miércoles, 14 de octubre de 2009

BATASUNA, ¡¡¡LIBERTAD INMEDIATA!!!

NUEVA REDADA CONTRA LA IZQUIERDA ABERTZALE

El Gobierno español busca abortar la iniciativa política de la izquierda abertzale con la detención de 10 militantes más

Un par de meses después de la amenaza del ministro Rubalcaba contra los movimientos políticos de la izquierda abertzale, el juez Garzón puso ayer su firma a una redada que depara diez detenciones y que ejecutó la Policía española. Cinco de ellas se realizaron en la sede de LAB en Donostia. La acusación genérica difundida hasta ahora es la de intentar conformar una dirección política de la izquierda abertzale.

El Estado español vuelve a responder con detenciones de representantes políticos a las ofertas de solución. En un momento en que los propios medios españoles anunciaban próximos movimientos de la izquierda abertzale, la Audiencia Nacional mandó ayer a la Policía española a detener a una decena de representantes. No se les imputaría más delito que conformar lo que agencias definieron como «nuevo comité directivo de Batasuna». Es la misma acusación con la que se acometió la redada de Segura hace justo dos años.
Arnaldo Otegi, Rafa Díez, Rufi Etxeberria, Sonia Jacinto y Arkaitz Rodríguez salieron esposados de la sede central de LAB, en la capital guipuzcoana. Eran las 21 cuando lo hicieron, quizás con la intención de entrar en directo en los telediarios. Pero los gritos que reclamaban democracia para Euskal Herria o aseguraban que «borroka da bide bakarra» -la lucha es el único camino- también se hicieron eco en los noticiarios.
Dicen que una imagen vale más que mil palabras, y Arnaldo Otegi entró en el coche policial sereno y sonriente. Así agradeció el apoyo de las personas que se habían congregado allí.
Los arrestos, en realidad, se produjeron horas antes, concretamente a las 18.3o, cuando los agentes de la Policía española irrumpieron en la sede de LAB. Todos los trabajadores del sindicato fueron identificados, puestos contra la pared y retenidos durante horas en una misma habitación. Entre ellos estaba Rafa Díez Usabiaga. Luego la Policía española cambió de parecer y lo trasladó a la habitación en la que mantenía detenidos a Jacinto, Otegi, Etxeberria y Rodríguez.
Los nervios y la emoción fueron la tónica de las siguientes horas. Familiares y amigos se fueron agolpando a las puertas de la sede. Especialmente emotiva fue la salida de Sonia Jacinto, que con motivo del registro de su vehículo pudo estar a tan sólo diez metros de sus seres queridos, que le detallaban que sus hijos de corta edad se encontraban bien y que le mandaban besos.

Otros cinco fuera
La noticia de los arrestos se fue expandiendo y muchos ciudadanos fueron a mostrar su enfado por los arrestos y las solidaridad con los detenidos. Alrededor de las 20 llegaron las primeras noticias del interior. Los trabajadores que estaban retenidos pudieron salir y confirmar así las identidades de los que se encontraban detenidos.
Pero, mientras, la cifra crecía en el exterior del barrio donostiarra de Igara. El primer arresto que se conoció fue el de Mañel Serra en Hernani. Los uniformados lo arrestaron cuando se dirigía a la ikastola Langile de la localidad, adonde iba a recoger a su hija.
La joven navarra Miren Zabaleta -hija de Patxi Zabaleta- fue otra de las arrestadas, sin que se supiera exactamente dónde fue interceptada.
Otro tanto ocurre con la joven de Urnieta Amaia Esnal.
El navarro Txelui Moreno engordó la lista.
La décima detención se produjo en la irrupción de la casa de Zabaleta, en la calle Jarauta de Alde Zaharra de Iruñea. Según la versión difundida por el Ministerio de Interior español, Ainara Oiz fue detenida «portando documentos y efectos extraídos del domicilio».

