domingo, 15 de junio de 2014

35 años de la muerte del obrero anarquista Valentín González Ramírez de un balazo policial.

Foto. Manifestación y cortejo al Entierro de Valentín González.
Todo atado y bien atado

35 años de la muerte a balazo de goma policial de Valentín González Ramírez

1979: un obrero anarquista muere durante una huelga en Valencia
El 25 de junio de 1979 moría a manos de la policía nacional, por el disparo a bocajarro de una bala de goma, el joven militante de CNT Valentín González Ramírez, que tenía 20 años. Era la primera huelga general convocada en Valencia y Valentín se disponía a ayudar a su padre brutalmente apaleado por otro policía nacional. Ambos, padre e hijo, eran trabajadores del mercado de abastos y estaban afiliados a CNT.

Los trabajadores de la colla de carga y descarga del mercado de abastos de Valencia, que actualmente se ha convertido en una comisaría de policía, llevaban varios meses re
ivindicando el cumplimiento del laudo dictado por la Delegación de Trabajo de Valencia, que obliga a los empresarios del sector a subir los salarios de sus empleados. Los asentadores no han hecho caso de la resolución: ni la recurren, ni pagan. Las deudas a los trabajadores se han ido acumulaban hasta superar los 13 millones de pesetas. A pesar que el gobierno había dado orden a la patronal de que se pagaran las deudas salariales pendientes a los trabajadores, estos seguían sin cobrar.
La mayoría de los trabajadores de la colla del mercado de abastos estaban afiliados al sindicato de transporte de la CNT y decidieron, como ultimo recurso para cobrar los salarios que les debían, convocar la huelga.
La huelga comenzó aquel mismo día. Los trabajadores se reunieron en asamblea por la mañana y acordaron que en la entrada del mercado de abastos estuvieran los piquetes informativos, compuestos por los trabajadores más mayores, mientras en el interior del mercado estarían todos los demás. Hacia las ocho de la tarde, se forma una barrera a la entrada del mercado, con vallas metálicas y carretillas, para impedir la entrada a los transportistas, y se reparten hojas explicativas a camioneros y transeúntes.

La huelga se estaba desarrollando con total normalidad hasta que llegó un contingente de más de 50 policías. El oficial que los mandaba se dirigió a uno de los representantes de los trabajadores y le pregunt
ó que si la huelga era legal. El trabajador respondió afirmativamente y mandaron a un compañero a recoger los papeles correspondientes que se encontraban en el local de la colla, en la calle Historiador Diago, a pocos metros del mercado.
Pero la provocación estaba preparada de antemano. Cuando le enseñaron al oficial de la policía la documentación legal de la huelga, al oficial no le importó y les dio a los huelguistas tres minutos para que desalojaran el mercado. Ante la amenaza policial, los trabajadores se refugiaron dentro de las casetas de vestuarios que se encontraban en la misma entrada del mercado de abastos.
En una de estas casetas se encontraba refugiado Valentín González junto con su padre de 48 años, que también se llamaba Valentín.
Los sucesos ocurrieron de una forma parecida a Vitoria e
l 3 de marzo de 1976. La policía empezó tirando botes de humo dentro de las casetas. En pocos minutos no se podía respirar. Algunos trabajadores tuvieron que romper con una silla las cristaleras para que entrara el aire. Luego intentaron salir de aquel agujero.
Valentín y su padre lo lograron, pero un policía comenzó a golpear al padre de Valentín. Ante esta agresión a su padre, el hijo se dirigió al policía gritando
"¡No peguéis a mi padre!" En ese momento otro de los policías que se encontraba a dos metros de distancia le disparó un pelotazo a bocajarro. Valentín se agarró a una valla pero la policía de dio otro golpe en la cabeza que le hizo caer definitivamente al suelo.
Con el cuerpo inmóvil en el suelo, aumentó la tensión y la desesperación de los trabajadores. La policía preparó sus metra
lletas y empezaron a apuntar a los trabajadores para que no se acercaran a socorrer a Valentín. Pero finalmente le pudieron meter en un coche y trasladarlo rápidamente al hospital provincial, donde ingresó cadáver a causa de una hemorragia interna.

Cartel. "Valentín González Ramírez No olvidamos 1979-2014 CGT". (y su foto)
Los periódicos trataron de desviar la atención sobre lo ocurrido. El gobernador civil, José María Fernández del Río, que estaba fuera de Valencia mientras se producían los acontecimientos, regresa rápidamente a la ciudad y desafía a los obreros con una provocación: “La policía ha sido demasiado blanda”. Entonces la CNT convoca una huelga general en toda la ciudad de Valencia, a la que se suman las demás fuerzas sindicales y los partidos de izquierda.

Al día siguiente fue el funeral de Valentín González. Ha sido la mayor manifestación celebrada en la ciudad del Turia hasta este momento. Desde el hospital clínico de Valencia salió un coche fúnebre seguido de los familiares, trabajadores y solidarios a pie, una emocionante manifestación de duelo que fue seguida por unas 300.000 personas que recorrieron los 10 kilómetros que separan el Hospital Clínico del Cementerio General de Valencia, llevando el ataúd a hombros. La policía no se atrevió a estar presente siquiera.
Los obreros gritaron las consignas antifascistas típicas de aquella época:
- ”Vosotros, fascistas, sois los terroristas”
- “Valentín hermano, no te olvidamos”
- “Aquí se ve la justicia de UCD”

Cua
ndo el cortejo fúnebre llegó a la altura de los viveros los trabajadores de las obras salieron y se unieron a la marcha. A las tres en punto, las sirenas de los barcos del puerto suenan tres veces, cuando la cabeza de la comitiva llega al cementerio. Desde los andamios los albañiles de la obra saludaron a los manifestantes con el puño levantado.
La huelga fue un rotundo éxito. Torrent quedó paralizada, los carteros de Valencia no repartieron la correspondencia, los comercios cerraron y en los centros comerciales realizaron asambleas para sumarse a la huelga. Un comunicado conjunto, firmado por todos los sindicatos de clase, el día 26, señalaba:
“Otro militante obrero ha caído. Una vez más, cuando todavía suenan los ecos de las balas de Euskadi, las fuerzas de 'orden público' han hecho otra víctima para ofrecerla al Estado que las ceba. Los hijos de las dictaduras son como ellas mismas. Los retoños del franquismo y las instituciones que lo prolongan son familiares a los métodos de aquél en cuyo seno se han hecho políticos y cuya política hoy tenemos que sufrir. ¡ABAJO LA MONARQUÍA! ¡FUERA SUS ASESINOS A SUELDO!"
Hubo conatos de guerrilla cua
ndo el cortejo llegó a la alameda, momento en el que grupos de manifestantes destruyeron las vidrieras de la sede del periódico "Las Provincias".
Las movilizaciones obreras se extendieron por toda la zona de Levante y en Murcia la represión será feroz, con más de 20 detenidos.

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