"Narcís Serra: de promotor de la OTAN al banquillo de acusados" (y su foto) |
NARCÍS
SERRA
De
promotor de nuestra entrada en la OTAN al banquillo de los acusados
POR
MANUEL MEDINA
artículo
completo en CANARIAS SEMANAL.ORG
*Aún de su largura, es un artículo para analizar cómo funcionan los demócratas de toda la vida. Muy recomendable.
(…)
El
"caso
Serra"
ha puesto de relieve que la máquina mediática es premeditadamente
selectiva. Cuando le conviene pone en un primer plano determinados
datos irrelevantes de los personajes a los que alude. En otras
ocasiones, en cambio, oculta aspectos notorios de la historia que
intenta relatar. No son omisiones de las que sea responsable
solamente el periodista que elaboró la información. Se trata de un
propósito deliberado de divorciar los hechos que se relatan de los
antecedentes que lo preceden. Lo que omites o lo que añades es
determinante a la hora de interpretar una información. Algo de eso
es lo que ha ocurrido con el procesamiento de Narcís Serra. Los
principales hitos biográficos de este hombre, que desempeñó
durante años funciones de primer orden durante la década de los 80
y 90, no han merecido la más leve mención por parte de los medios.
(...)
Hagamos,
pues, un breve recorrido por la vida y obra de este ex vicepresidente
del gobierno y ministro de Defensa de Felipe González Márquez. Tras
las primeras elecciones municipales celebradas después de la muerte
del dictador, en 1979, Serra fue elegido con tan sólo 36 años nada
menos que alcalde de Barcelona. Eran aquellos los años en los que no
pocos españoles estaban convencidos de que el PSOE de Felipe
González podría, desde las instituciones, romper los vínculos que
unían al aparato del Estado franquista con su Administración
heredera. Se trataba, evidentemente, de una inviable quimera cuyas
razones no es aquí el momento de dilucidar. Pero como quedó
demostrado en el transcurso de las posteriores cuatro décadas, con
la "operación recambio" de la "Transición" no
sólo se trató de solapar la estructura política del Estado
franquista con la de la recién inaugurada Monarquía borbónica,
sino que a ella se sobrepuso también una red de intereses de clase,
negocios, tramas y corruptelas laboriosamente creadas a lo largo de
los 40 años que duró la dictadura.
"DE
ENTRADA, NO"
Por
eso, cuando en 1982 el PSOE ganó las elecciones, lejos de
multiplicarse las posibilidades de ruptura "desde arriba"
con la dictadura precedente, sucedió justamente todo lo contrario.
Las clases sociales hegemónicas españolas habían encomendado al
nuevo presidente de Gobierno, Felipe González, la titánica tarea de
"reordenar" la situación política y económica del país,
poniéndola en sintonía con cada uno de los vértices del marco
geoestratégico en el que España se encontraba ubicada. Numerosos y
fehacientes testimonios prueban que Felipe González había aceptado
desde hacía años el cumplimiento de ese cometido. Sus
patrocinadores de la socialdemocracia alemana, así como los
servicios de la Inteligencia estadounidense, le habían indicado
tanto a él como al monarca cuál debía ser la trayectoria a seguir.
Durante
los años que precedieron a la victoria electoral del 82, las cúpulas
orgánicas del PSOE jugaron deliberadamente con la ambigüedad en
relación con la permanencia de España en la OTAN. Utilizando un
sofisticado retruécano que convirtieron hábilmente en un eslogan
-"OTAN, de entrada, no"-, los dirigentes socialdemócratas
españoles estuvieron engañando durante años a su potencial
electorado, dejándole creer que ellos tampoco estaban por el ingreso
de España en la Alianza Atlántica.
Pero
en 1982, una vez instalados en el Ejecutivo, ya no había espacio
para bromas. Era preciso poner las cosas en su sitio. Y para ello, el
flamante nuevo presidente González escogió como ministro de Defensa
a Narcís Serra Serra. Su designación no fue producto del azar. Pese
a su juventud, Narcís Serra portaba tras sus espaldas una larga
relación con los sectores más acaudalados de la gran burguesía
catalana. En 1965, con apenas veinte y pocos años y en plena
dictadura franquista, Serra había sido director de la Sección de
Estadística de la Cámara de Comercio de Barcelona, una plataforma
que le permitiría urdir una densa red de relaciones sociales y
políticas.
Pocos
años después, a principios de la década de los 70, Serra montó,
junto con el hoy distinguido defensor de la infanta Cristina de
Borbón, el político pujolista Miquel Roca Junyent, un lujoso
Gabinete de Estudios que se encargó de representar y aunar los
intereses de los grandes propietarios de Barcelona para la ejecución
de una urbanización privada y masiva de la franja de costa de la
capital catalana. Serra era, pues, un hombre que podía ofrecer, en
un PSOE constituido por una militancia de aluvión, plenas garantías
de estar alineado junto a los nuestros valores comunes con el "mundo
occidental" . Con esa mochila en la grupa, Serra ofrecía una
garantía de fidelidad a los objetivos que la dirigencia del PSOE
había programado imponer en la sociedad española.
