Foto. Pasacalles con pancarta. "Procesaos Fuelga Xeneral 14-N-2012 ¡Absolución!" |
El próximo 28 de septiembre, serán juzgados 6 trabajadores por su participación en la huelga general del 14-N de 2012, con una petición conjunta de 12 años de prisión.
Durante aquella huelga, la UIP, los antidisturbios, cargaban sin ninguna justificación sobre un piquete informativo e invadían la Casa Sindical de Xixón, de forma absolutamente ilegal, dejando a varias personas heridas, que tuvieron que ser atendidas por el SAMU.
Cuatro personas fueron detenidas y otras dos, imputadas posteriormente. Su delito no fue otro que participar en una huelga general, convocada para defender los derechos más básicos: trabajo, alimentos, vivienda, sanidad, educación, servicios sociales... En definitiva, lo mínimo necesario para llevar una vida digna.
Estas detenciones provocaron que miles de trabajadores y trabajadoras rodearan la comisaría de Xixón durante varias horas, hasta su puesta en libertad.
Como consecuencia de todo ello, ahora, seis personas se enfrentan a juicios con peticiones fiscales de un año y seis meses de prisión para tres de ellas y de dos años y cuatro meses, para las otras tres. En total, una petición fiscal de 12 años de prisión.
Sin embargo, ni una sola de las denuncias interpuestas por las personas agredidas por la policía, fue siquiera admitida a trámite, a pesar de que los partes médicos destacaban la gravedad de las lesiones que, en algún caso, requirieron de intervención quirúrgica: un tabique nasal roto, puntos de sutura a diferentes personas, contusiones y hematomas con tratamientos paliativos que duraron varios meses, lesiones oculares, etc.
En el conjunto del Estado español, son centenares los trabajadores y trabajadoras condenadas o encarceladas por participar en las diferentes convocatorias de huelga realizadas durante estos años.
Aquí, en Asturies, es necesario recordar que, en la actualidad, existen peticiones de cárcel importantes. Además de las peticiones de prisión para los encausados en el 14-N, los 5 mineros de Zarréu se encuentran condenados a prisión por socorrer a varios compañeros accidentados y otros 5 trabajadores de Arcelor están, así mismo, condenados a prisión por participar en los piquetes informativos de la huelga general del 29M.
De esta forma, en Asturies acumulamos decenas de personas encausadas, con peticiones que podrían llegar a los 300 años de prisión y que ponen en cuestión no solamente los derechos básicos que se defienden, sino el propio derecho a la protesta.
Además de ello, la entrada en vigor de la Ley Mordaza y las Reformas del Código Penal, penalizan aún más las libertades púbicas, amenazando seriamente el derecho fundamental de huelga y el derecho a la organización y participación en los piquetes informativos.
Nuestra consigna es clara: ¡Ni una persona sola ante la represión!. Y cada persona represaliada debe ser una prioridad en nuestra acción solidaria.
Pero la represión es una parte inseparable de este sistema capitalista. Por eso, la batalla contra la represión no la ganaremos planteándola aisladamente del resto las luchas que estamos librando.
Es cierto que la represión puede conducirnos, incluso, a la cárcel, pero nuestro compromiso con las luchas populares y la justicia social tiene que seguir firme a pesar de las consecuencias.
Sólo hay una forma de avanzar: reforzar e intensificar las luchas por las que sufrimos la represión. Tenemos que impedir que las personas se mueran por no tener los medicamentos y la asistencia sanitaria adecuada. Tenemos que impedir que, otra vez, sólo los ricos tengan acceso a los estudios. Tenemos que impedir que las personas con necesidad de atención social, acaben tiradas por las calles. Tenemos que poner freno al paro, a los desahucios, a las pensiones de miseria y a la pobreza.
No podemos permitir que ocurra todo esto mientras banqueros, grandes empresarios, especuladores y políticos corruptos amasan fortunas obtenidas ilegalmente y en la más absoluta impunidad. No podemos consentir que ocurra todo esto mientras la impunidad protege a los poderosos y las condenas a prisión recaen sobre quienes sólo luchan por sus derechos más básicos.
¡Por el derecho a la huelga!.
¡Por los derechos de la clase obrera!
¡14N ABSOLUCIÓN!
Denuncia. Sobre foto de la prisión: "Cárcel de Jaén, julio 2015, un preso muere en huelga de hambre PreS.O.S." |
Muerte
de un preso en huelga de hambre en la cárcel de Jaén
Miguel era un preso de la cárcel de Jaén. Nació en Úbeda y tenía 53 años. El 15 de julio apareció muerto en la enfermería de la prisión. Cuando, a las 7:55 horas, los funcionarios comenzaron el recuento, se lo encontraron muerto en la cama.
