Foto. L@s 3 asesinad@s por ser musulmanes. |
A
Craig Stephen Hicks sus vecinos musulmanes le exasperaban. Eran tres
estudiantes jóvenes que se llamaban Deah Shaddy Barakat, de 23 años,
Yusor Mohammad, de 21, y Razan Mohammad Abu-Salha, de 19. Dos de
ellas, que eran hermanas, utilizaban hiyabs. Es posible que eso le
exasperara aún más.
El
martes 10 de febrero los mató en una localidad de Carolina del norte
llamada Chapel Hill con la impronta de una ejecución sumaria:
disparos a la cabeza de cada una de sus tres víctimas.
La
esposa del asesino dice que fue "una disputa entre vecinos".
Para la policía el asesino actuó impulsado por la rabia a causa de
una plaza de estacionamiento.
Pero,
¿es normal en Estados Unidos que alguien mate a sus vecinos por un
problema de aparcamiento?, ¿a todos ellos?, ¿disparando a la
cabeza?
Hagamos
la pregunta en sentido simétrico: ¿qué hubiera dicho la policía
si la actuación hubiese ocurrido a la inversa? Los titulares de
prensa serían: un acto terrorista, un crimen islámico (otro más),
son gente agresiva, intolerante, violenta...
Es
posible, lector, que ésta se la primera noticia que tiene del triple
crimen de Chapel Hill. Si hubiera ocurrido a la inversa, su
información estaría al mismo nivel de saturación que el reciente
crimen de Copenhague.
El asesino ha reconocido a la policía que con anterioridad había tenido roces con sus vecinos cuando llevaba un arma en el cinturón.
El
padre de las dos jóvenes musulmanas asesinadas, Mohammad Abu-Salha,
recuerda que su hija Yusor Mohammad le comentó alguna vez: “Papi,
creo que él nos odia por ser quienes somos”. Luego criticó
durante a los medios de intoxicación, que “bombardean al
ciudadano estadounidense con el terrorismo islámico, islámico,
islámico, y hace que la gente aquí nos tenga miedo y nos odie y nos
quiera fuera. Así que si alguien tiene un conflicto contigo, y ya te
odia, recibes una bala en la cabeza”, dijo.
Al
día siguiente del crimen unas 2.000 personas acudieron a una vigilia
con velas por las víctimas en el campus universitario donde
estudiaban. Varias personas que les conocían hablaron de su
generosidad mientras los amigos recordaban gestos de amabilidad que
los fallecidos tuvieron con otras personas a lo largo de los años.
Dibujo. (cara de miedo). Esto da mucho miedo, pero lo pintan como incidente por un aparcamiento) |
Dos
de las víctimas, Barakat y Mohammad, eran recién casados que
ayudaban a los sin techo y recaudaban dinero para ayudar a los
refugiados sirios en Turquía. Se conocieron cuando ayudaban a
dirigir la Asociación de Estudiantes Musulmanes en la Universidad
del Estado de Carolina del Norte, antes de que él comenzara sus
estudios avanzados de odontología en Chapel Hill. Mohammad, que se
graduó en diciembre, tenía previsto unirse a su esposo en la
facultad de odontología en otoño.
Los
asesinatos alimentaron la indignación de las personas que culpan a
la campaña antimusulmana de los medios. Hemos pasado de los odiosos
crímenes a los crímenes de odio, y la ofensiva no para.
Hace un par de días en Houston los terroristas le prendieron fuego a
un centro islámico con bidones de gasolina. El twuit de un bombero
exortaba a sus colegas para que no apagaran el incendio, de manera
que el centro se consumiera completamente en llamas, como así
ocurrió.
Mucha gente, incluida la policía, dice que el motivo del crimen le importa poco. ¿Qué más da? El caso es que los tres jóvenes de Chapel Hill están muertos. ¿No?
Mucha gente, incluida la policía, dice que el motivo del crimen le importa poco. ¿Qué más da? El caso es que los tres jóvenes de Chapel Hill están muertos. ¿No?
Si
así fuera, así debería ser en todos los casos, no sólo en
algunos. Si los motivos (religiosos, raciales, nacionales) no
importaran, ¿a qué viene tanto agobio con el yihadismo?, ¿por qué
los parlamentarios españoles se disponen a aprobar una ley a marchas
forzadas?
¿Serán
los jueces españoles capaces de diferenciar entre el yihadismo y una
disputa por la plaza de aparcamiento? Depende de quién cometa el
crimen y quién sea la víctima. Por lo tanto, si cuando conduces
eres propenso a montar follones a la mínima y tienes un Corán
guardado en el armario de tu casa, ya sabes lo que tienes que hacer:
prende fuego al Corán y coloca en su lugar la Epístola de San Pablo
a los Corintios.
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