jueves, 21 de junio de 2012

Situación médica de Concha González Rodríguez.


Carta de Concha González Rodríguez

Cárcel de Brieva, 26 Mayo de 2012


Desde la última que os escribí habría otras cosas que comentar pero, en esta ocasión, sólo os vengo a contar lo ocurrido el pasado 7 de Mayo cuando fui a que me realizaran una mamografía en el Hospital de Sonsoles de Ávila.

Como ya sabéis he salido en otras ocasiones, tanto para este tipo de revisión como para otras pruebas, y nunca ha habido problemas pero este día sí los hubo. Todo iba como siempre hasta que accedí a la sala donde se realizan las mamografías y entró conmigo una de las policías femeninas que me acompañaba, me quitó las esposas para que me desnudara de cintura para arriba como me pedía la enfermera y, cuando le dije a la policía que se saliera de la sala, como habían hecho en otras ocasiones, ésta se negó alegando que no podía perderme de vista en ningún momento. Intenté dialogar con ella para que pudiera realizarme la prueba respetando mi intimidad, pero la enfermera que estaba ese día saltó inmediatamente de muy malos modos diciendo que ella no iba a quedarse conmigo a solas en la sala. A partir de ahí empezó un rifi-rafe a tres bandas, entre la enfermera, la policía y yo. Como podréis imaginar en todo momento intentaba encontrar una solución factible para todas las partes pero desde el principio la enfermera se negó a todas las alternativas que existen como son: que la policía se salga de la sala dejando la puerta entornada, o mediante un biombo de forma que aunque esté dentro no tenga que verte desnuda. Pero, ya digo, para esta mujer no había ningún tipo de solución que preservara mi intimidad. En el colmo de querer justificar su falta de ética y profesionalidad alegaba que cuando realizaba esta prueba a otras pacientes internas en el hospital estaba presente un celador y no pasaba nada porque fuera un hombre, comparando al mismo nivel al celador-hombre con la policía-mujer que no quería salirse de la sala, ahondando así la actitud denigrante que mantenía desde que entré en la sala, llegados a este punto, no quise hablar más con ella, y le dije que avisara al médico que sabía estaba en la habitación contigua porque posteriormente tenía que realizarme una ecomamografía.


Mientras venía seguí intentando razonar con la policía diciéndole que el año anterior me habían realizado dos mamografías y que, en una de ellas que venía la policía femenina que estaba esperando fuera ese día, no hubo problema y estuvo fuera con la puerta entreabierta mientras me realizaban las pruebas. Ella ponía sus "peros" como que detrás de la puerta estaba expuesta a más radiación... pero finalmente se manifestó dispuesta a salirse de la sala si el médico se hacía cargo de mí. Bien, era una solución, precisamente la que tendría que haber tomado la enfermera desde el primer momento.
 
Cuando vino el médico, era evidente que la enfermera le había puesto en antecedentes ya que entró con la misma actitud que ésta y empezó a decir que no pasaba nada porque la policía se quedara en esa prueba y en la siguiente que me tenía que realizar después. Cuando volví a apelar al respeto a mi intimidad, la misma policía le dijo que si él se hacía cargo de mí no había problemas y se salía de la sala. Pero el Sr. Doctor dijó que "él no se hacía cargo de nadie". Que si no quería realizarme las pruebas con la policía presente (¡y bien presente! según él) lo único que haría sería un informe de lo sucedido y se fue.

¡Ya véis! poco le importó a este señor la ética profesional, ni el código deontológico que se suponen firman. Ni siquiera le preocupó que fuera él mismo el que el año pasado pidiera que volviera a revisión este año para controlar la evolución de las calcificaciones que me habían aparecido en las anteriores pruebas.


Mientras esperábamos a que el Sr. Doctor hiciera el informe seguí hablando con los policías sobre el incidente ya que, todo sea dicho, en ningún momento la actitud fue ni agresiva por la situación, ni arrogante por su posición sino la reacción "normal" que te encuentras en situaciones como éstas en las que, si no hay mala baba, puedes llegar a encontrar una solución. Pero ese día, estaba claro desde el primer momento que la actitud agresiva, arrogante, antiética y poco profesional estuvo en la enfermera y en el médico que estaban de guardia.

Cuando llegué a la cárcel pedí hablar con un/a médico de la cárcel al que le expuse lo que había sucedido tras lo cual abrió el informe que había hecho el Sr. Doctor y hasta la misma doctora de la cárcel manifestó que ese informe no valía para nada pues, lo único que había puesto era que “se niega a realizarse las pruebas en presencia policial”. Me dijo que iba a hablar con el Director para ver si él podía hablar con la "Seguridad Ciudadana" o ver qué hacían. Pues bien, la respuesta ha sido que eso "son cosas de la policía..." cuando, en realidad, los que se comportaron peor que la propia policía fueron la enfermera y el médico que ni siquiera aceptaron la solución que la policía dió para que me pudiera realizar las pruebas. Así es que, sí, es cierto que las salidas fuera de la prisión son cosa de la policía pero, la salud, el trato y las condiciones en las que los presos somos atendidos son asunto de médicos, sanitarios y los que se suponen tienen que "velar por nuestra salud" estando presos.
 
Ya veremos en qué queda todo ésto pero no me queda otra que poner queja y a ver cuándo puedo realizarme esta revisión en condiciones dignas y sin trato degradante. Por lo demás, no quiero que os preocupéis por mi salud porque yo estoy bien, perfectamente. Las calcificaciones estas que han salido no tienen porque derivar en nada preocupante. Simplemente hay que llevar un control rutinario.

Por ésta nada más que enviaros a todos un cargamento lleno de inmensos abrazos ROJOS y COMBATIVOS.


Concha
 

CONVOCATORIAS:

Vitoria-Gasteiz -> CHILE
Jueves 21 a las 19.30 en el Zapateneo se va a desarrollar una charla y visualizaremos un documental sobre los centros de menores en Chile. Para ello un compañero chileno se acercará a contarnos el proyecto educativo antiautoritario y antirrepresivo con niños entre 12 y 18 años del que forma parte, seguido del documental "De la cuna a la cárcel... solo por ser pobres".

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