domingo, 23 de enero de 2011

La iglesia y los verdugos, cuneteros... y la verdadera Memoria Histórica. Caso en NAVARRA

Memoria Histórica del día:

-1908. Pablo Iglesias, máximo dirigente del PSOE, se declara públicamente terrorista. El Gobierno Español promulga una ley antiterrorista, con la excusa de luchar en contra de los atentados con explosivos. Pablo Iglesias, diputado del PSOE, dice que la ley era un ataque contra su partido y se declara públicamente terrorista, con las siguientes palabras que pronunció ante el Congreso el 23 de enero: Nosotros hablamos con mucha claridad a los nuestros; y cuando les decimos que hay que poner la mano sobre la riqueza para transformarla, les hacemos notar que habremos de transformarlo por medio de la revolución, esto es, por medio de la violencia. Y como en la violencia están comprendidos el fusil, el puñal, la dinamita, etc., a nosotros se nos aplicará el artículo 55 […] Si ahora nos cerráis el camino, ni nos amilanaremos ni nos cruzaremos de brazos; iremos por el otro; seremos terroristas; y estad seguros que no lo seremos de boquilla, de que daremos la cara.
-1977: En una manifestación proamnistía en Madrid, brutalmente reprimida, es asesinado Arturo Ruiz García, de 19 años de edad, por disparos realizados por la Triple A, de mano de Jorge Cesarsky.

CONVOCATORIA: Bilbao. Lunes 24

Una mirada libertaria sobre el Cono Sur Latinoamericano (situación política, militarismo, movimientos sociales...)

Ponente: Pelao Carballo (Paraguay)

Día: 24 de enero (lunes) Hora: 20:00 Dónde: Gatazka Gunea (Ronda 12, Alde Zaharra, Bilbo)

