miércoles, 21 de noviembre de 2012

Martín Ponce en Puerto III // Colombia: La crónica de Lizeth (3 de 3).

Marcos Martín Ponce en Puerto III

Llegó ayer martes 20 de la prisión de Morón a la Puerto de Santa María III (Cádiz). Llegó bien, con un trato correcto. Continúa la huelga de hambre en denuncia de la brutal paliza que recibió.

"Me ha llamado Marcos, ahora está en puerto III. Dice que de momento bien, que ha hablado con la dirección y que le han dicho que lo que pasó en Sevilla se quedó ahí. Está en 1° grado 1° fase. Los abogados mandarán un fax al juez para evitar problemas.

Seguirá en huelga de hambre y manda apoyo al resto de compañeros que han decidido sumarse a la huelga de hambre. Tardará unos días en poder hacer llamadas.

Está bien de ánimos y con fuerza."  
COLOMBIA:

La crónica de Lizeth.

(3 de 3)

Mis reflexiones

Después escuché en las noticias hablar al presidente Santos y al ministro de defensa. Estaban orgullosos y felices por haber matado en realidad a once jóvenes, entre ellos tres mujeres de las que la mayor no pasaba de los 23 años.

Qué miseria de presidente tenemos los colombianos. Cree que matando gente va a lograr doblegarnos o bajar nuestra moral.

¿Pues quiere que le diga una cosa, señor Santos? Se equivoca. Cada vez que muere un guerrillero nosotros luchamos con más fuerza y con mayor razón que antes. Si hoy mata usted cinco guerrilleros, mañana ingresan diez porque nuestra lucha la apoyan las masas, la gente pobre de este país que somos la mayoría.

Tenga también en cuenta que cada vez que muere un guerrillero, usted se echa encima una familia más. Por eso cada vez que en sus discursos dice que quiere la paz, que está cansado de esta guerra, nos produce risa, porque sabemos que usted no tiene la menor idea de lo que es la guerra.

Usted y su maquinaria de gobierno, los ricos de este país, han vivido toda la vida en palacios, sin que les haga falta nada, con plata hasta para tirar para lo alto. Gracias a lo que nos han robado a nosotros. Por eso tenemos claro que ni usted ni su grupo va a sacar un solo centavo de sus bolsillos para mejorar la vida de los colombianos, eso nunca lo harán. Al menos por las buenas.

Personalmente yo tengo una duda, señor Santos. Si usted es un robot o un ser humano. Porque de humano usted no tiene nada. Sólo una máquina actúa como lo hacen ustedes los capitalistas, oligarcas, pipi yanquis o como quieran llamarlos.

A usted no le queda nada bien el papel de hipócrita que lo han puesto a jugar los gringos. Cualquiera que escucha sus palabras sin conocer su pasado pensaría que está hablando un revolucionario.

Mentira, pues mientras públicamente dice que hay que luchar para reducir la pobreza, en realidad obra como lo dijo Fidel en un discurso: “no matan a las enfermedades matando a los enfermos, no matan la ignorancia matando a los ignorantes”.

Ya lo decía el Che Guevara: “Las palabras no se encuentran con los hechos, y si se encuentran no se saludan, porque no se conocen”.

Menos mal que los colombianos dejamos ya de ser pendejos. Ya no prestamos atención a las palabras, sino a los hechos.

Esa máscara que usted tiene no le queda nada bien, señor Santos. Fíjese que hay una diferencia muy grande entre ustedes los oligarcas y nosotros los revolucionarios.

Nosotros nunca nos alegramos cuando muere un soldado, porque sabemos mejor que nadie que esos soldados que mueren todos los días son campesinos, son gente pobre al igual que nosotros.

Y porque ellos están de ese lado es porque los obligan a pagar servicio, o se ven en la necesidad de hacerlo para ganarse un sueldo y alimentar sus familias. O están engañados.  

Nosotros hemos sido formados con la concepción de tenerle un profundo respeto al enemigo. Aquí, ni aun siendo prisioneros de guerra, se permite maltratar a un soldado con malas palabras. El comandante Manuel Marulanda luchó toda la vida porque no se llamara chulos a los soldados.

Sé que esos soldados ignoran que esta guerra es una lucha de clases que enfrenta a los ricos contra los pobres y viceversa. Sé que muchos de ellos no se han preguntado aún de qué lado son. Si del lado de los ricos o del lado de los pobres. Yo quiero invitar a los soldados que combaten al servicio de los ricos a una reflexión:

¿Qué es mejor, sacrificarnos y sufrir un tiempo, o vivir mendigando toda la vida? ¿No se han preguntado por qué los hijos de los ricos no van al combate a exponer sus vidas por su clase?

¿Qué es mejor, morir por nuestra clase o morir defendiendo los intereses de los que nos han robado todo?

Si morimos defendiendo a los nuestros, la historia nos tendrá como mártires, pero si morimos defendiendo a las transnacionales la historia nos juzgará como traidores. ¿Qué prefieren?

En cuanto a Santos, quisiera dedicarle el disco de Diomedes Díaz que se titula Judas. Y esto no lo está diciendo un comandante de las FARC, o un intelectual, esto se lo dice una guerrillera de base que apenas cuenta con veinte años de edad. Pero eso no quita que esté diciendo la purita verdad.

No cuento esta historia para elogiarme, sino para que todos conozcan esta realidad, que es sólo una de las que todos los días y a cada rato vivimos los colombianos. Y para que todos puedan preguntarse y juzgar si nuestra causa es justa en realidad o no.