Pegatinas del PSOE. "Otan de entrada NO" y "Vota sí en interés de España" |
LA
OPERACIÓN "DE ENTRADA, SÍ"
Fue
a Narcís Serra a quien le correspondió la difícil tarea no solo de
persuadir al espectro electoral del PSOE de que lo malo de ayer era
lo bueno de hoy, sino también de convencer a los restos de la
antigua jerarquía militar franquista de que "los intereses de
la patria" requerían imperiosamente adaptarse a los modos y
maneras de la modernidad europea occidental. Para ello habría que
renunciar, eso sí, a determinados tics y viejas prebendas
insustanciales, propias del pasado franquista, pero a cambio, con la
integración en la OTAN se abría para los jefes y oficiales del
"nuevo ejército" un horizonte de emolumentos y
"modernizaciones" que nada tendrían que ver con aquel
viejo Ejército panchovillista de la dictadura. Eso fue lo que Serra
vendió a la jerarquía castrense, obteniendo de ella el sí
incondicional.
Pero
en el frente social, sin embargo, la operación de la integración
definitiva en la OTAN no resultaba fácil de "vender".
Extensos sectores del electorado se habían situado frontalmente en
contra del alineamiento militar de España en la Coalición Bélica.
¿Cómo revertir, entonces, aquel estado de opinión adverso sin
eludir la celebración de un referéndum mil veces prometido? ¿Cómo
provocar un vuelco en las opiniones de aquella izquierda social,
pertinaz y testaruda, que se negaba a pasar por el aro de la alianza
militar? Para lograrlo, Narcis Serra orquestó toda una
infraestructura, compuesta por intelectuales y artistas "de
izquierdas" que utilizaría como una “cuña de la misma
madera” para forzar este cambio. Para conseguir su propósito,
contó con el apoyo explícito de notorias firmas de personajes que
se presentaban ante la sociedad española como adscritos a la
izquierda, pero que pasaron a reclamar tramposamente "el voto
afirmativo de la ciudadanía en el referéndum convocado para el 12
de marzo de 1986, toda vez que el voto negativo "había sido
usurpado ahora por sectores reaccionarios" y la abstención
"había quedado adulterada por el burdo oportunismo de cierta
derecha". ¡Aquello constituía, evidentemente, una estafa
indigna, pero sobre todo, era un embuste deliberado. Entre quienes se
prestaron a promocionar el sí a la OTAN, e incluso encabezar aquella
despreciable operación, se encontraban personajes tan destacados
como Fernando Claudín -que a partir de entonces se le conoció por
el sobrenombre de "claudiquín"- (…) así como una larga
lista de varias decenas de nombres que, para memoria de los lectores,
incluimos al final de este artículo.
Obviamente,
todos ellos contaron tras prestar este servicio con las
"compensaciones" sociales y económicas correspondientes,
con las que el poder premia a aquellos que tienen un gesto positivo
hacia sus políticas. Alguno, incluso, logró ser nombrado Ministro
de Cultura. La empresa mediática PRISA, mascarón de proa ideológico
de la Transición y del complejo intereses que formaban parte de la
misma, abrió sus puertas a los intelectuales y artistas que se
habían “comprometido" en aquella arriesgada operación "pro
OTAN". Las editoriales, los periódicos y las emisoras de radio
y TV del entonces potente complejo mediático de PRISA, abrió sus
puertas a todos aquellos intelectuales que habían apoyado la
propuesta gubernamental, y de paso y a cambio, habían perdido en el
camino su propia dignidad. El estipendio no era baladí. Para
aquellos intelectuales y artistas codiciosos de notoriedad -y de
ingresos- la apertura del Grupo mediático de PRISA significaba la
consagración para sus beneficiarios.
Ni
que decir tiene que aquella operación fue coronada -por los pelos,
eso sí- por el éxito. Los resultados positivos del referéndum
terminaron llevando a su factotum Narcís Serra a las más altas
cumbres del Estado. En 1991, Serra fue nombrado vicepresidente del
gobierno de Felipe González; cargo que revalidaría después de las
elecciones de 1993.
Un
traspiés desgraciado, no obstante, vino a quebrar la carrera
ascendente de Serra. Dos años después se vio obligado a presentar
su dimisión tras haberse descubierto que el CESID -Centro Nacional
de Inteligencia- bajo sus órdenes había estado realizando escuchas
telefónicas a conocidos personajes de la vida política y económica
del país. En realidad, la verdadera razón de la dimisión de Narcís
Serra fue que el tartamudeante vicepresidente se había atrevido a
introducir sus narices en las ajetreadas alcobas reales del mismísimo
Juan Carlos I de Borbón. Y en la España de Felipe González que un
vicepresidente llevara la contabilidad de los sonoros braguetazos de
Su Majestad, era un hecho imperdonable. (...)