Para sorpresa de todos, antes de que la propia Policía española colocara su dispositivo ya había alguna que otra cámara enfocando a la entrada de la sede de LAB. Al parecer, algunos medios habían sido citados para las 18.00.
Decenas de agentes españoles, de paisano o uniformados y pertechados con material antidisturbio y escudos taparon la entrada e identificaron a varios allegados de los detenidos. Como ejemplo, un agente encapuchado intentó intimidar a la hermana de uno de ellos llamándola por su nombre.
Pasadas las 20 también se personó en los alrededores de la sede el letrado Iñigo Iruin, que tras debatir con los agentes que custodiaban la sede consiguió entrar en ella.
En torno a las 21.30, después de trasladar a los cinco arrestados, los agentes de la Policía española recogieron su dispositivo y se dispusieron a marcharse entre gritos de desprecio. Nada más desaparecer el último furgón policial todos los trabajadores volvieron a su lugar de trabajo. Hoy se reunirá la Ejecutiva de LAB para valorar esta irrupción policial, aunque nada más conocer la noticia su secretaria general, Ainhoa Etxaide, se personó en la sede y ante los medios denunció lo ocurrido.
Etxaide explicó que la Policía les había comunicado que no era una operación contra el sindicato. Pero por encima de ello resaltó la gravedad de la operación policial y acusó al Estado español, a través del juez Garzón, de «irrumpir en el mapa político de Euskal Herria, sobre todo, cuando en este mapa están a punto de verse cosas nuevas».

Intensos seguimientos previos
A la espera del auto en que Garzón deberá concretar sus imputaciones, el dato político más relevante de la intención de esta redada son las declaraciones hechas por el ministro de Interior, Alfredo Pérez Rubalcaba, en el mes de agosto. Ante las afirmaciones de dirigentes independentistas de que harían una oferta política en otoño, Rubalcaba aseguró lo siguiente: «La respuesta va a ser radicalmente no. Esta es una farsa que dirige ETA y los tribunales ya han demostrado que ETA y Batasuna son lo mismo».
Lo que sí anticiparon ya ayer las agencias son los preparativos de la operación policial. Las FSE se jactan de haber realizado un amplísimo espionaje sobre los movimientos de los detenidos. Dicen que vigilaban las entradas y salidas de la sede de LAB desde el mes de febrero, que detectaron viajes de Arnaldo Otegi al otro lado de la frontera, que cambiaba varias veces de coche... Nada de esto, evidentemente, habrá supuesto ninguna novedad para los detenidos.
La operación fue precedida de diversas filtraciones periodísticas que trataban de vender la idea falsa de que la izquierda abertzale no iba a apostar por las vías políticas. "El País'', por ejemplo, tituló el domingo: «ETA frena las iniciativas de Arnaldo Otegi».
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Editorial del diario GARA, 14/10/09
Una farsa dirigida y orquestada desde la más absoluta irresponsabilidad

