo sabía su paradero. En esa época empezaron a utilizar algo que se puede calificar de desaparición. Al llevarte a Vía Layetana no te registraban ni te fotografiaban. No estabas detenido oficialmente. Te metían en un cuarto preparado con la barra. Te colgaban de ella boca abajo y te golpeaban en las plantas de los pies y en la cabeza. Perdí la noción del tiempo. Cuando ya no sentía nada me bajaron al suelo porque no tenía sentido seguir pegándome. Llamaron a un médico y dijo que me tenían que llevar a un hospital. Me trasladaron a una pequeña clínica de la zona del puerto, al Pere Camps. Recobré la noción y me di cuenta de que me inscribían con un nombre falso. El médico era un viejo colaborador de la policía acostumbrado a hacer ese trabajo sucio porque oí que les decía que no me siguieran golpeando en la cabeza ni en los pies. También la enfermera, que era una monja, me aconsejaba que obedeciera a la policía porque así no me pasaría nada. Son recuerdos confusos en cuanto al tiempo pero pude ver la hora: me habían detenido por la mañana y llevaba ya casi un día entero en comisaría.
Luego
me volvieron a llevar a Vía Layetana, me tendieron en el suelo y
empezó la sesión de puñetazos en muslos, vientre y pechos, hasta
que se cansaron. Ya no podía andar. Me metieron en un coche y me
llevaron a Madrid. Pero no figuraba que hubiera estado antes en
Barcelona. Al llegar me estaba esperando un traumatólogo y todo un
equipo médico. El traumatólogo, que se presentó como uno que
trabajaba para el Real Madrid, me hizo radiografías y me escayoló
un pie. Me tendieron en una colchoneta en el suelo y no me tocaron ya
más durante los nueve días restantes. Entonces ya habían aprobado
la ley antiterrorista, que fijaba el plazo de detención en diez
días. Yo estuve como 11 ó 12 pero los de Barcelona no contaban, así
que todo era legal. Al llegar a la cárcel estaba negra como una
africana en todas las partes del cuerpo donde tenía chicha. Así que
el médico dio parte. Ahora lo hacen más sofisticadamente, con
electrodos y otros métodos que no dejan tantas huellas. Pero
entonces les daba todo igual. Hacían una campaña de que las cosas
ya habían cambiado y casi nadie quería saber más.
Dibujo. A un torturado "¡Que lo vuelvas a decir otra vez! enespañña nose torturaaa" |
(Detenida
en 2000 en París) En Francia es distinto, más sicológico. No te
tocan, pero estás “sonado” porque no te dejan dormir durante los
cuatro días de detención. Del Ministerio del Interior, donde te
interrogan, te llevan a pequeñas comisarías cercanas que se llenan
de prostitutas y pequeños delincuentes, donde pasas las noches
sentada en un banco. Al lado de la policía española, el trato
francés parece refinadísimo."
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