Foto de Emilia Arcones. "tíaEmilia". |
EN
MEMORIA DE EMILIA ARCONES
-
Una de nuestras madres más solidarias
y entregadas -
El
22 de junio de 2016, en Madrid, ha fallecido Emilia Arcones Grande; a
los 92 años, en su casa y rodeada de los suyos. “Se que estoy
muy malita, pero estoy tranquila” nos dijo uno de sus últimos
días. Hasta el último momento de lucidez no ha dejado de
sorprendernos con su charla, con sus incontables recuerdos, su fina y
aguda ironía, con su siempre presente humor y espíritu solidario,
espíritu que sólo podía venirle de una clara conciencia, de una
grandeza humana adquirida a lo largo de los muchos avatares
familiares, sociales y políticos que le tocó vivir.
Era
portadora, lo conservaba muy vivo dentro de sí, aquel espíritu que
el Frente Popular en 1936 infundió a las mujeres para que pensaran
por sí mismas luchando por la libertad de todos. No dejó de
alimentar ese anhelo leyendo, interesándose por todo aquello que le
ayudara a mantener y agrandar ese espíritu de mujer nueva que tan
intensamente aprendió en su juventud.
Emilia,
nacida en el seno de una familia laica y republicana, recibió esa
educación en la escuela de la República de entonces. De ahí el
celo de su familia para que, de vuelta de alguna de las colonias de
verano a las que fue, organizadas por la Iglesia, no quedara en ella
ningún “olor a cera”.
El
Madrid sitiado en el otoño del 36, aconsejó que la mayor parte de
la población escolar se pusiera a salvo del bombardeo indiscriminado
de la población civil. Así, la Emilia niña, fue entregada a una
familia valenciana de acogida.
Tras
su regreso a Madrid, ahora en poder fascista, termina sus estudios
básicos y comienza su vida laboral de aprendiza en el oficio de
marroquinera en el que acaba adquiriendo conocimientos y destreza
como para hacerse cargo de un taller de bolsos y artículos de piel.
Con 18 años le tocó vivir la dura experiencia del presenciar el
intento de detención y larga persecución de su hermana mayor Carmen
por su actividad política. Esto conllevó el maltrato y la detención
por un tiempo de sus padres y de su otra hermana. Tiempo en el que la
casa familiar quedó vacía y ella fue acogida por sus solidarios
vecinos. Acabó llevando ropa y comida a sus familiares a la
comisaría pero, sobre todo, se vio en la responsabilidad de mantener
el secreto del paradero de su hermana frente a las repetidas
indagaciones y trampas policiales.
Ya
casada y madre de siete hijos, le tocó enfrentar los avatares
represivos y la cárcel de varios de sus hijos comprometidos en
actividades políticas clandestinas. Es así como acabó siendo
nuestra “tía Emilia”, la que sábado sí, sábado
también, madrugaba de lo lindo para llevar la comida y lo que
hiciera falta a los presos políticos. Otras veces fue, junto a otras
madres y familiares, lo de plantarse en calles y plazas para pedir la
AMNISTÍA.
Cuando
ya su salud no le permitió seguir en estos afanes, nos siguió
regalando su solidaridad desde su casa haciendo banderas republicanas
para venderlas en el puesto solidario con los presos políticos. Un
día, su máquina de coser dejó de dar puntadas a las estrellas
rojas; aunque su mente y su deseo querían, eran sus manos las que ya
no le respondían. Entonces, para no perder el hilo de lo suyo, para
poder seguir dando puntadas de otra manera, se aferró a las lecturas
de todo tipo y a las charlas con todo aquel que la visitaba y la
quisiera escuchar. Se mantuvo así lúcida, viva de ánimo, de
anhelos e ideales, ganándose siempre el aprecio y el corazón de
todo aquel que la trataba.
Hace
unos dos años, cuando todavía Emilia podía salir de casa con
cierta comodidad, intentamos realizar una comida-homenaje con el
mayor número de expresos agradecidos y agradecidas por su
solidaridad y sus cuidados. Finalmente sus primeros achaques no lo
hicieron posible. Tiempo después, una improvisada comida surgida por
otras razones nos dio la ocasión para que, algo más de una docena,
pudiéramos firmar y entregarle una tarjeta como el homenaje y
reconocimiento de todos los prisioneros políticos que no habíamos
podido darle.
Sabemos
que estas palabras sobre Emilia son insuficientes para mostrar toda
su personalidad y trayectoria vital; quizás, a modo de resumen,
decir que las personas como Emilia, aquellas que surgieron en tiempos
de lucha a por todas, de entrega y entusiasmos colectivos, nunca han
dejado de transmitirnos ese legado de razones e ideales que continúan
vigentes y que, también gracias a ellas, perviven entre nosotros a
la espera de que se retomen de nuevo.
