ENTREVISTA
al expreso político JOSE MARI SAGARDUI “GATZA”, 31 años en la
cárcel.
Nace
en Zornotza el 10 de julio de 1958. Pasa en la cárcel 30 años y 9
meses, sale en libertad el pasado mes de abril; era el preso político
que llevaba más tiempo en prisión en Europa. En todos esos años ha
vivido de todo: la dispersión, 14 cárceles diferentes,
190 días de huelga de hambre, un intento de fuga, los retrasos en la
fecha de su puesta en libertad, las palizas... (...)
La
juventud no se cruza para todos en un punto tan determinante de la
historia.
Eran
tiempos de Franco. Detenciones, fusilamientos, muerte de militantes,
asambleas clandestinas...Todas las manifas eran ilegales: se sacaba
la pancarta, se gritaba un rato y en cuanto venía
la policía, todos en un visto y no visto, al monte. Las historias
que me contaba mi padre de cuando era pequeño hacían su eco en mí.
Me emocionaba al imaginar las bombas que iluminaban el cielo
bombardeando Lemoa o Bizkargi. Te das cuenta de que esos temas son
tabú, que tenías que estar completamente seguro de que las paredes
no escuchaban cuando hablábamos en casa en euskera, que el miedo de
la postguerra seguía vivo, y empiezas a reflexionar en solitario,
atando cabos, intentando escapar de alguna manera al ambiente que
reina.
¿Eso
implicaba meterse en ETA?
Visto
la petición de la gente en ese momento, y visto como caían gudaris,
ese fue el paso más lógico del mundo para mí. La militancia y el
militante siempre son conscientes. La persona que se mete sabe
perfectamente lo que pone en juego. No tienes que andar adivinando
nada porque tienes presente lo que le ha pasado a los demás. Estás
avisado desde el mismo momento en el que el enemigo mediatiza las
detenciones y las condenas. Teniendo esto en cuenta vas haciendo el
camino midiendo cada paso que das para no caer. Sabes de sobra que la
policía puede cometer errores, que puede atraparte en cualquier
momento. Tú en cambio estás abocado a la perfección, porque un
solo error puede llevarte a la ruina.
Te
detuvieron el 8 de julio de 1980
Fue
muy duro y muy violento. Estaba en la cama, destrozaron la puerta de
casa a culatazos y a partir de ahí, casi prefiero no tener que
recordarlo. Una vez que te has tragado las consecuencias de la
detención, es mejor dejar ese pasaje aparcado en el pasado. De casa
me llevaron a la comisaría de Indautxu incomunicado. Estas aislado,
no sabes dónde estás, qué día es, si es de día o de noche. Te
cortan el sueño, te humillan, te apalean y a partir de ahí todas
las salvajadas que puedas imaginarte.
Una
vez en la cárcel me enteré por parte de un compañero que mi aita
había estado dando vueltas por la comisaría gritando “¡ánimo
Gatza!”. Creo que es la única vez que mi aita me ha llamado
“Gatza”.
¿Cómo
es posible que un ser humano haya inventado para destruir a otro ser
humano instrumentos como la cárcel o la tortura?
En
la mili un militar decía que la mitad del mundo existe para joder a
la otra mitad. Una verdad como una casa. Tú siempre andas lanzando
hipótesis, intentando entender su lógica, calculando cómo quieren
hacerte doblegar mediante sus castigos y normas, pero todo es una
crueldad, una crueldad que se queda de puertas para dentro por que no
sale al mundo. Que el hedor no conciencie a nadie y no escandalice a
nadie. En prisión nunca sabes lo que te espera, siempre están
haciendo pruebas contigo, eres su ratón de laboratorio. Te cortan
las relaciones con tus amigos, te ponen a prueba cacheando en los vis
a vis a tus familiares. Hoy te vienen a molestar, mañana te llevan a
una celda
de aislamiento super estrecha por la que apenas entra el sol... Ésto
trae consigo mucha tensión, y aunque tú intentes evitarla, en un
momento la situación te puede desbordar. (...) Estás condenado a
vivir el día a día, no sabes dónde estarás mañana. Estás en sus
manos y tienes que intentar mantener tu forma de ser mientras te
utilizan como un trapo de usar y tirar.
¿Es
muy canso ser consciente de ésto y asumirlo?
