Memoria Histórica del día:
-1848 : Insurrección de los obreros parisinos, que es reprimida con inaudita crueldad por la burguesía francesa. Primera guerra civil de la historia entre el proletariado y la burguesía.
-1956: Levantamiento procapitalista en Polonia. Represión a los verdaderos revolucionarios.
Carta de Marcos Martín Ponce sobre el 15-M
Prisión de Morón de la Frontera, Sevilla II, 25 mayo de 2011
(…)
Supongo que habrás estado siguiendo las movilizaciones populares contra el sistema capitalista que, de manera espontánea comenzaron hace algo más de una semana en la Puerta del Sol de Madrid y se fueron extendiendo a más de 30 ciudades del Estado y, posteriormente, ante las embajadas de no pocas ciudades del mundo: París, Roma, Londres, Berlín, Atenas, Nueva Cork, Buenos Aires…
Es obvio que todo esto responde a un acto espontáneo de hartazgo de las masas populares. Pero también, hay que destacar que este hecho, en sí, no es poco, ya que es algo que veníamos esperando que sucediese desde hace bastante tiempo, en virtud de las condiciones objetivas dadas en el marco de la agudización de la crisis general y crónica del capitalismo.
A pesar de que este acontecimiento ha tenido lugar en un momento de gran debilidad de la vanguardia organizada de la clase obrera, estoy convencido de que éste es sólo el pistoletazo de salida en la reorganización del movimiento de resistencia en nuestro país (…).
Dicho esto, en mi opinión, en un primer análisis, cabría señalar algunos aspectos positivos que, dadas las particularidades de ese movimiento democrático-popular, deberíamos tener en cuenta:
1º) Por fin se ha abierto una buena fisura en la barrera de pasividad que la ideología burguesa había logrado levantar en la conciencia de las masas populares a través de los medios de comunicación y que tiene su base en el individualismo.
2º) No se trata de simples protestas economicistas (por el mendrugo de pan), sino que tienen un profundo carácter político, por cuanto apuntan directamente -aunque de manera un tanto difusa, dada su heterogeneidad y la falta de una dirección revolucionaria- al sistema capitalista como principal causante de sus problemas, y no sólo a tal o cual partido, institución, sindicato o sector determinado.
3º) La gente empieza a saborear las ventajas, el poder y la fuerza (a una escala mínima, de acuerdo con su estado embrionario), de la cooperación entre todas las capas populares: obreros, jóvenes, parados, estudiantes, pensionistas, jubilados, inmigrantes, etc. Han comprobado, a pesar de su inexperiencia, que trabajando por el bien común no nos hacen falta patronos, ni políticos apoltronados, ni instituciones corruptas, ni esbirros mediáticos al servicio del gran capital; que ellos mismos pueden -y deben- organizar, de una manera colectiva e independiente, sus vidas, sus luchas y el rumbo de la sociedad en el desarrollo histórico.
De estos aspectos, se pueden extraer otras tantas conclusiones:
1º) De la pasividad generalizada se pasa a una incipiente dinámica de lucha; del individualismo a la lucha colectiva, dentro del lógico proceso de desarrollo, claro está.
2º) De las demandas economicistas y sectoriales se pasa a la lucha anticapitalista, aunque actualmente sólo veamos su forma más embrionaria.
3º) Las dinámicas creativas de lucha y resistencia, a la par que las barreras represivas que el Estado teje sobre todas las luchas independientes, conducen irremediablemente y de manera natural a la necesidad de buscar otros métodos organizativos, en consonancia con el carácter de clase del enemigo al que nos enfrentamos, en este caso el fascismo.
Por otra parte, quede lo que quede de este movimiento inicial, parece evidente que se han agitado muchas conciencias. Además, el sistema capitalista no puede dar solución a ninguno de los problemas que ha creado en todos y cada uno de los sectores populares. Es más, esos problemas se van a ir agravando y la gente se va a ver cada vez más empujada a reclamar, cuanto menos, una vida digna.
En otro orden de cosas, que todo se haya desarrollado desde la ingenuidad pacifista no es del todo negativo. Teniendo en cuenta el deteriorado y contaminado nivel de conciencia, tras más de 30 años de machacante propaganda burguesa (obra, entre otros, de los intelectuales “orgánicos” y de los revisionistas, que vienen criminalizando la legitimidad de la violencia revolucionaria como medio para combatir la violencia burguesa), tan sólo es cuestión de tiempo que el “pacifismo” sea disipado por la misma política fascista inherente al sistema capitalista y se afiance así la necesidad de “nuevas” formas de lucha y de organización. La violencia que ejerce el Estado de los capitalistas se agudiza con la crisis del sistema y se padece en todos los ámbitos de la vida: en el paro, la miseria y el hambre, en la explotación, en la injusticia y la falta de libertades y derechos, en el embrutecimiento cultural, etc.
