Arantza, militante del PCE(r) y presa política desde 2006, actualmente tiene una grave Lordosis cervical y necesita un tratamiento urgente por una grave gengivitis crónica:
¡¡SALUDOS COMPAÑEROS Y COMPAÑERAS!!
Lo primero es agradeceros que estéis hoy aquí, y por consiguiente espero lo estéis pasando estupendamente. Vaya una cerveza a mi salud, jaja, a la de todos los presos y presas políticas y especialmente a la de aquellos que se encuentran enfermos y con problemas de salud más o menos graves.
Me han pedido que escriba unas líneas precisamente sobre este tema, la salud y la asistencia sanitaria en la cárcel; aunque más bien habría que decir sobre la desasistencia sanitaria. No voy a centrarme en mí, aunque motivos también sobran, sino que quiero hablaros de la situación generalizada que se está dando aquí dentro y que, sin lugar a dudas, se va a seguir dando. Porque no nos engañemos, esta cuestión de la salud se sitúa dentro de un plan premeditado y perfectamente planificado para intentar exterminar a los y las presas políticas.
Segura estoy de que todos y todas conocéis o habéis oído hablar de algún caso en el que es la salud, y por consiguiente la vida de una presa o preso político la que está en juego, o mejor dicho, con la que están jugando. Allí en Vitoria-Gasteiz, mi ciudad, sin ir más lejos tenemos el caso de Gotzone López de Luzuriaga, que a pesar de que debiera estar en libertad debido al grave cáncer que padece, no lo está por no aceptar el chantaje para que se arrepienta y renuncie a sus ideas. Y por desgracia, hay otros muchos casos de presas y presos políticos enfermos.
Este es un plan premeditado y planificado, de exterminio de los revolucionarios presos, que comienza cuando vas al médico penitenciario y éste se niega a atenderte correctamente, te da largas para no sacarte a un especialista o demora el tratamiento que te ha sido indicado.
Además, el control y seguimiento de la salud se convierte en una cuestión ficticia no sólo en el caso de aquellas presas y presos políticos que se encuentran gravemente enfermos, sino también en el caso de quienes, por razones de edad y/o, –dicho sea de paso- de quienes han tenido una vida plagada de condiciones durísimas (clandestinidad, torturas, años de cárcel…), que deberían tener una atención sanitaria continua y pormenorizada.
Pero aquí, entre estos muros exterminadores, para nada existe ese control y seguimiento sanitario, pues de haber sido así, se habrían podido evitar muchas muertes en prisión, como por ejemplo la muerte de nuestro camarada José Ortín, fallecido en marzo de este año en la cárcel de Fontcalent por un infarto de miocardio. Tras 25 años de prisión, torturas, aislamiento… esa muerte sólo se puede calificar de crimen de Estado.
Pero sin llegar a ejemplos tan dolorosos, hay multitud de casos graves sobre los que podríamos estar charlando un largo rato. Compañeros y compañeras en espera de una rehabilitación que impida que se queden en silla de ruedas; o en espera de un trasplante de hígado; o a la espera de las sesiones de quimioterapia que tendrían que recibir sin demora; o las revisiones después de una intervención quirúrgica, que no se dan… o en espera de una atención adecuada y sin demora de problemas psicológicos. La lista es larga y los problemas sanitarios múltiples.
No quiero finalizar estas líneas sin denunciar también el papel que juegan algunos médicos de la calle, en completa connivencia con ese plan de exterminio que hemos señalado. Es el caso por ejemplo de nuestro camarada Manuel Pérez Martínez “Arenas”, que corre el riesgo de quedarse ciego en espera de una simple operación de cataratas, que se retrasa desde hace ya 9 años, y que cuando lo llevan al hospital montan tal despliegue policial que los médicos se niegan a atenderle “en esas condiciones”. Claro, que si cumpliesen con el Código Deontológico, lo que exigirían es atenderle e imponer ellos mismos las condiciones adecuadas. Pero es más sencillo para ellos decir que “no se puede trabajar de esa manera”, complaciendo así solamente al Estado y sus represores. Y como el caso de “Arenas” os puedo asegurar que hay unos cuantísimos más.
Bueno, no quiero alargarme más, solamente señalar que debemos luchar por denunciar estas situaciones y la desasistencia médica que sufrimos todas las presas y presos políticos, y por tanto, exigir que se respete nuestra salud.¡¡Por la reunificación y la AMNISTÍA!!
¡¡Contra el exterminio en las cárceles!!