También quisiera responderle al vicepresidente Angelino Garzón, a ese traidor a su clase que quizás cuánto dinero recibió, para después de haber liderado los trabajadores ponerse al servicio de los que los explotan, a quien se le llena la boca denunciando que las FARC reclutan a menores de edad, a verdaderos niños. ¿Por qué cuándo enviaron las bandas a matar a nuestros padres, hermanos, y hasta los mismos niños no salieron a defendernos? ¿Por qué no salieron a pelear por los derechos humanos? Porque está bien claro, no lo hacen por los niños, lo hacen con el propósito de desprestigiar las FARC.

¿Saben qué les decimos los que ingresamos de niños a la guerrilla? Como ustedes desde niños nos están atacando, a nosotros nos toca defendernos desde niños.

Tengan claro usted y todo el país, que aquí nadie es obligado o forzado a ingresar. Por el contrario, nos toca rogar y explicar una y otra vez por qué no hay más remedio que recibirnos. Porque la guerrilla tiene unas normas de reclutamiento que en ciertos casos excepcionales como el mío toca trasgredir.

También quiero invitar a los trabajadores, campesinos, estudiantes, mineros, indígenas, intelectuales y a todo el pueblo en general, a que dejemos las diferencias a un lado y a que marquemos una ruta.

Unidos para enfrentar a nuestro enemigo, que es el enemigo de todos, el imperialismo, el capitalismo, al que solo de ese modo podemos derrotar. Porque esta lucha no es una lucha de las FARC, sino una lucha de todos los que pertenecemos a la clase de los explotados.

Cada vez que hay un bombardeo, o muere un líder de una comunidad, o un niño, o cualquier ser humano, yo me pregunto: ¿Hasta cuándo este pueblo seguirá soportando eso? ¿Cuántos muertos más habrá que poner para que el pueblo todo se levante sublevado ante los que lo oprimen y asesinan?  
Quisiera decirles que ya es hora. Ya hemos puesto muchos muertos.

Digan ustedes si es justo que mientras aquí unos están entregando sus vidas para cambiar este régimen criminal, ustedes permanezcan frente a la televisión, alienados e idos del mundo, de la realidad, embelesados con novelas y realities. ¿Algún día se han preguntado si eso es justo?

La televisión, las películas y programas son diseñados por nuestros enemigos para mantenernos controlados. No les demos ese gusto, apaguemos la tele. Vamos a la calle a apoyar a aquellos que luchan por un cambio en este país.

No quiero decir con esto que la única forma de lucha sea empuñar un fusil en las filas de las FARC. No. Hay muchas otras maneras de luchar, desde los sindicatos, desde la escuela, desde el barrio o el partido, protestando, reclamando, exigiendo. No podemos quedarnos con los brazos cruzados.

Preguntémonos ¿Por qué en los países vecinos la gente vive en otras condiciones y trabajan por construir una vida más digna? ¿No será porque los gobiernos de esos países son revolucionarios, representan de verdad al pueblo, son gente que han sufrido y luchado por los cambios?

¿Por qué si en Venezuela, Ecuador, Nicaragua, Uruguay, Bolivia, el mismo Brasil o Argentina están cambiando, en Colombia seguimos igual?

Es cierto que las FARC iniciamos unos diálogos. Pero eso no quiere decir que ya va a haber un cambio. No puede olvidarse que sólo los pueblos hacen los cambios.

Cuando el presidente dice queremos la paz, al mismo tiempo está diciendo vamos a matar a la insurgencia. ¿Qué bueno puede esperarse de un señor como ese? Así y todo sueña con volver a ser presidente, qué vergüenza.

Debería darle vergüenza ver que él con bombas, aviones y hasta misiles no ha podido ni podrá acabar con miles de campesinos armados tan solo con un fusil para defenderse. Que la única manera de matarnos sea cuando estamos durmiendo, con aviones y bombas de hasta quinientos kilos. Porque por tierra está por ver a quien le va peor.

A pesar de eso, nosotros tenemos a los soldados como hombres verdaderamente valientes. Aunque cuando obtienen victorias, lamentablemente son los generales los que ganan condecoraciones, cuando desde Bogotá no han hecho otra cosa que despachar órdenes. Por eso estoy segura de que algún día ellos van a hacer conciencia y van a oponerse a que nos sigamos matando entre nosotros mismos. No van a permitir que los sigan utilizando como carne de cañón.

Señor Santos, y todos los ricos de este país, ¿Por qué no mandan a sus hijos, o sus familias, a que peleen en la línea de combate? Para que sepan lo que es perder a un ser querido, para que prueben el sinsabor de la guerra.

Y dejen de estar aprovechando de las necesidades de los colombianos. ¡Defiéndanse ustedes, no pongan a otros a que los defiendan! Pero tengo fe en que esto no va a durar mucho.

En nombre de todos los mártires como Alfonso Cano, Raúl Reyes, Iván Ríos, Jorge Briceño, Danilo García, Yuribí, Francy, Betty, Yuli, Dairon, Jawin, Farley, y todos los guerreros y guerreras que han caído en el fragor de la lucha, invitamos al pueblo colombiano a ponerse de pie y luchar unido.

Porque la unión hace la fuerza, unidos venceremos. Pongamos fin a tanta muerte, no permitamos ni una sola más. Elevemos un grito todos: ¡Basta ya! Y si es preciso, vamos a hacer una revolución.

Montañas del Catatumbo, octubre de 2012.

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