Foto. (Comunistas indonesios asesinados, en una fosa) |
Indonesia,
cómo exterminaron a las y las comunistas
Es
habitual ver como en los medios de comunicación se habla de
distintos genocidios perpetrados en los dos últimos siglos pero se
cuidan mucho de señalar que el mayor genocidio perpetrado durante el
siglo XX ha sido por motivos ideológicos y que ha tenido como punto
de mira a comunistas, antifascistas y movimientos de liberación
nacional.
A
continuación solo un ejemplo, el cometido en Indonesia por las
fuerzas reaccionarias y el imperialismo. Han trascurrido más de 50
años y aún no existen cifras fiables de los comunistas que fueron
masacrados, unas cifras que por lo bajo se sitúan en el medio millón
mientras otras llegan a superar el millón. Fue una eliminación
sistemática y masiva que tuvo lugar en el transcurso de cuatro
meses.
Indonesia:
genocidio de los comunistas
Aunque
mantenida en la oscuridad de los grandes medios, el 30 de septiembre
de 1965 dio inicio una de las mayores masacres realizadas en la
historia del capitalismo. El Partido Comunista de Indonesia (PKI),
que había sido fundado en 1920 y que tuvo un importante papel en la
lucha por la independencia, debía ser exterminado por decisión del
imperialismo norteamericano, la burguesía local y sectores
islamistas de extrema derecha –Indonesia es el país con más alto
número de musulmanes en el mundo–.
Los
antecedentes inmediatos estaban en la gran fuerza del PKI, que llegó
para ese año a contar con más de tres millones de miembros y cerca
de quince millones de simpatizantes, integrados en diversos tipos de
organizaciones populares, casi el 10% de la población total de
entonces. Con esa fuerza, había realizado una alianza con el
gobierno del presidente
Sukarno,
un anticolonialista que impulsó políticas que chocaban con las de
Occidente. Entre las medidas que había impulsado estaba la
industrialización del país para superar su economía agraria y
extractiva, nacionalizar la banca y redistribuir las tierras y
latifundios. Fue, sin embargo, un gobierno que no impulsó
suficientemente la vida democrática del país.
Los
documentos y declaraciones de agentes de la CIA demuestran que el
gobierno norteamericano primero llevó a cabo una política para
controlar a Sukarno pero, al no lograrlo, inició el trabajo para
derrocarlo. Indonesia fue convertida en un “laboratorio de la
contrainsurgencia”, según la califica el investigador Paul
Labarique, quien presenta pruebas de cómo el gobierno yanqui trabajó
con este fin desde 1953, aplicando la Instrucción NSC 171/1. El
director de la CIA en persona orientó a su embajada trabajar con
partidos de ‘centro’, incluido el llamado Partido Socialista, así
como con partidos de derecha para impedir la unidad nacional. Esto,
en el marco de la Guerra Fría y la creciente influencia de la
revolución China.
La
CIA entregó armas y bombardeó en 1958 un mercado, provocando cerca
de 700 muertos entre los cuales había feligreses que se acercaban a
una iglesia. Ese mismo año dejó caer una bomba en un barco, matando
a todos sus ocupantes, y un avión fue derribado el 15 de mayo siendo
capturado el agente de Estados Unidos
Allen
Lawrence Pope.
Foto. (incendiando las casas de los comunistas) |
La
CIA entregaba armas a grupos opositores, dirigía una permanente
campaña en los medios contra los comunistas y formaba un centro de
preparación para los oficiales del ejército indonesio, el Seskoad,
desde donde promovieron el golpe de Estado. Por su parte, Sukarno
declaró el Estado de Sitio, que se mantuvo esos años, lo que
provocó que fuera mirado más como un dictador que como un
presidente, aunque el Comando Conjunto de las Fuerzas Armadas
Indonesias se manifestó en oposición al gobierno y a su alianza con
el PKI.
Las
múltiples acciones preparatorias se conjugaron el 30 de septiembre
de 1965. Ese día, fueron asesinados 6 altos generales, todos leales
a Sukarno. Los crímenes fueron usados como pretexto para el golpe de
Estado y se afirmó que quienes los habían cometido eran dirigentes
del PKI.
Quien
asumió el poder pocos meses más tarde fue el general
Suharto,
hombre de confianza de Estados Unidos y formado en el Seskoad. Los
golpistas recibieron de la embajada norteamericana listas con miles
de nombres de los militantes comunistas a nivel de dirección y de
base, así como de simpatizantes activos. Con ellas, y también de
manera indiscriminada, inició la cacería y muerte de todo aquel que
se identificara con el PKI.
En
el documental “The
Act of Killing”
(“El
acto de matar”), realizado con ejecutores de las torturas y
asesinatos masivos que se consideran héroes y viven en plena
impunidad, se pregunta a uno de ellos: “¿Cómo exterminó a los
comunistas?”, a lo que responde: “Los matamos a todos, eso es lo
que pasó”.
Las
estimaciones más reducidas hablan de 500.000 asesinatos. El equipo
del documental y otros consideran que fueron más de un millón. Para
el premio Nobel Bertrand Russell, “en cuatro meses, en Indonesia
murieron cinco veces más personas que en doce años de la guerra de
Vietnam”. Tantos, que son frecuentes las narraciones de canales
entre las islas del archipiélago indonesio que se tiñeron de
sangre. Tantos, que quedó un trauma masivo que sólo las nuevas
generaciones empiezan a superarlo.
Los
torturados fueron también miles. Según Amnistía Internacional,
para 1998 unos 13 comunistas seguían presos a pesar de su avanzada
edad y de no haber cometido más delito que su identificación
política. Aún hoy esos comunistas no pueden obtener un crédito
bancario y les es prohibido trabajar en el área de la educación, la
salud o ser funcionarios públicos. A todo esto, el gobierno de
Estados Unidos lo calificó como “una grandiosa victoria sobre el
comunismo” y, en su momento, la revista Time señalaría que se
trataba de “una de las mayores noticias para Occidente desde hace
años en Asia”.
La
pregunta que el lector podrá hacerse es: ¿cómo un partido
comunista tan grande, que participó en la lucha por la
independencia, pudo ser exterminado sin que se presentara una guerra
civil? Aunque tenía organización, influencia en sectores del
ejército e incluso acceso a armas, no estaba preparado
ideológicamente. El PKI por más de una década venía proclamando
que la ‘alianza de fuerzas nacionales, religiosas y comunistas’
junto con ‘la burguesía nacional’, que sería aliada de los
trabajadores, podría llevar al ‘socialismo por la vía electoral’
y que éste sería ‘respetado’ por las democracias occidentales.
Una convicción que debilitó su accionar en la lucha de clases y que
facilitó las matanzas.
Las
lecciones de Indonesia no fueron analizadas en Chile, que en otro
septiembre viviría el
golpe
de Estado impulsado por el imperialismo contra Allende.
Considerarlas para el futuro de Indonesia, donde los jóvenes tienen
avidez para entender esos momentos históricos, y para el futuro de
otras experiencias de transformación social es importante, al tiempo
de denunciar este crimen contra la humanidad.
Edgar
Isch L. – 22 octubre 2015
No hay comentarios:
Publicar un comentario