Foto Lucio García Blanco. |
Artículos
desde prisión
El
derecho de autodeterminación de Cataluña
Lucio
García Blanco / Preso político del PCE(r)
A
medida que se afianza el proceso de lucha del pueblo catalán por
conseguir su derecho a la autodeternminación, Mariano Rajoy y todas
las fuerzas del Estado vienen poniendo en marcha una agresiva
ofensiva para negarle esa justa aspiración, escudándose en la
trinchera de la "indisoluble unidad de España", y tratando
de amedrentarle con todo tipo de amenazas e incertidumbres; como la
derogación de la Generalitat y el Estatut, la intervención militar,
la salida de Cataluña de la Unión Europea, el catastrofismo
económico, etc. Pero ese comportamiento pone en evidencia una vez
más el verdadero carácter fascista de este Estado, alentando al
pueblo catalán a seguir adelante con firmeza.
A
esta situación se ha llegado tras el desengaño y el cuestionamiento
que ha expresado ese pueblo catalán por el Estatut, lo que también
supone su rechazo a la "Reforma Política" del régimen y
su "Transición". El llamado "café para todos"
en que se basó la configuración autonómica fue en realidad una
clara maniobra para negar el hecho diferencial de Cataluña, Galicia
y Euskal Herria, y cerrar el paso al reconocimiento de los derechos
democráticos de esas naciones oprimidas por el Estado español. No
se puede negar que las autonomías trajeron un alivio a la opresión
de sus idiomas (prohibidos en la etapa de Franco), de su cultura,
etc. No obstante, a partir de la presidencia de Aznar y su maniobra
de regreso
a los orígenes del fascismo, se volverá a agudizar la tendencia al
centralismo y la presión del idioma y la cultura estatal sobre el
resto, lo que ha continuado hasta nuestros días. Finalmente llegará
la reciente Ley Wert y las declaraciones de este ministro de
educación remarcando su intención de "españolizar a los niños
catalanes". Mas, por otra parte, también hay que subrayar que,
de forma paralela, el desarrollo de la crisis económica del sistema
capitalista y su profunda repercusión en el estado español han
contribuido en gran medida a exacerbar las contradicciones y el
enfrentamiento entre Cataluña y el Estado.
En
términos concretos, como se recordará, en el año 2006 el gobierno
tripartito de Cataluña aprobó un nuevo Estatut. Las reservas
presentadas por el PP al tribunal Constitucional y los recortes
producidos durante el trámite parlamentario lo vaciaron de
contenido, provocando en Cataluña un sentimiento de humillación. La
reacción de su pueblo no se hizo esperar y, desde el año 2009 al
2011, se desarrollaron las consultas por la independencia en todo el
territorio, con una elevada participación y un resultado mayoritario
del sí. En esa misma dirección, en la Diada del 2012 salen en
manifestación dos millones de personas bajo el lema "Somos una
nación. Nosotros decidimos". Y un año después se realizará
la gran cadena humana que enlazó la frontera francesa con Valencia.
El colofón a todo ello vendrá con la convocatoria desde el
Parlamento Catalán de un referéndum de autodeterminación para el
próximo 9 de noviembre.
Dibujo. (estrella leyendo un libro) |
Como
bien se puede apreciar, ha sido la burguesía catalana quien ha
venido gestionando y dirigiendo los pasos del programa de esa
confrontación con el Estado. Pero lo ha hecho porque la lucha del
pueblo catalán les ha empujado a ello de forma inexorable. Sin el
transcendental papel jugado por la clase obrera y popular,
configurándose en el último periodo como el verdadero motor de la
lucha, no cabe dada de que parte de la burguesía hace tiempo que
hubiera abandonado el proceso por la autodeterminación. Los
verdaderos protagonistas de ese proceso son, por lo tanto, los
trabajadores catalanes.
Sobran
motivos para desconfiar de esa burguesía. No obstante, nuestra
posición como comunistas no puede ser otra que la de apoyar en todo
momento la lucha que lleve a cabo la burguesía de las naciones
oprimidas contra la nación dominante y la opresión nacional. Claro
que ese apoyo debe conllevar una crítica permanente a sus
vacilaciones y a su nacionalismo burgués; ese que sólo busca
ampliar sus privilegios de clase, empezando por el ensanchamiento de
los mercados.
