lunes, 2 de noviembre de 2015

Textos de Manuel Arango, octubre 2015.

Cartel. "Manuel Arango Riego. Libertad ya, enfermo grave"
Textos de Manuel Arango desde la cárcel de Zuera

De las hostilidades en el Este de Europa, lo primero que destaca y que no ofrece ninguna duda es que tenemos la certeza de saber quiénes son los agresores y quiénes son los agredidos, o lo que es igual: quienes son los imperialistas y fascistas y quiénes son los que se defienden.
Desde luego, lo que está muy claro, salvo para la propaganda intoxicadora, es, por una parte, que Rusia no es ningún Estado imperialista agresor, y, por otra parte, que en el Este de Europa no se está dando un conflicto interimperialista, sino una extensa agresión contra Rusia.
Ciertamente, las agresiones yanquis, junto a sus socios de correrías son tan evidentes, como que el gobierno de Kiev es un gobierno fascista, fiel lacayo de EE.UU. que está sometiendo al pueblo Ucraniano a una feroz explotación y represión.
Estrechamente unido a todo esto, de marco de fondo, se encuentra la existencia de un plan o estrategia imperialista que viene de muy de atrás. Se trata de la estrategia de cerco dirigida a la sojuzgación de Rusia con el fin de conquistar el llamado “Botín Ruso”. Esta estrategia se viene prolongando, con muy breves interrupciones, durante diversas épocas desde el triunfo mismo de la revolución de octubre nada más, hay que repasar la historia.
De ahí que ahora, junto al famoso “escudo antimisiles” (que desde diversos países apunta directamente hacia Rusia), existan un conjunto de cercos combinados: el cerco desde Asia, el cerco desde el Cáucaso, el cerco desde el Báltico y los países Bálticos y desde Ucrania-Moldavia; todo ello se haya reforzado por el llamado por los militarotes yanquis: “cinturón exterior”, que lo conforman algunas ex–repúblicas socialistas del Este de Europa, las cuales, después de convertidos en una especie de protectorados por el imperialismo, están cumpliendo el papel de títeres de las potencias imperialistas. A todo esto es ha unida la realidad de que no pocos conflictos desencadenados en otras partes por las condiciones imperialistas hayan contribuido a estrechar el cerco contra Rusia y contra China, sobre la cual, el imperialismo yanqui, sobre todo, relanza constantemente las provocaciones militares, las conspiraciones, sabotajes económicos, etc.
Pero el imperialismo yanqui y sus socios no están, precisamente, cosechando éxitos, sino fracaso tras fracasos, ya que Rusia y las Repúblicas populares del Donnest y Lugansk no sólo se defienden, sino que atacan, haciendo retroceder a los fascistas y empantanando los planes imperialistas. Esta situación está mostrando la vulnerabilidad del imperialismo, al tiempo que siembra la división y las dudas entre sus aliados, mientras que está contribuyendo, además, a reforzar las posiciones imperialistas y anticapitalistas de los pueblos, lo que sin lugar a dudas relanzará la herencia del sovietizó y de los que ella conlleva en diversos terrenos.
Mientras tanto, Rusia y China no sólo constituyen la columna vertebral de los BRICS (la asociación de países no subordinados a los imperialistas), sino que las potencian y tratan de ampliarlas (Venezuela, Cuba, etc.) La realidad es que los imperialistas están tratando vanamente de romper esa asociación, ya que sus propios planes abiertamente encaminados a repartirse de nuevo el mundo (a “Balcanizar” continentes enteros), no ha a conseguir precisamente otra cosa que fortalecer y ampliar los BRICS y extender las posiciones antiimperialistas en el mundo.
(….) Del “polvorín” griego se pueden sacar varias conclusiones. Por una parte, esa entelequia de “unión” que es la llamada me ha entrado en su enésima crisis, afectando, como si de una descarga eléctrica se tratara, a otros continentes; con lo cual todo el sistema capitalista es un enorme débil (la “globalización” de la crisis general del sistema capitalista). Sobre el famoso eje Franco-Alemán (cada vez más descaradamente eje alemán, para mayor ninguneo sobre el imperialismo francés muy venidos a menos), ha querido defender su feudo continental a toda costa, una prueba más de que es un bloque imperialista que no reparará en crímenes cuando de conservar su “espacio vital” de saqueo imperialista se trata.
