Mi experiencia de madre con el euskera y las promesas de los políticos
Empecé a trabajar a los 14 años y me levanto a las 5 de la mañana, pero aún intento sacar tiempo para leer la prensa, y casi todas las mañanas leo 3 diarios. No dejo de indignarme ni un sólo día por el maltrato que sufre el euskera en esta nuestra tierra, en donde nuestra lengua y cultura debieran jugar un papel muy importante que no le dejan cumplir, y las vacías promesas de los políticos que van a terminar por enterrarlo en el cajón de la historia.
Mi hija tiene actualmente 31 años, y yo por orgullo obrero y para su buena educación, desde su más corta edad decidí que se euskaldunizara de verdad, cosa que yo no he podido realizar, aún de intentarlo una y otra vez durante 6 cursos. Y que no diera religión, que bastante habíamos tenido que soportar sus antepasados.
Eran tiempos en los que tuvimos que pelear mucho y muy duramente para conseguir una red de ikastolas públicas. Nos tocó encerrarnos, realizar cantidad de protestas y movilizaciones, actos reivindicativos y un largo etcétera. Incluso en los encierros tuvieron que participar los niños, pues la lucha exigió muchos sacrificios, incluso personales, pues no teníamos dónde dejarlos.
Sí, ya existía una ikastola privada, inasequible para las economías más humildes, pero a base de tanto y tanto empeño, primero se abrió Toki Eder y luego una cadena de ikastolas públicas.
No fue fácil, eran tiempos muy duros para el euskera.
Al poco, los agoreros vinieron diciendo que ¡vaya lío para los chabales “en el colegio en euskera y en casa en castellano”! Pues miren, mi hija aprendió perfectamente euskera en la ikastola, castellano en casa e incluso se atreve con el inglés. Todo sin problema.
Bueno, para ciertos políticos sí lo ha sido. Pero la realidad de este pueblo es tozuda, y el modelo A es muy, pero que muy minoritario (hasta muchos señores del PP llevan a sus hijos a otros modelos, porque saben que con el modelo A que tanto defienden saldrán analfabetos en un país donde existen oficialmente dos idiomas) y el B ha demostrado que no euskalduniza. No salimos de ese debate ya tan antiguo y ahora los políticos nos ofertan el “Tres idiomas 6-6-6 horas” (con las mismas horas para el euskera que para el inglés). Dicen los expertos en euskera que esta nueva propuesta está condenada al fracaso, y a lo largo de estos más de 30 años no se han confundido.
Pregunto a dichos políticos, que si tanto quieren a sus hijos, como es de suponer, ¿por qué les niegan el derecho y la obligación a la euskaldunización en Euskal Herria?
Yo, como castellano-parlante, defiendo a ultranza la educación de los niños y niñas vascas en euskera, y hoy por hoy ese futuro no está ni mínimamente garantizado. Hay que volcar todo nuestro cariño en nuestro idioma, y ese posible futuro sólo está en manos (legislativas) de los máximos responsables educativos, que llevan años poniendo parche sobre parche sobre tan delicado tema.
Un idioma es una riqueza cultural inigualable, y el euskera, el más antiguo idioma de toda Europa, es muy valorado por muchos lingüistas internacionales y propios, pero no por nuestros propios políticos.
Que se pongan a trabajar de verdad de una vez, para que en pocos años, las nuevas generaciones sean al menos perfectamente bilingües, pues estoy segura que el que no está en peligro alguno es el idioma castellano. Pero de verdad, temo por el euskera. No sé si siento más pena o vergüenza, que quien teniéndolo tan cercano para poder mimarlo y cuidarlo, no haga más que ponerle trabas. Y por eso mi indignación.
Una madre.
Mari Carmen Martínez de Antoñana Ramos
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