jueves, 16 de agosto de 2012

Carta de Isabel Aparicio desde Zuera (1 de 2)

Carta de Isabel Aparicio Sánchez
(1 de 2)


Cárcel de Zuera (Zaragoza), módulo 13
16 de julio 2012

“Mis queridos, aquí estoy escribiéndoos desde este C.P. Que “Madrid” (vaya forma de referirse a II.PP.) ha decidido que sea mi nuevo destino carcelario y el de Manolo [Arango Riego].

Todo apunta a que, por lo menos, pasaré aquí el verano en este mazacote de cemento y rejas, como tantos otros porque todos están cortados por el mismo patrón, a caballo entre las povincias de Huesca y Zaragoza; para llegar aquí viniendo desde Madrid hay que entrar en Huesca y dar la vuelta para volver otra vez a Zaragoza y, enseguida, está la cárcel, a unos 17 km. de Zuera, que es la población más cercana y de ahí el nombre.

Salí de Brieva el 24 de junio, ciertamente el tiempo justo de que prepararan las cosas para enviarme a Soto en la primera conducción después de que la oftalmóloga confirmara que mi ojo operado estaba bien y me diera el alta. Tuve suerte y en Soto solo tuve que esperar cuatro días, el 28 ya estaba de camino para acá. Digo que tuve suerte por dos razones; una porque Soto del Real es un “pozo” del que nunca sabes cuando vas a salir y las conducciones para acá son cada 15 días mínimo; y, dos, porque de haber llegado en julio se hubiera puesto muy complicado el poder tener las comunicaciones de julio con Manolo, ya que hay que pedirlas a finales del mes anterior.

Cuando llegué al módulo, el único que hay de mujeres, y eché un vistazo vi perfectamente lo que era esto. Un funcionario se puso a buscarme celda y, para evitarle que se rompiera mucho la cabeza, le dije que era FIES-3 y, como aquí, o mantienen que debemos estar solos en el chabolo -a Manolo también le tienen solo en una celda porque es “terrorista”-, o porque vieron mis canas y se dijeron que a ver quién daba la talla para mis años, o por lo que sea, el caso es que me “ahorraron” el consabido parte por negarme a doblarme. Al poco me llama una funcionaria para decirme que esto era un módulo de respeto (lo vi al llegar con solo echar una ojeada) y que si iba a firmar el contrato. ¡El famoso contrato! ¡Los famosos “beneficios” penitenciarios! Aquí, según me dijeron, era obligatorio, algo que, por cierto, ya sabía. En la mayor parte de las cárceles del Estado solo existe un módulo de mujeres que, invariablemente, lleva la coletilla de “respeto”... de “risa”, diría yo, esa coletilla porque no es que le venga grande o pequeña, es que simplemente no le viene. Tres años en un módulo de NO respeto me da para afirmar con conocimiento de causa que estos módulos -en Topas era igual-, son una versión light del famoso módulo de conflictivas de Brieva donde he pasado estos tres últimos años por voluntad propia, o sea, por negarme a firmar el no menos famoso contrato de la reinserción. Lo que en nuestro caso, el de los presos políticos, es la puerta para adentrarte por el camino del arrepentimiento.

Pero lo curioso es que aquí -al contrario de lo que ocurre en otras cárceles, incluida la de Brieva-, se gastan muchas “ínfulas” y el contrato lo han convertido en obligatorio, algo que debió quedar establecido como emblema de la casa desde que fue elegida, junto con la Villabona y Logroño, como cárcel de ensayo para la conocida como “vía Langraiz”. Y, lo mejor es que es totalmente ilegal obligarle a alguien a estar en un módulo de “respeto”, pero aquí me tenéis, por obra y gracia de II.PP., que no ha debido encontrar otra cárcel mejor donde juntarnos a Manolo y a mí para cumplir el auto del J.V.P. diciendo que tenemos derecho a comunicar en persona y no por teléfono o por carta como hasta ahora. Por cierto, que desde el juez firmó el auto diciendo que II.PP. Tenía que poner todos los medios para que eso se llevara a cabo en el menor plazo posible hasta que lo han hecho efectivo han pasado 8 meses en los que ha habido que batallarlo, y bien, haciéndole saber al señor juez que o intervenía para hacer que se cumpliera lo que había firmado o él estaría incurriendo en un delito de prevaricación.