Por otro lado, esa ingenuidad pacifista ha permitido que la movilización haya sido sorprendente e inéditamente masiva. Cabe señalar que el Estado no ha podido evitar ese aspecto masivo, aunque lo intentaron al principio, ya que ante el primer desalojo violento de la policía, la respuesta fue una avalancha de manifestantes, una verdadera marea humana. Rubalcaba, que será de todo menos tonto, viéndole las orejas al lobo, jugó bien sus cartas, evitando que la violencia policial convirtiera la protesta pacífica en excusa perfecta para que se diera un salto cualitativo en las formas de lucha. No obstante, con el tiempo, la represión se seguirá endureciendo en la medida en que se cuestione y se ponga en peligro la estabilidad del sistema, ya bastante inestable de por sí.
Los capitalistas no se van a dejar arrancar sus privilegios, para eso cuentan con un Estado a su servicio, con su ejército, sus policías, sus jueces, sus cárceles, sus diputados, sus sindicatos domesticados, etc. etc. Tendrá que ser por tanto, a pesar de su legalidad y por encima de ella como la lucha obrera y popular arroje al sistema capitalista al contenedor de los deshechos históricos.
En lo que nos toca a los presos comunistas y antifascistas, será manteniendo alta la bandera de la Resistencia como cumpliremos nuestro cometido: presentando las credenciales de nuestras organizaciones, como referencias revolucionarias que señalan el camino a seguir en el resurgir del Movimiento de Resistencia. De hecho, tras la claudicación abertzale, somos la única cuña que impide al Estado cerrar la envenenada puerta de la “transición”.
Un abrazo.
Marcos
Libro:
MAIZALES BAJO LA LLUVIA , de Aitor Azurki
En primera línea de fuego contra el olvido. Una obra sobre las vivencias de los últimos gudaris y milicianos vascos en la Guerra Civil.
Euskadi, julio de 1936. Las calles son una olla a presión tras estallar la sublevación militar. Partidos políticos y sindicatos se movilizan para el combate: miles de jóvenes parten hacia el frente en defensa de las libertades. Muertes, fusilamientos, bombardeos… El inmenso torbellino de la guerra los atrapará de lleno, los cambiará para siempre. Y tras él, la venganza de los vencedores: cárceles, campos de concentración, batallones de trabajadores, Ejército franquista… Miles quedaron en el camino. Pero unos pocos siguieron la lucha, hasta nuestros días.
Los once nonagenarios que se asoman a estas páginas no solo cuentan sus vidas, sino también las de sus compañeros, sus familias, el devenir de toda una sociedad desangrada día a día. No pudieron con ellos; son los últimos testigos, los últimos combatientes de la guerra contra Franco.
“Maizales bajo la lluvia” es una sobrecogedora recopilación de once trayectorias de vida que rinde homenaje a todos los luchadores antifascistas que se dejaron la vida en las montañas de Euskadi, en las trincheras de Catalunya, en las prisiones de Madrid o en la más olvidada de las cunetas en pro de un futuro mejor llamado Libertad. Editorial Alberdania. 492 páginas
El libro reúne los testimonios de once personas: Marcelo Usabiaga, José Moreno, Txisko Lafuente y Gaspar Álvarez -que participaron en el acto de presentación del libro-, Mateo Balbuena, Félix Padín, Ángel Mentxaka, y los ya fallecidos Luis María Azpiri, Julia Hermosilla, Manuel Goenaga y Paco Barreña.Según expresó el joven periodista de Donostia, de 28 años, todos estos gudaris se han convertido involuntariamente en «portavoces de toda la sociedad que se desangró». «Cuando estás tirando y tirando tiros, no sabes ni dónde estás y tiras a quien sea...», declara un gudari. «Se siente asco, impotencia... No sé lo que sientes», señala otro. Hablan del inmenso torbellino de una guerra que los atrapó de lleno y de la venganza de los vencedores: cárceles, campos de concentración, batallones de trabajadores, ejército franquista...
Azurki se siente parte de la revolución de los nietos que han ido preguntando e indagando. «Estamos asistiendo a un despertar: un documental por aquí, un libro por allí... Ayer fue el Día de la República, a ver si el de hoy se hace llamar el Día de los Gudaris y Milicianos». Marcelo Usabiaga afirma que «lo que ha pasado en este país no puede ni debe olvidarse jamás» y para expresar «la sinrazón del fascismo, la dictadura y la opresión». A su lado, José Moreno, testigo directo del bombardeo de Gernika, reivindicó que estos libros se lleven a las escuelas: «El terrorismo está aquí, la juventud que murió por el terrorismo está aquí. Pero, ¿cuántas personas están en la cárcel por el terrorismo del franquismo? Ninguno».
Azurki resaltó que le ha impactado la sinceridad y la humildad de estos últimos gudaris y que no ha visto nada parecido en su corta vida.
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