Mientras tanto, el “Tío Sam” se ha llevado un chasco (otro más de los estrategas del Pentágono), ya que pensaba que en medio del caos griego podría sacar tajadas de diverso tipo, entre otras fortalecer su cerco perimétrico contra Rusia. Pero lo que más destaca es el indigno papelón de esa especie de “Populismo” a la griega que ha terminado por entregar al pueblo heleno atado de pies y manos a los “tiburones”, de la troika comunitaria, mientras tanto los “podemos” españoles tuvieron la desfachatez de justificar la felonía del gobierno griego.
Dibujo. (un puño sujeta y alza un lápiz)
Sobre el famoso “PODEMOS” se trata lisa y llanamente de reformismo; eso sí, remozado de palabras, pero viejo de objetivos, y que no duda en utilizar, como si una creación propia se tratara, las formas de lucha progresistas puestas en práctica por las masas desde tiempo atrás.
Es, en suma, el paladín del “todo se puede conseguir por la vía de las urnas”, y de manera legal y pacífica, claro está.
Por lo demás, las calculadas ambigüedades de “PODEMOS” al principio y sus “enigmáticos” orígenes se han ido cayendo; y es que aquí, bajo este muy curtido estado contrainsurgente (el del Estado de excepción permanente), sólo se puede existir de dos maneras: una, de forma revolucionaria y, por lo tanto, de forma ilegal, y otra se puede existir con permiso de las autoridades competentes (judiciales, policiales, etc.) y acatando leyes de partidos y otros principio de orden constitucional, etc., ya sabemos, por ello, como consiguió aparecer PODEMOS y el verdadero alcance de sus propósitos.
El “PODEMISMO” utilizó la desorganización y el descontento de las masas populares para resucitar el reformismo, lo que conlleva electoralismo, legalismo y pacifismo en elevadas dosis.
Ciertamente, el reformismo es un experto desactivador de la lucha de clases y uno de los principales instrumentos en los que apoya el Estado capitalista para perpetuar su dominación. Represión y reformismo son las dos caras de una misma moneda, sobre las cuales se ha articulado la farsa democrática desde la llamada “transición”.
Por nuestra parte, ya en el II congreso del Partido en 1977, cuando el fascismo puso en marcha su parlamentarismo, dijimos: “las conquistas populares no pasan por las urnas”; lo mismo que hemos dicho en infinidad de ocasiones sobre las farsas electorales: “solo sirven para legitimar la represión, la explotación y todo tipo de opresión”; también hemos señalado en muchas ocasiones que “no existen soluciones reformistas para los graves problemas de los trabajadores”. Si estas han sido posiciones muchas veces proclamadas por nuestra parte, también lo han sido nuestras afirmaciones de que, bajo el monopolismo no es posible implantar ningún tipo de democracia-burguesa.
La cuestión es que sólo con las luchas de los trabajadores y del movimiento político de resistencia se puede avanzar hacia el verdadero cambio democrático, hacia la llamada “ruptura” democrática, que contenga las principales reivindicaciones de los trabajadores y del movimiento revolucionarios en su conjunto. Por aquí, que nadie se llame a engaño, pasa el presente y la edificación del futuro.
Durante este año de farsas electorales están apareciendo tantos “programas de cambio” como partidos institucionales existen, un verdadera plaga e epidemia, cuya misión es llevar a los trabajadores al redil de las urnas.
Nosotros, los revolucionarios y los trabajadores más conscientes hace bastantes años, que estamos promoviendo nuestro propio programa político democrático y luchando de diversas formas por imponerlo.
Este programa es la plataforma política que contiene las principales reivindicaciones inmediatas de millones de trabajadores y las organizaciones que integramos el movimiento político de resistencia antifascista.
Además, este es un programa que, en el proceso de su conquista, propicia el reagrupamiento de las fuerzas antifascistas y democráticas en torno a la unidad de acción, estimula los deseos de organizarse, debilita la dominación del Estado fascista y desenmascara toda trampa y reformismo. Este programa, por tanto, es un movilizador de masas y un generador de lucha multifacética.

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