Y, bueno, pues eso, que ese primer día, en realidad eran ya las 6 de la tarde, la funcionaria no dijo nada a mi NO VOY A FIRMAR nada, al fin y al cabo no era su trabajo. El competente para ello, el educador, llegó a la mañana siguiente a ponerme delante el papelito y el aviso de que aquí eso era como las lentejas: o firmas o te largamos, como ocurrió con Iolanda Fernández Caparrós. Cuando le dije: NO FIRMO, surgió la pregunta “¿Por qué te ha mandado aquí Madrid?” Muy buena la pregunta, pero la contestación la tiene Madrid, no yo. Yo solo sé que están obligados a juntarnos a Manolo y a mí en una misma prisión. Solo sé que a nosotros nos da lo mismo ésta que cualquier otra; solo sé que nuestro Colectivo no tiene como reivindicación pedir estar cada uno en la cárcel que le venga más cerca de “casa”: nuestro Colectivo tiene una reivindicación clara: La reunificación en una o dos cárceles de todos los militantes presos del PCE(r) y de los GRAPO.
 
Y, claro, el educador estaba en la obligación de informar de mi negativa a Madrid. ¡Pues, claro, que les informe, de eso y de nuestra reivindicación repetida una y otra vez! “Madrid (famosa y curiosa forma que tienen de llamar a II.PP.) decidirá”. Pues, claro, que decida lo que quiera, que me larguen de aquí dentro de unos meses si quieren; a la cárcel que me manden, en el caso que tomen por esa vía, tendrán que mandar a Manolo antes o después, el auto del juez sigue ahí, firmado, y lo tienen que cumplir. Los jefes de la represión pueden decidir lo que quieran, pero nosotros, Manolo y yo también tenemos capacidad y poder de decisión y ésta no es precisamente apuntarnos a su fracasada vía del arrepentimiento. Ni eso les sale bien a estos fascistas.
Bueno pues el caso es que Manolo y yo habíamos tenido ya dos comunicaciones, una por locutorio y otra en vis a vis y se me vuelve a presentar el educador (habían pasado justo dos semanas) para presentarme otra vez el famoso papel del “respeto”. La cúpula carcelaria debió pensar que, en mi caso (hay mujeres aquí que llevan varios meses sin firmar y tan tranquilas), era tiempo suficiente para la reflexión. Así que, a pesar de que hay cosas que no me gusta tener que estarlas repitiendo, con una vez llega, le tuve que volver a decir NO. Y como ya debía haber estado mirando todo lo concerniente a su actuación, me preguntó que cuando me habían clasificado. “Y yo que sé, ni lo sé ni me preocupa”. El sí lo sabía, en junio, lo que significa que dentro de 6 meses me volverán a clasificar y “Madrid” decidirá si me siguen teniendo aquí o me mandan a otra cárcel. O sea, que por eso os digo que el verano lo paso aquí. Por cierto, que ya, de paso, me podían meter el 1er. grado, que no necesito tantas horas de patio ni de chupar módulo; mal que les pese y aunque nos pongan mil trabas, nuestra vida nos la organizamos nosotros como la entendemos, aunque estemos cada uno en una cárcel aislados del resto de nuestros camaradas siguiendo sus planes de doblegar nuestras conciencias y nuestro compromiso de militantes comunistas. Hoy nosotros hemos conseguido romper en parte ese aislamiento y en ésta cárcel estamos dos militantes del Partido que, además de poder abrazarnos después de 5 años, formamos un colectivo, pequeño sí, pero colectivo con un mismo objetivo: seguir la lucha contra este sistema que solo trae dolor, hambre, miseria, explotación, incultura, represión y muerte para la inmensa mayoría del pueblo; un sistema que ya ha lanzado a los obreros y a todos los trabajadores la declaración de guerra con las últimas medidas económicas y, por tanto, políticas que van a regir en este Estado; una guerra que va a ser a muerte porque o esos millones de trabajadores se dejan morir hasta por enfermedades que fueron erradicadas desde hace muchos años y que van a volver a extenderse como plagas, o se lanzan a la lucha a muerte para acabar con este sistema tan caduco y decrépito.
No hay más salida: “si no hay carbón, habrá revolución”, decían los mineros; “si no hay educación, habrá revolución”, decían los estudiantes; “si no hay trabajo, habrá revolución”; contra la represión, revolución; contra el hambre, revolución; contra la incultura, revolución; contra los bancos, monopolios, la guerra... revolución. Porque sí hay futuro, ¡Revolución!


(...) Continúa mañana.

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