Aunque
estés mentalizado de muchas cosas, no pueden hacerse. Éso es lo que
ahí, éste es el mundo en el que estás viviendo, y si quieres
sobrevivir no tienes más remedio que aceptarlo. Es muy complicado
acertar a colocar tu cabeza en el sitio adecuado; pero con tenacidad,
puedes llegar a espantar la neblina y continuar manteniendo tu
actitud y tu manera de pensar. Es imprescindible hacerlo
para no caer en las garras de la cárcel. Tú tienes que seguir tu
camino, afrontando que algunas cosas que no esperas ocurran alguna
vez, y sabiendo que el carcelero que viene de amiguito hoy es el que
mañana puede apalearte. Yo siempre he intentado centrarme en mi
camino y mantener la distancia con los carceleros. Piensa que me he
topado con funcionarios que habían nacido estando yo preso. Él lo
sabe, tú lo sabes, pero nadie dice nada. Para los carceleros no eres
una persona a respetar, a pesar de llevar años preso te mantienes
sin arrodillarte ante ellos, por lo tanto, estás mal visto, eres
sospechoso, no eres una persona de fiar. Les jode mucho no conseguir
de ti lo que ellos quieren. Cada día quieren hacerte morder el
polvo, pero tú te mantienes de pie y cada día que pasa es
una derrota para ellos. Eso es una fuente de odio y frustración para
ellos. Muchas veces me he preguntado a mi mismo “¿éste se ha
mosqueado hoy con la mujer y viene aquí a pagarlo conmigo o es
que ésta gente es así?”. Es por eso que siempre he seguido mi
camino, no he comido de la mano de nadie, intentando cometer los
menos errores posibles y asumiendo todas las consecuencias.
Da
miedo
No
le tengo miedo a la cárcel, no creo que haya que tenérselo, pero si
que hay que tenerle un cierto respeto. La cárcel es un agujero
profundo rodeado de inmensas paredes, y la batalla diaria del preso
consiste en no caer en ese agujero. Le tengo respeto a las cosas que
pueden pasar durante la batalla, por que en cualquier momento puede
pasar cualquier cosa. Muchas veces me preguntan si la cárcel es cómo
la que sale en las películas. ¿Cómo va a serlo si la película
dura dos horas y mi condena más de treinta años? Es muy difícil
explicar lo que es la cárcel a alguien que no la ha vivido en sus
carnes. Ni la mente más prodigiosa del mundo podría llegar a
imaginar cómo reaccionaría ante las situaciones que se producen
dentro de la cárcel. La cárcel es muy destructiva.
¿Por
eso sueña el preso con la fuga?
La
sed de libertad es inagotable. Casi sin querer estás pensando en
detalles como “por aquí habría una posibilidad” o “a ésta
hora no tengo al carcelero encima”. A veces ves la calle desde la
celda y piensas “no puede ser tan difícil! [escapar]”. Te parece
que la cárcel se está comiendo tu vida, tu familia está lejos,
estás limitado, y escapar de la cárcel te parece mas que un sueño.
Cuando llevaba 13 años preso pensaba que mi vida se estaba
escapando, que estaba perdiendo el tren, no quería renunciar a mis
principios y cuando vi la oportunidad de huir no lo pensé dos veces.
La primera vez salté el muro, la segunda vez no lo logré. Se me
quedó el cuerpo hecho polvo pero el golpe psicológico fue peor. El
día anterior había estado pensando “¿dónde estaré mañana?”,
pensé que estaría al otro lado del muro y al final... Intenté
escapar de la cárcel de Granada y al día siguiente me mandaron a
Carabanchel sin decirle nada a nadie. No se me olvidará nunca el
momento en el que apareció mi madre después de la sacudida del
cielo y la tierra. En ese momento me llevé una alegría
tremenda. Es en esos momentos en los que te das cuenta de lo que la
gente es capaz de dar y hasta dónde puede dar. A pesar de todos los
inconvenientes y sustos siempre contigo. No olvidaré jamás la
sonrisa cómplice de aquel día “ a pesar de todo, ¡todavía
vivito y coleando!”. No, no me arrepiento del intento, nunca podré
decir que no intenté llevar a cabo lo que tenía en mente.
Lo
que ese intento de fuga no te dio te lo ha dado ahora el tiempo.