Llevaba en huelga de hambre desde mayo, que fue cuando entró en la cárcel. Había sido condenado por el Juzgado de lo Penal número 3 por un delito de “resistencia a la autoridad”. Si todo marchaba bien, su estancia en la prisión debía de ser fugaz, ya que tenía que pasar 10 meses para cumplir su condena. A tenor de lo que tienen por delante muchos de sus compañeros, nada grave.
Sin embargo, Miguel siempre pensó que era un castigo injusto. Unos meses antes, ya estuvo interno en prisión preventiva, aunque el juzgado decretó su puesta en libertad hasta que se celebrara el juicio. Durante ese tiempo, ni comía, ni hablaba. Si necesitaba algo urgente de un funcionario, lo escribía. Además, su huelga de hambre era tan singular que no la comunicaba al centro. Fue el personal médico de la prisión el que detectó lo que le ocurría en uno de los controles.
En mayo, volvió a la prisión y, otra vez, dejó de comer y de hablar. Ya lo conocían de la otra vez, por lo que estuvieron atentos y constataron que repetía las pautas de comportamiento anteriores. Estuvo ingresado en junio en el hospital al agravarse su estado de salud. Todos los protocolos se encontraban activados para que el Juzgado de Vigilancia Penitenciaria autorizara su alimentación -en contra de su voluntad-.
En cambio, cuando pasó unos días en la planta del Complejo Hospitalario, sí que volvió a comer. Se recuperó en el hospital y volvió a la prisión, pero, cuando se vio allí, otra vez, dejó de ingerir alimentos. Tampoco lo dijo, por lo que sus controles médicos y visitas al Complejo Hospitalario de Jaén se hicieron frecuentes. De hecho, volvió al hospital.
El martes 14, fue dado de alta. Ingresó en el centro penitenciario, aunque, durante la noche, volvió al Complejo Hospitalario porque los médicos de la prisión vieron que su salud era muy débil. A las dos de la madrugada, una ambulancia lo trajo de regreso a la cárcel. El 15 de julio, a las 7:55 horas, los carceleros lo encontraron muerto en una de las camas de la enfermería mientras hacían el recuento.
Miguel era un preso de la cárcel de Jaén. Nació en Úbeda y tenía 53 años. El 15 de julio apareció muerto en la enfermería de la prisión. Cuando, a las 7:55 horas, los funcionarios comenzaron el recuento, se lo encontraron muerto en la cama.
Llevaba en huelga de hambre desde mayo, que fue cuando entró en la cárcel. Había sido condenado por el Juzgado de lo Penal número 3 por un delito de “resistencia a la autoridad”. Si todo marchaba bien, su estancia en la prisión debía de ser fugaz, ya que tenía que pasar 10 meses para cumplir su condena. A tenor de lo que tienen por delante muchos de sus compañeros, nada grave.
Sin embargo, Miguel siempre pensó que era un castigo injusto. Unos meses antes, ya estuvo interno en prisión preventiva, aunque el juzgado decretó su puesta en libertad hasta que se celebrara el juicio. Durante ese tiempo, ni comía, ni hablaba. Si necesitaba algo urgente de un funcionario, lo escribía. Además, su huelga de hambre era tan singular que no la comunicaba al centro. Fue el personal médico de la prisión el que detectó lo que le ocurría en uno de los controles.
En mayo, volvió a la prisión y, otra vez, dejó de comer y de hablar. Ya lo conocían de la otra vez, por lo que estuvieron atentos y constataron que repetía las pautas de comportamiento anteriores. Estuvo ingresado en junio en el hospital al agravarse su estado de salud. Todos los protocolos se encontraban activados para que el Juzgado de Vigilancia Penitenciaria autorizara su alimentación -en contra de su voluntad-.
En cambio, cuando pasó unos días en la planta del Complejo Hospitalario, sí que volvió a comer. Se recuperó en el hospital y volvió a la prisión, pero, cuando se vio allí, otra vez, dejó de ingerir alimentos. Tampoco lo dijo, por lo que sus controles médicos y visitas al Complejo Hospitalario de Jaén se hicieron frecuentes. De hecho, volvió al hospital.
El martes 14, fue dado de alta. Ingresó en el centro penitenciario, aunque, durante la noche, volvió al Complejo Hospitalario porque los médicos de la prisión vieron que su salud era muy débil. A las dos de la madrugada, una ambulancia lo trajo de regreso a la cárcel. El 15 de julio, a las 7:55 horas, los carceleros lo encontraron muerto en una de las camas de la enfermería mientras hacían el recuento.
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