Desde la cárcel de TOPAS. SALAMANCA.
La ocupación de fincas que se ha dado en Somonte, Marinaleda etc, con el objetivo de explotarlas en cooperativas dentro del sistema capitalista, creo que es un camino equivocado que no puede abrir ninguna perspectiva de futuro a la grave situación que están viviendo en las zonas rurales, los medianos y pequeños campesinos así como esos jornaleros que apenas encuentran trabajo unos meses al año.
En mi opinión esa vía del reparto de la tierra tuvo su sentido y fue realmente positiva en el contexto de las revoluciones burguesas contra la pervivencia del sistema feudal, cuando aún se vivía en las zonas rurales una gran masa de pequeños campesinos sin apenas tierra para cultivar y comenzaba a desarrollarse la agricultura y el sistema de carácter capitalista.
La distribución de tierras no sólo mejoraba la situación de los campesinos sino que facilitaba la transformación de la revolución burguesa en una revolución democrática de nuevo tipo que, posteriormente, podía avanzar a la instauración del socialismo, siempre y cuando se llevase el proceso bajo la dirección del proletariado y su partido comunista. Pero hoy no es así.
En España como bien sabemos este proceso comenzó a darse en tiempos de la II República y, cuando ya se abría paso la reforma agraria, llegó la sublevación fascista. Franco impuso un desarrollo del capitalismo, totalmente opuesto a la vía democrática que se pretendía llevar a cabo con anterioridad, en función de los intereses de los grandes terratenientes y la oligarquía financiera. Así se produjo una gran concentración de tierras en muy pocas manos, y la forzada emigración de una multitud de pequeños campesinos y jornaleros a las zonas industriales. En estos momentos ya nos hallamos en otro contexto histórico muy distinto; en la etapa del capitalismo monopolista de Estado, en la que unos pocos monopolios controlan el grueso de la economía y las propias estructuras estatales. Estamos así mismo en la crisis general de agotamiento del sistema capitalista. En consecuencia con estas características ya no cabe anteponer ninguna etapa histórica o periodo intermedio de carácter democrático burgués, y se hace absolutamente necesario avanzar hacia el Socialismo.
Pero como bien es visible, en el campo imperan los intereses de los grandes latifundios, que se ven favorecidos por las jugosas subvenciones que les da la Comunidad Europea, el peso de sus gigantescas producciones, lo que les permite vender sus productos a unos preciso realmente bajos, que a los campesinos medianos y pequeños no les resultan rentables. A ello hay que añadir que hoy en día apenas existen ya otros mercados para la venta de los productos agrarios que los que vienen imponiendo las grades multinacionales de supermercados y otros monopolios, algo que también implica que se los tienen que vender a precios abusivos. Y aunque existen otros muchos problemas, baste recordar, para finalizar, las condiciones leoninas que impone la banca a los productores agrarios cada vez que necesitan pedir un crédito para renovar su maquinaria, comprar abonos, etc. No obstante, también hay que tener en cuenta, que esas condiciones van a seguir empeorando.
En esta situación es evidente que no puede haber otra alternativa para los trabajadores y campesinos, que la destrucción del sistema capitalista y la instauración de un Estado socialista, que expropie y pongan en sus manos las grandes propiedades agropecuarias, los monopolios industriales y comerciales, la banca etc. Sólo desde esas bases podremos abrir el futuro para el pueblo.
Por ello, se hace realmente necesario que los comunistas centremos nuestros esfuerzos a orientar y organizar a los trabajadores para avanzar hacia la conquista de esos justos objetivos. Esa es la vía y el arma que, hoy en día, supone una verdadera amenaza para el Estado y nos dota de una mayor potencia para ir debilitándolo progresivamente, lo que también nos ayudará de forma más efectiva para poder frenar su terrorista ofensiva de recortes sociales, y para arrancarles algunas mejoras concretas, como mayor subsidio de desempleo, una renta social mientras no haya trabajo etc. Y ni que decir tiene que a los latifundios y al gran capital, no les importa nada cedernos algunas tierras (que no son otra cosa que migajas) con tal de que no tomemos el camino acertado. La cuestión es entender que si bien en la etapa de la revolución burguesa se trataba de 2 orientaciones que podían ir en la misma dirección, en la actualidad son caminos totalmente opuestos.
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