Saliste de la cárcel de Jaén el pasado 13 de abril de 2011.
Estaba
en una nube. La gente haciendo preguntas, mucha emoción, todo nuevo,
novedoso, siendo el centro de atención... no es un momento
cualquiera en tu vida... En esos momentos intentas expresar lo más
sentido, dándole a los demás lo que esperan de ti, haciéndole
sentir a los que quedan dentro que algún día llegará también su
momento, y sobre todo mirando hacia delante. Es increíble las
relaciones que llegas a hacer dentro [de prisión], son relaciones
muy estrechas que pueden romper la monotonía. En la calle las cosas
son diferentes, estás con más personas, la monotonía coge otro
sentido, las relaciones tienen otro sentido y otra intensidad
diferente. En la calle le damos más importancia a las cosas
materiales, a la economía. Dentro no es así, en prisión das lo
mejor de ti mismo, tu vida, tus años... y eso no tiene precio. Por
suerte estando preso he podido ir haciendo un caminito con mi
compañera y mi hija, pero hasta mi salida no había podido
abrazarlas fuera de la cárcel. Bueno, lo pasado, pasado está, es
precioso estar con ellas aquí en mi pueblo. He sido el último en
llegar a casa así que ahora estamos en fase de adaptación, que no
es cosa fácil, pero con cariño y con ganas cada uno va encontrando
su sitio. Para mí ha sido un gran cambio. Dentro tienes tu propia
vida, pides para ti, luchas por ti. Aquí no, aquí tienes que pedir
las cosas para tres, hacer las cosas para los tres y tienes que
asumir que no eres el único a bordo, que tienes que contar con las
personas de casa.
¿Es
imprescindible tener a alguien a tu lado para enfrentarte a un nuevo
mundo?
Sino
¿cómo podrías ubicarte ante este mundo? ¿dónde? ¿cómo harías
las cosas? Necesitas una seguridad para moverte, para conocer tu
entorno, para obtener información, para asumir cómo funcionan
las cosas. Cuando me llevaron preso no existían las infraestructuras
que hay hoy en día, ni tantas casas, ni móvil, ni internet, había
peseta y el mundo no iba tan rápido. Por ejemplo, sin apoyos, ¿cómo
sabría a dónde tengo que ir a cobrar el paro? ¿Cómo saber usar
las máquinas que funcionan allí? Cuando hace treinta años fui a
cobrar el paro no tenía nada que ver con lo que hay ahora, antes no
había nada informatizado. Al principio necesitas ayuda para
cualquier cosa, hasta para andar por la calle. Además de eso también
necesitas tener una brújula que te de unas pautas como un trabajo o
algo así. Y en ese proceso estoy ahora, diseñando el nuevo mapa de
mi vida. Los gobernantes dirán que la cárcel sirve para reinsertar,
pero no es cierto. Uno se reinserta estando en la calle. La cárcel
deja muy pocas cosas positivas.
Desde
tu salida de prisión hasta ahora se han dado pasos importantes en el
panorama político. ¿Cómo estás viviendo éstos momentos? ¿Cómo
viviste la época de la negociación desde la cárcel?
En
la cárcel las épocas de negociación se viven de una manera muy
especial, no sabes qué se está moviendo. Intentas entender algo
leyendo entre líneas los periódicos, pero como no estás en la punta
del iceberg, no tienes más que hipótesis, y es con el paso del
tiempo que entiendes las cosas.
Es
peligroso vivir en la cárcel con espectativas, y para nosotros,
nuestra libertad era secundaria.Nosotros pensábamos que cuando se solucionase el conflicto en este pueblo y desaparecieran los motivos que nos habían llevado a la lucha, nuestra libertad vendría de la mano. Siempre he tenido claro por qué estaba preso, es por eso que analizo las razones por las que me metieron preso la primera vez, y después me analizo a mi mismo. Ahora se están dando pasos importantes, el tema de los presos ha pasado a ocupar el primer plano, pero los objetivos son los mismos, están bien definidos, y el enemigo sabe perfectamente cuáles son. Por eso no quiere dar esos pasos. De todos modos, estate seguro de que no cejaremos en nuestro empeño hasta que Euskal Herria obtenga todos los derechos.
Traducción del original en euskara por el Colectivo Autodefentsa
Original:
en euskera en el semanario “Argia”12 de febrero de 2012
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