La Policía española detenía ayer por la tarde, una vez más, a destacados dirigentes y militantes independentistas de este país: Arnaldo Otegi, Rufi Etxeberria, Rafa Díez, Arkaitz Rodríguez, Sonia Jacinto, Miren Zabaleta, Mañel Serra, Txelui Moreno y Amaia Esnal. Una vez más, un Gobierno español irresponsable y absolutamente falto de miras ordena detener a dirigentes políticos a quienes únicamente podría acusar de una cosa: trabajar políticamente para tratar de solucionar el conflicto. Una vez más, José Luis Rodríguez Zapatero y Alfredo Pérez Rubalcaba han contado con la inestimable colaboración de varios medios y periodistas que en sus últimas entregas dominicales se han dedicado poco menos que a anunciar una operación de este tipo. En estos últimos meses, el Estado, con todos los medios a su alcance, ha tratado de poner en primer plano una serie de farsas y mentiras, destinadas, según se puede comprobar ahora, a construir una pista de aterrizaje para una operación de este calado. Rubalcaba, es obvio, ha llevado la voz cantante en esa estrategia, y medios como «El País» han reforzado esa gran farsa que, en resumen, buscaba extender y asentar en la opinión pública española -y probablemente en la europea que mira con interés y preocupación hacia Euskal Herria- la idea de que «ETA ha tomado el control absoluto sobre la izquierda abertzale» y que «ha perdido la confianza en sus dirigentes y les ha cortado la iniciativa política que tenían prevista impulsar para este otoño», tal y como el medio mencionado escribía el pasado domingo. Poco importa que el mensaje dictado por Madrid esté plagado de desinformación y que, en el fondo e incluso en la forma, se contradiga a sí mismo. Otro ejemplo de ello podía observarse ayer mismo en la redacción de la noticia por parte de varios medios y agencias españolas, cuando apuntaban que los detenidos «habían mantenido reuniones en los últimos meses en relación a la propuesta política anunciada por Otegi y que la izquierda abertzale pretendía usar para volver a las instituciones presuntamente por medio de un distanciamiento de la violencia explícito». El lector notará, sin duda, que en el mismo párrafo incluyen los términos «propuesta política» e incluso «distanciamiento de la violencia explícito», lo cual daría pie a cualquier observador europeo a llevarse las manos a la cabeza -como así sucede, en realidad- al confirmar que en el Estado español se sigue deteniendo a políticos por hablar, según afirmaban ayer las citadas agencias y medios españoles, de tales cuestiones.
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Contradicciones flagrantes
Es obvio que la ausencia de razón nunca ha detenido al Estado español, y que éste ha contado siempre con buenos adláteres también en Euskal Herria para tratar de diluir sin pudor deseos notoriamente mayoritarios de nuestra sociedad, sin importar a cambio de qué o a costa de qué. El Estado español sigue funcionando a golpe de obcecación, de obsesiones; en absoluto en términos de buscar y propiciar una fase democrática que desemboque en un proceso real de resolución. Y por ello afinan en su embrutecimiento la farsa, porque saben perfectamente que la izquierda abertzale está implicada precisamente en trabajar para que ese nuevo ciclo se instaure más pronto que tarde, tal y como han reiterado públicamente desde hace meses y meses los detenidos ayer por la Policía española.
La dicotomía es clara, y la decisión del Gobierno español de detener ayer a Arnaldo Otegi, Rufi Etxeberria, Rafa Díez y al resto de militantes independentistas lo plasma con más claridad que nunca: el Estado español no quiere que Euskal Herria avance hacia un proceso democrático que aborde las causas del conflicto y dé voz y decisión a la sociedad vasca sobre su futuro. De ahí que encarcele a quienes trabajan por ello. Luego, es obvio, vestirán la farsa al uso, como acostumbran.
¿Qué actitud adoptarán ahora quienes en Euskal Herria aceptan e incluso alimentan la farsa?
Aludamos de nuevo a la figura de los observadores europeos -reales, en cualquier caso- para constatar que son muchos quienes infieren de estas operaciones policiales que el Estado español, en realidad, no pretende sino alimentar y perpetuar el conflicto armado.
A esos mismos observadores debe constarle, incluso en estas horas, que es pública y notoria la apuesta de la izquierda abertzale por contraponer con más iniciativa política y responsabilidad la irresponsable estrategia del Gobierno español, porque eso es lo que realmente teme el Estado. Es en Euskal Herria donde puede darse la vuelta al conflicto para situarlo en el carril adecuado; es en Euskal Herria donde la sociedad y los distintos agentes, todos, deben estar a la altura de la situación.
En la cultura política española a los representantes políticos no se les pide honestidad, inteligencia o prudencia; a los políticos se les valora en términos de si son «duros» o «blandos». En Euskal Herria, debido en parte al grave conflicto que padece nuestro pueblo, a los políticos se les exige ante todo responsabilidad. Es posible que en el Gobierno español haya «duros» y «blandos», pero la operación deja claro que, en cualquier caso, quienes mandan son los irresponsables.

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