Arantza Díaz Villar
Lo primero es agradeceros que estéis hoy aquí, y por consiguiente espero lo estéis pasando estupendamente. Vaya una cerveza a mi salud, jaja, a la de todos los presos y presas políticas y especialmente a la de aquellos que se encuentran enfermos y con problemas de salud más o menos graves.
Me han pedido que escriba unas líneas precisamente sobre este tema, la salud y la asistencia sanitaria en la cárcel; aunque más bien habría que decir sobre la desasistencia sanitaria. No voy a centrarme en mí, aunque motivos también sobran, sino que quiero hablaros de la situación generalizada que se está dando aquí dentro y que, sin lugar a dudas, se va a seguir dando. Porque no nos engañemos, esta cuestión de la salud se sitúa dentro de un plan premeditado y perfectamente planificado para intentar exterminar a los y las presas políticas.
Segura estoy de que todos y todas conocéis o habéis oído hablar de algún caso en el que es la salud, y por consiguiente la vida de una presa o preso político la que está en juego, o mejor dicho, con la que están jugando. Allí en Vitoria-Gasteiz, mi ciudad, sin ir más lejos tenemos el caso de Gotzone López de Luzuriaga, que a pesar de que debiera estar en libertad debido al grave cáncer que padece, no lo está por no aceptar el chantaje para que se arrepienta y renuncie a sus ideas. Y por desgracia, hay otros muchos casos de presas y presos políticos enfermos.
Este es un plan premeditado y planificado, de exterminio de los revolucionarios presos, que comienza cuando vas al médico penitenciario y éste se niega a atenderte correctamente, te da largas para no sacarte a un especialista o demora el tratamiento que te ha sido indicado.
Además, el control y seguimiento de la salud se convierte en una cuestión ficticia no sólo en el caso de aquellas presas y presos políticos que se encuentran gravemente enfermos, sino también en el caso de quienes, por razones de edad y/o, –dicho sea de paso- de quienes han tenido una vida plagada de condiciones durísimas (clandestinidad, torturas, años de cárcel…), que deberían tener una atención sanitaria continua y pormenorizada.
Pero aquí, entre estos muros exterminadores, para nada existe ese control y seguimiento sanitario, pues de haber sido así, se habrían podido evitar muchas muertes en prisión, como por ejemplo la muerte de nuestro camarada José Ortín, fallecido en marzo de este año en la cárcel de Fontcalent por un infarto de miocardio. Tras 25 años de prisión, torturas, aislamiento… esa muerte sólo se puede calificar de crimen de Estado.
Pero sin llegar a ejemplos tan dolorosos, hay multitud de casos graves sobre los que podríamos estar charlando un largo rato. Compañeros y compañeras en espera de una rehabilitación que impida que se queden en silla de ruedas; o en espera de un trasplante de hígado; o a la espera de las sesiones de quimioterapia que tendrían que recibir sin demora; o las revisiones después de una intervención quirúrgica, que no se dan… o en espera de una atención adecuada y sin demora de problemas psicológicos. La lista es larga y los problemas sanitarios múltiples.
No quiero finalizar estas líneas sin denunciar también el papel que juegan algunos médicos de la calle, en completa connivencia con ese plan de exterminio que hemos señalado. Es el caso por ejemplo de nuestro camarada Manuel Pérez Martínez “Arenas”, que corre el riesgo de quedarse ciego en espera de una simple operación de cataratas, que se retrasa desde hace ya 9 años, y que cuando lo llevan al hospital montan tal despliegue policial que los médicos se niegan a atenderle “en esas condiciones”. Claro, que si cumpliesen con el Código Deontológico, lo que exigirían es atenderle e imponer ellos mismos las condiciones adecuadas. Pero es más sencillo para ellos decir que “no se puede trabajar de esa manera”, complaciendo así solamente al Estado y sus represores. Y como el caso de “Arenas” os puedo asegurar que hay unos cuantísimos más.
Bueno, no quiero alargarme más, solamente señalar que debemos luchar por denunciar estas situaciones y la desasistencia médica que sufrimos todas las presas y presos políticos, y por tanto, exigir que se respete nuestra salud.¡¡Por la reunificación y la AMNISTÍA!!
¡¡Contra el exterminio en las cárceles!!
Arantza Díaz Villar
Militante del PCE(r) presa en Brieva ¡¡Amor y Fuerza!!
((Salva de aplausos y gritos de Amnistia osoa! (¡Amnistía total!) y Jotake, irabazi arte! (¡sin cesar, hasta la victoria!) y nueva salva de aplausos))
1 comentario:
Arantza Askatu!
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