miércoles, 1 de abril de 2009

Ortín, por Trecet y Elizaran

Carta de Ugaitz Elizaran y Juan Trecet, expresos políticos vascos
Diarios GARA y BERRIA (original en euskera)
JOSE ORTIN MARTINEZ, DESPEDIDA Y HONOR
El 21 de marzo de 2009, en la prisión de Fontcalent (Alicante), falleció el preso político madrileño José Ortín Martínez. Hemos empezado a escribir sin saber más que ha muerto de un ataque cardiaco, pero sabiendo cómo funcionan las cosas –también las médicas- en prisión, sería fácil encontrar los responsables dentro de la cárcel.
Por edad, tal vez no era demasiado joven, pero sí era una persona completa y llena de experiencias y enseñanzas. La responsabilidad, la militancia, la lucha y la revolución por las que vivió, no las utilizó jamás para mirar de reojo a los más jóvenes y sí para enseñarles lo que podían hacer, y también por eso le tenían preso. Pero principalmente lo han tenido prisionero por su enorme dignidad, pues en este Estado se paga muy caro el luchar, De eso tenemos muy cara cuenta en Euskal Herria, pero también en otras muchas parte del mundo, y muy especialmente, los que dentro de los límites del Estado a la hora de airear el color rojo de la dignidad, no dan ni un solo paso atrás.
A José lo conocimos en prisión, como lo conocieron otros muchos compañeros vascos. Claro, teníamos desavenencias, estábamos en desacuerdos, a la hora de plantearnos la vida, la lucha, las revoluciones. Éramos de diferentes pueblos y proveníamos de diferentes culturas y en consecuencia, lo normal, era tener diferencias, por las diferentes experiencias y modos de ver las cosas. Sabíamos además, que algunas tomaduras de pelo pesadas y tratar temas que tenían profundidad con cierto ligero humor te ponían de mala ostia. Pero también sabíamos que nos veías como verdaderos compañeros. Y que había un futuro común, aún estando presos. Y que ver futuro en las luchas, en esos durísimos años, era darle el verdadero sentido a los largos años de vida.
En nuestra Euskal Herria se ven tendencias, situaciones, en las que hay veces que todo se da por ganado y otras veces todo por perdido, influenciados por las noticias y coyunturas que se dan en el corto plazo. Por ello, aprendemos a estudiar, a valorar el conocimiento de revoluciones que se viven en otros pueblos, y que nos sirve principalmente para analizar lo hecho, lo conseguido, hasta dónde hemos llegado y las opciones que tenemos en el futuro por llegar.
José tiro para adelante en los oscuros años de la dictadura. Hace más de 30 años, en ese momento de esperanza y posibles años de luces para la transformación, tampoco se quedó en casa. Pero su lucha y compromiso no era sólo para lograr un simple cambio estético. Sino que como revolucionario, había asumido su responsabilidad con todas sus consecuencias, para un mundo mejor. Y por eso, en el momento más duro y de golpes por el que han pasado los movimientos comunistas del Estado, él se mantuvo comprometido en los niveles de compromiso más superiores.
Al conocer la noticia, y sin saber otros datos, se puede pensar que después de haber luchado toda su vida tan intensamente, da una inmensa pena que alguien como él muera en la cárcel; pero siendo un revolucionario, estando en la prisión o en la clandestinidad, y a la hora de la muerte, no haberse achicado y haber actuado dando una respuesta militante y resistente es lo más importante. Esto te mantiene libre. Porque la libertad tanto personal como colectiva es la mayor dignidad de la lucha.
Nos ha dejado un comunista, un revolucionario. Tal vez no aparecerá en los libros de historia, y sin duda, se le prohibirán los homenajes en su honor. No podía ser de otro modo. Y hoy se nos viene a la mente, al recuerdo, quién va a llorar por ese hombre inmenso en ese círculo tan rico que siempre ha mantenido. Tanto en la cárcel como en la clandestinidad, en el trabajo y en la vida diaria, como en la lucha, en los muy diferentes entornos… esa es la medida para medir las lágrimas por tamaña persona revolucionaria. Esa es la medida de contarlas y hoy caerán lágrimas de oro en muchas casas, en algunas calles cualquiera, en la clandestinidad y en muchas celdas. Por elegir vivir la vida al rojo vivo.
Muy especialmente en Fontcalent. Allá, entre los presos políticos, en condiciones que hasta para los animales estarían prohibidas.
Las lágrimas de Concha estarán buscando alguna salida, hoy más que nadie sufriendo por la pérdida de José; pero que sepa que le mandamos la fuerza de todos para que salga para adelante. Y lo hará, estamos totalmente seguros. Porque los rojos sí sabemos que no nos espera el cielo, pero que desde este infierno no nos cansaremos de darle color morado. Para darle calor a los sueños, para fundir las cadenas y quemar allá mismo a los que las construyeron.
José, esperamos que todo esto sea una parte del plan de fuga. Un plan para darle salida al túnel. Y muy pronto lo sabremos, porque tú no eres de esos que dejan a los demás a un lado.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Tener en el recuerdo a este luchador es imprescindible pero más aún proseguir su lucha, esta cárcel de pueblos fascista debe saber que el partido no ha acabado y que hay resitencia para largo.

Urak dakarrena urak darama!
Gora GRAPO!