Como
se dice en el escrito leído en el tanatorio, de una mujer como
Emilia, por todo lo que ella nos ha dado, no te puedes olvidar, de
una persona así “no te puedes despedir nunca”.
Hoy
nuestro reconocimiento y gratitud quiere ser tan grande y sincero
como todo lo que hizo ella por los suyos y por los demás.
Nunca
te vamos a olvidar “tía Emilia”.
Dibujo Sánchez Casas. "Hacen camino". (una fila de 7 madres encarteladas y dando octavillas, en una gran plaza, y unas palomas volando) |
TEXTO
LEÍDO EN EL TANATORIO A
MODO DE HOMENAJE DE TODOS LOS PRESENTES
Cómo
vamos a decir, cómo vamos a expresar todo lo que nos ha dado una
mujer como Emilia sin que estas palabras nos queden insuficientes,
incompletas, injustas... pero queremos hacerlo, es necesario hacerlo
porque se lo debemos. Se lo debemos de largo porque así de grande ha
sido su generosidad, su grandeza para con todos.
Hoy
no queremos despedirnos, no vamos a despedirnos, no podemos
despedirnos de ella porque de los recuerdos de una mujer como Emilia
no te puedes despedir nunca. Son verdades, son sentimientos, son
emociones enraizadas en lo más hondo de nuestro corazón y en
nuestra mente que nos han ayudado y nos van a ayudar siempre.
Una
de las muchas personas agraciadas por su existencia nos ha permitido
compartir el tesoro recibido. Este quiere ser el retrato más fiel de
nuestra querida Emilia... Ojala que le hagamos la justicia que
merece:
"Te
imagino de niña, con un gran lazo en el pelo, cada clase un color
distinto y aprendiendo una canción en catalán que todavía eras
capaz de recordar ayer.
Te
imagino niña, haciendo esa gimnasia sueca con la que tantas veces
nos hemos reído recordándola.
Te
imagino en las colonias a las que no querías ir porque volvías
"oliendo a cera" como decía tu hermano Lorenzo, y
recogiendo el azafrán con tu familia valenciana mientras esperabas a
tu verdadera familia. Te imagino en un tren con mil paradas de vuelta
a un Madrid castigado, herido y derrotado, en un viaje interminable.
Te
imagino después sola en una casa vacía, esperando amargas y negras
visitas que te exigían un precio muy alto a cambio de tus padres y
hermana. Un precio muy alto que tenías al alcance y nunca estuviste
dispuesta a pagar.
Te
imagino novia. Novia de papá. La novia más guapa que jamás se haya
visto. Con esa cinturita de avispa y ese vestido de mil botones a la
espalda de los que tantas veces escuché a papá renegar con aquella
sonrisa cómplice.
Te
imagino Madre. Madre de familia numerosa en poco tiempo. Madre
trabajadora dentro y fuera. Madre lucha, Madre coraje. Madre fuera de
su tiempo con su dignidad y su lucha a las espaldas y en la mirada.
Convenciendo a papá para volver a Madrid con la certeza de encontrar
un futuro mejor para los tuyos.
Te
imagino hija. Aquella noche que saltó por la ventana y que tú ni tu
hermana pudisteis evitar.
Y
te recuerdo. Te recuerdo madre, al lado de mi cama de reposo un
verano cualquiera.
Te
recuerdo madre escuchando noticias que cambiarían nuestras vidas
para siempre y que yo no entendía entonces. Pero las viví a tu
lado. Niña de tu mano por innumerables pasillos, rejas, silencios y
gritos.
Te
recuerdo madre de tu nieto, madre de todas las chicas, cocinera de
rancho... sábado tras sábado. Te recuerdo madre de la "plaza
de mayo" del ayuntamiento, cada martes por semana. Te recuerdo
compañera de madres.
Te
recuerdo abuela entrañable. Haciendo figuritas de plastilina a mi
pequeña. Cosiendo un disfraz de arlequín con los trozos de tela que
guardabas de tu particular fábrica de banderas tricolor.
Te
recuerdo con tu libro en la mano, contándome lo mucho que te había
gustado. O con el Dominical leyendo en alto ese artículo que te
pareció interesante, y el otro, y el siguiente.
Te
recuerdo amiga, hija, hermana, tía, esposa, abuela... Pero sobre
todo Madre. Madre de sus hijos y un poco madre de todos. MADRE."
Madrid,
22 de junio de 2016.
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Bandera Popular de luto. |
Al finalizar este acto se escuchó la canción “Gracias a la vida”, de Violeta Parra, cantada por Mercedes Sosa; una de las preferidas de Emilia.
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