LA
LENTA CAÍDA DE UN TRAPISONDISTA
A
principios de la década del 2000, Serra dejó la política o, más
bien, la política lo dejó a él. Pero pronto se repuso, tratando de
recuperar los “años locos” de su juventud en los que tanto juego
le dio el manejo de suculentos intereses inmobiliarios. En el año
2005, decidió reencontrarse a sí mismo, accediendo a dirigir Caixa
Catalunya. Durante su presidencia, la Caixa acumuló tal cantidad de
activos tóxicos inmobiliarios que el Banco de España se vio
obligado a intervenir para ejercer el control de la entidad.
Nuevamente
Narcís Serra se vio impelido a presentar su dimisión. Pero, como se
sabe, los grandes estrategas son incombustibles y no abandonan nunca
el campo de batalla sin antes encajar los cartuchos correspondientes
en su recámara particular. En el año 2008, Serra ingresó al
Consejo de Administración de Gas Natural, en representación
-¡ironías del destino!- de Caixa Catalunya.
Ahora,
después de una larga carrera dedicada a "la defensa de los
intereses del Estado", la Fiscalía Anticorrupción ha sentado a
Narcís Serra en el banquillo. Se le imputan dos delitos de
administración desleal. La Fiscalía estima que los directivos de
Caixa Catalunya aprobaron sus aumentos de sueldo "en perjuicio y
desprecio" de Catalunya Caixa y de los intereses generales.
(...) La fiscalía acusa a Serra de "buscar únicamente el
beneficio propio". Por todo ello Anticorrupción pide para Serra
la severa pena de cuatro años de prisión. No obstante, todos
sabemos -o al menos podemos intuir- en qué lugar va a terminar esa
petición fiscal.
Así
acaba (¿acaba realmente?) la biografía política y profesional de
un trapisondista, al que durante años se empeñaron en presentarnos
como un "gran hombre" que se puso al servicio incondicional
del Estado y de la sociedad española. Y miren ustedes por dónde,
tratando de darlo "todo por la patria" terminó
embolsillándose la guita de todos sus contribuyentes.
Dibujo. Joven señalando con el dedo. |
FIRMANTES
DEL MANIFIESTO PRO OTAN RUBRICADO POR INTELECTUALES Y ARTISTAS
PUBLICADO POR EL PERIODICO "EL PAÍS"
No
todos los intelectuales pro OTAN suscribieron este manifiesto, pero
sí manifestaron a través de artículos y declaraciones su
pronunciamiento favorable al voto SÍ en el Referéndum
Julio
Caro Baroja (académico), Eduardo Chillida (escultor), Juan Benet
(escritor), Antonio López García (pintor), Carlos Bousoño
(académico y poeta), Rafael Sánchez Ferlosio (escritor), Jaime Gil
de Biedma (escritor), Jorge Semprún (escritor), Amancio Prada
(músico), Oriol Bohígas (arquitecto), Juan Cueto (escritor),
Federico Correa (arquitecto), Víctor Pérez Díaz (catedrático de
sociología), Juan Marsé (escritor), Carlos Moya (catedrático de
sociología), Luis Goytisolo (escritor), José María Guelbenzu
(escritor), José Miguel Ullán (escritor), Assumpta Serna (actriz),
Álvaro Pombo (escritor), José Antonio Fernández Ordóñez
(ingeniero), Eduardo Úrculo (pintor), José Sámano (productor de
cine),Luis Antonio de Villena (escritor), Jaime de Armiñán
(director de cine), Adolfo Domínguez (modista), Beatriz de Moura
(editora), Sancho Gracia (actor), Blanca Andreu (escritora), Santiago
Roldán (catedrático de estructura económica), Marta Cardenas
(pintora), Santos Juliá (profesor de historia), Emilio Martínez
Lázaro (director de cine), Eduardo Chamorro (escritor), Luis de
Pablo (músico), Augusto Martínez Torres (crítico de cine),
Francisco Calvo Serraller (profesor de arte), Ricardo Muñoz Suay
(escritor), Marta Moriarty (galerista), Ignacio Cardenal (editor),
Álvaro Delgado Gal (escritor), Antonio López Lamadrid (editor),
Carlos Luis Álvarez (periodista), Pedro Romero de Solís (profesor
de universidad), Ignacio Gómez de Liaño (escritor), Javier Pradera
(editor), Michi Panero (escritor), Antoni Marí (escritor) y Tomás
Llorens (crítico de arte).
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