La iglesia y los verdugos, el caso de Navarra
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DEL BURGO, DE VERDUGO A VÍCTIMA
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Dicen que el criminal siempre vuelve al lugar del crimen y el pecador al lugar del pecado. Parece ser que a causa de los remordimientos, o quizás sólo por el morbo, nos resistimos a cerrar los cajones de la memoria y del inconsciente. Y una y otra vez, en sueños, o en reacciones incomprensibles, volvemos a remembrar lo que no debemos. Como cuando de críos removíamos la caca, pinchándola con un palo.
No entiendo qué infierno oculto, qué pesadillas amargas o qué placer onanista le pueden impulsar a Jaime Ignacio del Burgo a enviar a la prensa el artículo La Iglesia, de víctima a verdugo, y volver a sacar el tema de la represión en la Guerra Civil. Y no es porque no tenga derecho (incluso algún que otro argumento veraz), para discrepar con lo que decía Vicent Navarro sobre la memoria histórica. El problema es que, remedando a León Felipe, para desenterrar ese tema cualquiera puede, cualquiera, menos un Del Burgo sepulturero. Además, la defensa de la Iglesia tiene hoy día campos de batalla mucho menos resbaladizos para él: la enseñanza religiosa; la sangría de la financiación; la inmatriculación de bienes públicos; el aborto; la eutanasia; las relaciones sexuales… En cualquier tema de estos la prostituta de Babilonia tendría en Del Burgo un espléndido paladín.
Y sin embargo, Del Burgo, que tiene el culo de paja, vuelve una y otra vez a revolver con su palo pringado los rescoldos del 36. Vuelve al ataque con el mismo tufo negacionista y fascistón de siempre. Vuelve a negar que la Iglesia "formaba parte del grupo de privilegiados cuyos intereses se vieron afectados por las reformas sociales de la República". Vuelve a denominar al "alzamiento cívico militar como cruzada en defensa del cristianismo". Vuelve a negar la responsabilidad de la Iglesia en los fusilamientos de la retaguardia. Acusa de falsedades al profesor Navarro, "que de historia no demuestra tener grandes conocimientos", y nos recuerda el "martirio de cerca de diez mil sacerdotes, religiosos y religiosas fusilados por los rojos", lo que denomina "auténtico genocidio". Del Burgo hijo, otra vez, exagerando a su favor. Mientras, ahí están los datos de Del Burgo padre, según los cuales en Navarra hubo "232 ejecuciones judiciales y 446 las sumarias", esto es, cuatro veces menos de las cifras reales, publicadas hace ya 25 años en el libro Navarra 1936. De la esperanza al terror y que sólo él ha puesto en duda. Hace falta ser un Del Burgo para hacer desaparecer de la historia 2.500 fusilados navarros de un plumazo. Y eso sólo se comprende si se tiene en cuenta que un Del Burgo estaba entre los artífices de la gorilada que propició aquella carnicería.
¿Por qué entonces el hombre que más debería callar vuelve una y otra vez sobre el tema, tergiversando y ocultando lo que ocurrió en su propia tierra? Voy a aventurar una hipótesis: Por provocar. Por ofender. Porque se sabe intocable. Por recordar a todas las víctimas del bando republicano que está orgulloso de la escabechina que hicieron y que volvería a hacerla si la ocasión se presentase.
Si le aplicaran la leyes sobre el negacionismo de los holocaustos, vigentes en algunos países, o la misma de Ley de Protección a las Víctimas del Terrorismo que él ha aprobado para otros, Del Burgo debería estar encarcelado. Pero sabe que se librará, como se libraron todos los verdugos del 36. Esto no es Alemania ni Argentina. La democracia española no da para más.
Lo dijo una vez, hace muchos años, el sociólogo Mario Gabiria:"Del Burgo es el hombre capaz de llevar de nuevo a Navarra, a la guerra civil". Y ahí sigue, con el palo, provocando, pringándolo todo, esperando su ocasión.
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Jose Mari Esparza Zabalegi.
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DEL BURGO RELÁJESE
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Brevemente quiero acabar la polémica con Del Burgo, cubierto en su anterior artículo con piel de cordero demócrata y político sufridor. Lo de "pilar ideológico de la izquierda abertzale" me lo tomo como piropo exagerado, siempre que no me esté señalando a sus amigos de la patada nocturna en la puerta de casa. Peón de la izquierda vasca lo soy, a mucha honra. Ofensa (y hasta pecado) sería ser de la extrema derecha española, como usted.
Que Del Burgo "ha defendido en todo momento y ocasión los valores democráticos" es un sarcasmo. Usted viene del mero corazón del franquismo, del que mamó y disfrutó. Fue alto cargo en la administración de la dictadura, como su padre, y pasó a la "democracia" con toda la impunidad que la Transición española concedió al aparato franquista anterior. A usted la Declaración Universal de los Derechos Humanos le es tan ajena como las obras de Lenin.
Decir que se ha dedicado a "defender la libertad de Navarra y el derecho a decidir del pueblo navarro, sin imposiciones de nadie, sobre si debía o no pertenecer a Euskadi o Euskal Herria", es tener el rostro de mármol. Con el 28,59 de los votos de UCD, usted apartó a Navarra del distrito universitario y del preautonómico vasco, sin hacer caso a la mayoría de partidos, representantes del 59,04% de los votos navarros, que en 1977 le exigían lo contrario. Así empezó a decidir el pueblo navarro. Por no votar, ni el Amejoramiento se sometió a referéndum. Usted es el representante de la España negra en esta tierra y jamás permitirá que Navarra, libremente y en igualdad de condiciones (políticas y mediáticas), decida en referéndum qué relaciones desea tener con Euskal Herria y con España. A ello ha dedicado toda su vida, no venga ahora con cuentos.
Sigue lavando la cara a su pasado: decir que "Jaime del Burgo fue el primero en reconocer, todavía en tiempos de Franco la cifra de 678 fusilados navarros" sonaría a meritorio, si no supiéramos que, ya en 1992, en la monumental Historia General de Navarra que usted se encargó de editarle, seguía manteniendo esa ridícula cifra y desacreditaba la cifra de los casi 3.000 fusilados que, con nombres y apellidos, había recogido Altaffaylla. Y no venga ahora diciendo que no quiere "entrar en esa guerra de cifras, porque me parece una discusión estéril". Eso no puede decirlo un historiador. No hay una guerra de cifras: hay un número de asesinados navarros que es rigurosamente cierto y hay falsarios que todavía lo pretenden ocultar en voluminosas publicaciones.
Falsario. He ahí la palabra que mejor define su artículo y toda su biografía. No soy el único que le señala con el dedo. Hace ya mucho tiempo que la historiadora Mari Cruz Mina demostró sus documentos tergiversados sobre la Ley Paccionada, y más recientemente Santiago Leoné, sobre el famoso documento de 1549, en el que, para demostrar la adhesión de Navarra a España tras la conquista, leyó la palabra "spanidad" en lugar de "cristiandad", que evidentemente, no es lo mismo. Conquista, Ley Paccionada y Guerra Civil: tres pilares de la obra de Del Burgo y los tres trampeados.
Relájese y disfrute Jaime Ignacio: ha sido un político afortunado, ha servido fielmente a sus amos de Madrid, se jubilará con el riñón cubierto y ojalá muera plácidamente en una cama, como Franco. Eso sí: no pretenda colarse como honrado ciudadano, ni en el cielo, ni en la Historia de Navarra. Jaungoikoa (Dios) ya se encargará de lo primero. De lo segundo nos encargaremos nosotros.
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Jose Mari Esparza Zabalegi. Editor, escritor, impulsor de Euskal Memoria

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