jueves, 24 de septiembre de 2015

Juan García Martín, diligencias. Pudo explicarse ante el juez.

Foto. "Juan García Martín, comunista condenado a morir en prisión".
Diligencias contra Juan García Martín

Acusado por el funcionario que no deja de provocarles en Puerto III, de “Desacato a la autoridad y lesiones”. El 18 de septiembre le tomaron declaración por video-conferencia. La declaración se desarrolló ante el juez, sin ponerle trabas, es decir, le dejó explicarse y tampoco puso impedimentos a que el abogado que estuvo presente al otro lado de la pantalla al igual que el susodicho juez, hiciese las preguntas que consideraba pertinentes.
Resumiendo, no hay motivo de queja y destacar el esfuerzo del abogado que se ha hecho cargo de la defensa de Juan sin más interés que por principios democráticos y solidarios. Por supuesto, otra cosa son los "principios" de la justicia de este sistema.
De la denuncia que le puso Juan a su agresor no se sabe nada, aun de ser anterior en fecha a la interpuesta por el carcelero.

Foto. Escuchas policiales.
La represión y el control policial no padecen recortes presupuestarios

El 15 de mayo un decreto del actual gobierno aprobó una partida presupuestaria extraordinaria de 10 millones para la “potencialización tecnológica y de los sistemas de información y comunicación” de los servicios de Información.

De ellos 4 millones de euros están destinados a un sistema de geolocalización de teléfonos móviles y 1,09 para comprar dispositivos de seguimiento electrónico y de grabación de conversaciones “en ambientes hostiles”.

Se trata de herramientas informáticas sofisticadas capaces de ubicar a un individuo a través de su teléfono celular o de grabar de forma secreta conversaciones en lugares cuyo acceso es imposible para los policías.

En el preámbulo, el gobierno no es nada original. Justifica la necesidad del crédito al Ministerio del Interior con la excusa de moda: el aumento de atentados yihadistas dentro y fuera de Europa. Se trata de “combatir la amenaza [yihadista], neutralizar o minimizar los riesgos de acciones criminales terroristas contra nuestros ciudadanos y la atomización de los riesgos”.

Además de los sistemas de seguimiento y escucha, 1,1 millones de euros irán destinados a programas informáticos y equipos asociados a la implementación de una herramienta de inteligencia que integre todos los datos de las investigaciones contra el terrorismo y la “radicalización” que llevan a cabo los servicios centrales y los periféricos de la policía.

Cogido de Movimiento Político de Resistencia

Dibujo. Tres fusilados en el momento de ser alcanzados por las descargas.
Cómo asesinaban a los presos políticos en España

Penitenciaria de Ocaña. 1949

En el curso de las semanas y los meses, el juzgado especial sigue desarrollando gran actividad. Cada semana convocan dos expedientes para nombrar defensores. Se eligen de una lista de oficiales de aquella capitanía, rigurosamente seleccionados por el juez especial. Y luego en la mañana del sábado, otros dos expedientes aparecen ante los tribunales militares, en el ayuntamiento de Ocaña.
Durante este período son dictadas y ejecutadas numerosas penas capitales. Caen como trallazos entre los presos preventivos; se encienden éstos en sublime coraje, pero al final es siempre lo mismo. Quedan anonadados por un sentimiento de total impotencia.
En el 49 son juzgados y condenados a muerte doce jóvenes acusados de haber volado un polvorín militar. No hay pruebas concluyentes, pero basta que uno de los jóvenes admita que han hablado vagamente del caso, en una de sus reuniones, para que el Consejo de Guerra los condene a muerte. Necesitan un responsable. La población penitenciaria de Ocaña vive semanas de angustia a partir del momento en que los jóvenes son encerrados en las celdas de condenados a muerte. La espantosa espera de los condenados suele acabar alrededor de los cuarenta días. Tras estos sobreviene el desenlace. En ocasiones son indultados. Si este caso no se da, son llevados a perecer delante de los piquetes.
Han transcurrido unos treinta días desde que la sentencia de los jóvenes fue dictada, cuando estos solicitan autorización para pasear una hora diaria en el patio de celdas. Al denegar el director la petición, los condenados declaran la huelga del hambre. Don Jacinto se enfurece. Hace comparecer en su despacho a uno de los más carecterizados, el cual renueva la demanda en nombre de todos. El director llena de inventivas al joven. Vaticina sarcásticamente, para él y sus compañeros, un próximo fin.
Porque no os salvaréis, ¿sabes? —le dice—. Puedes tener la absoluta seguridad. Y siendo así, estúpido, ¿qués más os da ya una hora de patio?
El joven se pone muy pálido. Replica sin perder la compostura. El furor del funcionario se exacerba. Avanza con la goma en la mano.
¡Majaderos! Tenéis un pie en la tumba y aún queréis rebelaros. Vais a morir. Os darán un tiro aquí, otro aquí y otro aquí.

Le toca la frente con la porra y le golpea repetidamente el pecho. La reacción del condenado se desencadena, furiosa. Avanza con las manos abiertas, como garfios. Se interponen los guardias personales de D. Jacinto. Uno de ellos es un viejo mastín, de porciones descomunales y mirada homicida. Utilizan profusamente las porras. Al instante, el rebelde es abatido.
Antes de los cuarenta días, de madrugada, se produce la temida saca. No hay conmutaciones. A la mañana siguiente, al toque de diana, la población entera vibra de horror ante la noticia de las ejecuciones.”

Del libro “Entre dos tiempos”, de J. Gómez Casas. Madre Tierra 1992.

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