Nosotros
somos internacionalistas, estamos contra todo tipo de nacionalismo y
propugnamos la unidad de la clase obrera y los trabajadores de las
naciones oprimidas por el Estado español, y de todo el mundo, frente
a las respectivas burguesías, para acabar asimismo con la opresión
y la explotación de clase. En ese sentido Lenin en su escrito Sobre
el derecho de las naciones a la autodeterminación remarcaba: "Los
intereses de la clase obrera y su lucha contra el capitalismo exigen
una completa solidaridad y la más estrecha unión de los obreros de
todas las naciones, exigen que se rechace la política nacionalista
de la burguesía de cualquier nacionalidad. Por ello, sería
apartarse de las tareas de la política proletaria y someter a los
obreros a la política de la burguesía, tanto si los comunistas se
pusieran a negar el derecho a la autodeterminación, es decir, el
derecho de las naciones oprimidas a separarse, como si los comunistas
se pusieran a apoyar todas las reivindicaciones nacionales de la
burguesía de las naciones oprimidas".
Los
propios trabajadores de la nación dominante tenemos que ser
conscientes de que nunca podremos ser libres en un Estado que oprime
a otras naciones. Esa opresión supone en realidad un obstáculo para
nuestra propia libertad, una cobertura o palanca para que el Estado
pueda seguir negándonos otros derechos democráticos elementales,
como el de expresión, manifestación, asociación, etc., y dar
continuidad al régimen fascista. Así mismo es preciso reconocer
que, en estos momentos, la lucha del pueblo catalán por su derecho a
la autodeterminación viene agravando la crisis política del Estado
y contribuyendo de forma considerable y progresiva a la lucha general
por conquistar un verdadero marco democrático en el conjunto del
territorio estatal.
Por
otra parte, y ante la posibilidad de poder celebrar en Cataluña, o
cualquier otra nacionalidad, un referéndum de autodeterminación,
los comunistas deben llamar al voto por la independencia y la
formación de un estado propio. Ni que decir tiene que nuestra
posición sería totalmente diferente si en la actualidad la clase
obrera y popular del conjunto del Estado estuviese en condiciones de
tomar el poder político para instaurar una República Popular de
naciones libremente asociadas, que nos abocase al socialismo. En este
caso llamaríamos a votar por la unidad. Pero como aún estamos lejos
de una situación así, la separación de alguna nacionalidad y el
consecuente debilitamiento del Estado español es, sin duda, lo que
más favorece la lucha de la clase obrera y popular de este Estado
por conseguir sus intereses inmediatos y sus objetivos estratégicos
revolucionarios. Y ello también favorecería la lucha por los
intereses de los trabajadores en la nación independizada, al tener
enfrente a un Estado nuevo y más pequeño. Cabe recordar que por
consideraciones similares el propio Marx ya exigía en 1869 la
separación de Irlanda de Inglaterra.
En
lo que respecta a la llamada "tercera vía federalista" que
vienen proponiendo los pesoístas y sus acólitos de la izquierda
reformista, la realidad es que supone una verdadera estafa con el
objetivo de seguir sosteniendo el actual Estado unitario. ¿Cómo se
puede hablar de federalismo negando el derecho a la
autodeterminación, a la libre elección de las naciones oprimidas?
Es el ejercicio de ese derecho, sin presiones ni coacciones, lo único
que puede dar una solución plenamente democrática a las tres
naciones oprimidas por el Estado.
El
federalismo jugó un papel progresista y democrático en la ya
superada etapa de la libre competencia, en el marco de una democracia
burguesa que ofrecía algunos resquicios de libertad para poder
defender los intereses del proletariado y las masas populares. Pero
ese federalismo fue perdiendo todo su carácter progresista y
democrático en el momento en que el capitalismo entró en su fase
monopolista e imperialista; cuando la oligarquía financiera (la
unión del capital bancario e industrial) se hizo con las riendas del
poder económico y político, imponiendo la fascistización de los
estados capitalistas. Y es preciso remarcar que lo mismo que desde el
fascismo ya no puede haber marcha atrás a la democracia burguesa,
tampoco es posible un retorno al federalismo democrático y
progresista.
En
el actual contexto histórico (última etapa del capitalismo) sólo
sobre la base de la destrucción de este sistema y la implantación
de una sociedad socialista se puede dar ya un verdadero y democrático
federalismo. Apoyemos el derecho a la autodeterminación de Cataluña.
Editado
por El Otro País, nº 69, mayo 2014.
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