domingo, 31 de enero de 2016

"Al fusilarlos, se han arrepentido el 70 %"...

Foto. (Obispo con jerarcas fascistas, todos brazo estirado saludando)
Memoria histórica de crueldad y sangre

La iglesia española y su mortal forma científica de comprobar el arrepentimiento ante su dios

La obligatoriedad de la misa en los campos de concentración es España. El jefe del campo de concentración de Burgo de Osma envía un informe a la Inspección de Campos de Concentración en la que habla de la eucaristía semanal como un «espectáculo soberbio de una majestad y grandeza que sólo puede verse en la España del Caudillo, el de 3.082 prisioneros de rodillas, con las manos cruzadas y discurriendo entre ellos diez sacerdotes repartiendo la Sagrada Forma». También era obligatoria la misa, en este caso diaria, en los sanatoríos penitenciarios, que se regían por un reglamento propio que no eximía a los presos enfermos «de la santa misa diaria», considerada por los responsables de estos centros un complemento ideal para la recuperación de los enfermos.

En los destacamentos penales, sin embargo, la exigencia de la misa dominical variaba según quien lo dirigiera. En el del Valle de los Caídos, por ejemplo, era una obligación de los presos. Cada domingo, antes de salir del destacamento, les formaban y les daban un tiquet que había que entregar a la salida de la eucaristía para garantizar así la asistencia o para poder identificar al menos a los díscolos espirituales. Muy posiblemente, al margen de controlar el cumplimiento religioso, los guardianes de Cuelgamuros buscaban también prevenir posibles fugas en un día propicio para ellas. Algo semejante se hacía en otros destacamentos penales. En general, los sucesivos informes de la Dirección de Prisiones hablan de un «cumplimiento pascual» que no se daba ni de lejos en la totalidad de presos. Vamos, que muchos no iban a misa con el consentimiento de los responsables de cada prisión y sin que hubiese medidas de represalia. Aunque no era siempre así. Algunos testimonios nos hablan de la dureza con la que se respondía a quienes no cumplían con la misa dominical o con otras celebraciones religiosas. Ernesto Sempere recuerda cómo a él y a otro grupo de presos los trasladaron a finales de 1941 desde el campo de Valdenoceda, en Burgos, hasta la prisión de castigo de Las Palmas de Gran Canaria. Su delito: haberse negado a comulgar en unos ejercicios espirituales impartidos por los jesuitas de Oña. Por algo parecido, negarse a comulgar en Semana Santa, Marcelino Camacho recibió un peculiar castigo: fue dado de inmediato de alta del Hospital Disciplinario de Zumaya y devuelto a su campo de trabajo, sin estar plenamente recuperado, apenas le remitió una fiebre que le tuvo cuarenta y dos días entre la vida y la muerte a causa del tifus.

Con todo, la propaganda religiosa fue una de las preocupaciones del régimen. La medición estadística de sus efectos sobre los presos se convierte en una de las obsesiones favoritas de los responsables del Patronato para la Redención de Penas. Sus informes cuantificaban el número de conversiones al cristianismo, el número de masones que abandonaban su «secta», el número de matrimonios libertarios sacralizados... En un texto delirante, recogido en la primera Memoria que el Patronato para la Redención de Penas eleva a Franco, se habla con pulcritud estadística de las condiciones de arrepentimiento en las que mueren los condenados a la pena capital según su formación, su procedencia geográfica o su adscripción política.
«En general casi todos los elementos intelectuales mueren arrepentidos y la obcecación es, por el contrario, mayor en los delincuentes más incultos.”
«Clasificando a los reos por regiones -sigue el informe-, puede decirse, según los datos recogidos, que los más obstinados son los de Murcia, Valencia, Asturias (en su zona minera) y la masa obrera de Barcelona.
Clasificándolos por partidos políticos, mueren cristianamente por el siguiente orden: nacionalistas vascos, republicanos, anarquistas, comunistas y socialistas de la vieja escuela de Pablo Iglesias.
«En total, el porcentaje medio de arrepentimiento final es de un setenta a un setenta y cinco por ciento. En diversas ejecuciones se ha dado el contraste impresionante de que mientras un grupo moría besando el crucifijo y dando vivas a España, otro esperaba la ejecución cantando la Internacional y pronunciando blasfemias y maldiciones.»

-Del libro “Esclavos por la patria” de Isaías Lafuente. 2002.

"Poemas para la Revolución. Francisco Cela" (y dibujo pistola cuyas balas son poemas)
Poemas de Paco Cela Seoane

UN CAMINO

Venimos arrastrando cadenas
desde que el mono bajó del árbol
para emprender la aventura humana.

Primero, fue la lanza;
herramienta para la caza.
Después, el poder de la lanza
y su aliento de terror sojuzgando a los esclavos.
Primero, fue el mágico ritual
de la luna y el agua,
la danza frenética
para festejar la fertilidad de la tierra,
la buena jornada de caza.
Después, los sumos sacerdotes
edificando, en los pilares de la ignorancia,
pirámides sagradas.

Desde entonces,
la aventura humana se construye
sobre el filo de las lanzas.
Todos los pueblos han pasado
por las violentas convulsiones de la Historia.
Todos los pueblos saben
que el Alba tan sólo se alcanza
tras la derrota de las sombras últimas de la Noche.

Y tú, América,
en tu joven vida,
ya has conocido Noches bien largas,
como la que puso en tu semblante
la crueldad de la inquisitorial España.

Alto precio pagaste,
en sangre, en lágrima,
para rasgar las vestiduras de esclava
con que te vistió España.

Foto de la concentración, con 3 pancartas.
Muro Solidario:

-En A Coruña, el 22 de enero
Concentración Contra la Represión
Pancartas “Contra a represión a nosa rebelión”, “Contra a represión dos movementos sociais. Liberdade anarquistas detidas” y “Presos comunistas antifascistas ¡Amnistía!” (con sus fotos impresas)

Pantallazo tema. (Obrerxs con gesto digno)
Música combativa
Oliver Botana – Mis ejemplos

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