Foto. Tortura conocida como la bolsa. |
TORTURA:
Entrevista
al forense Paco Etxeberria.
De Gara
«Hay quien no se puede creer la tortura, y quien no se la quiere creer»
Una
cuestión previa antes de empezar: ¿ahora se puede hablar con más
tranquilidad de la tortura? Se lo pregunto porque siguen siendo pocos
los profesionales que hablan de ello...
No
sé si tranquilidad es la palabra adecuada, pero antes si alguien se
interesaba sobre este tema se le descalificaba, se le decía «tú
estás haciendo el caldo gordo a ETA», y con ello se neutralizaba.
No quiero ponerme en primer plano, esto lo vimos con la juez
Elisabeth Huerta cuando investigaba las torturas al padre del preso
Tomás Linaza. Se le sublevaron y hubo órdenes de las jerarquías
para que ni siquiera declararan los citados. Eso sería completamente
imposible hoy día. Si esa presión se ejercía contra jueces, pues
para un periodista, un historiador, un profesional sanitario o un
forense.... todavía más.
Empezó
a visitar detenidos a inicios de los años 80, cuando todavía salían
de los calabozos con marcas (ahí está el caso del cadáver de Joxe
Arregi, lleno de moratones). ¿Cómo vivió aquella situación, le
sorprendió?
No.
Ya tenía noticia previa de que eso podía ocurrir, por algún
familiar que no tenía por qué engañarme o por algún amigo del
colegio que había vuelto al aula faltándole varios dientes. Este
nos explicaba que le habían pegado con una toalla a la que habían
hecho un nudo en la punta y la habían empapado con agua. ¿Aquello
podía ser una invención, una mentira, una estrategia diseñada por
la KGB? ¡Hombre! Tú te das cuenta de que ese compañero no está
tratando de mentirte. Si alguien no se lo creía, es que no vivía en
este país. No me extrañó pues; eso sí, es más impresionante
cuando lo ves de cerca y te toca hacer algo. Los primeros casos que
recuerdo son de detenidos que casi no se sujetaban de pie. En
ocasiones trasladábamos eso al papel, que es lo más difícil, y no
éramos suficientemente convincentes. A veces pedimos que el juez nos
acompañara, o que viniera con nosotros el secretario judicial,
porque se nos llegó a poner en duda.
¿Qué
casos concretos recuerda?
Por
ejemplo, estar de guardia en San Sebastián y escuchar una entrevista
de Iñaki Gabilondo en ``Hora 25'' al ministro [José] Barrionuevo.
Una de las preguntas era si podía garantizar que no habría más
malos tratos, y Barrionuevo respondió que sí, que él lo
garantizaba, que había llegado el final de eso. Y yo pensaba que uno
puede estar tan lejos de ese cuartelillo, de ese sótano, de ese
escondite, que llegue a ignorar lo que ocurre con sus propios
funcionarios. Yo pensaba: «Si usted supiera que yo hoy he ido a un
cuartelillo y lo que he visto...» Pero pasan las semanas y te das
cuenta de que no es un tema de distancia, sino de lo que dijo
Amnistía Internacional hace años en el tema de la tortura. La
humanidad se divide en dos partes, al 50%: los que no se lo pueden
creer y los que no se lo quieren creer. Enseguida me di cuenta de que
Barrionuevo era, es, de los que no se lo querían creer.Dibujo. "Aniquiladlos!: Aún piensan!". (un torturado atado a una silla) |
En
esa época, en octubre de 1983, se produce la desaparición de Joxean
Lasa y Joxi Zabala. Ahora sabemos que fueron torturados en
Gipuzkoa...
...En
Gipuzkoa, y a 500 metros del Palacio de Justicia en el cual yo me
creía investido de autoridad como un profesional dispuesto a
arreglar el mundo. Ese es el escarnio. Que en tu misma ciudad, en
otro edificio público, a no tanta distancia, está ocurriendo lo
contrario de lo que teníamos en mente o teníamos como ideal.
Hay
dos niveles en este caso: lo que podemos constatar que les hicieron y
lo que solo podemos intuir. ¿Qué sabe y qué intuye Paco
Etxeberria?
En
este caso la opinión no es pericial, pero sí puede ser cualificada.
Utilizaría el contexto. En lo forense uno utiliza la evidencia
física viva, pero cuando hablamos de personas que han fallecido esa
evidencia es más limitada porque solo hablan los restos que se
conservan. En el caso de Lasa y Zabala no solo están las lesiones
por disparo en la cabeza. Si uno ve que una de las vainas del
cartucho es del 9 largo en esas fechas, ya sabe que el arma es de las
FSE, eso no le pasa desapercibido. Luego, sabes también que se
produjeron más secuestros en esas fechas, por ejemplo el de
Urtizberea, concejal en Hondarribia: yo le vi las quemaduras en el
pecho, hechas con cigarrillos, pero no los mataban. Por eso, yo
supongo que en el caso de Lasa y Zabala la tortura fue brutal, con
muchas marcas. Hay una evidencia física en los restos: un montón de
mercromina, tiritas, apósitos, gasas, algodones, etcétera. Ves que
hay un parche de esparadrapo cerca del tórax de la anchura de una
mano, en forma de cruz, ¿por qué habría habido necesidad de poner
ese tratamiento sobre la piel? Y hay algodones en las fosas
nasales... Sobre la piel no podemos acreditar las lesiones, pero sí
que se puede sospechar razonablemente qué pasó.
Usted
ha afirmado que se torturaba al 100% de los detenidos en aquella
época...
Un
ejemplo muy claro para mí fue un chaval, gitano, que había robado
un coche. Nos explicó que le habían tenido haciendo flexiones toda
la noche, y él no lo entendía; entendía los tortazos, porque le
habían descubierto, pero no podía entender «lo otro». Es eso
«otro» lo que te convence de qué ha pasado.Otro caso: cuando un detenido te decía que en una habitación había un tubo de lado a lado y que había estado atado allí, puedes creer que es mentira, pero cuando un día entras a esa habitación y ves el tubo... Recuerdo que con el tema de la tortura eléctrica una persona nos decía que le habían enseñado una caja pequeña, como de puros, que por fuera tenía escrito «detector de mentiras» con un plástico de color azul. Entonces piensas que puede ser verdad o mentira, pero cuando oyes a gentes diferentes, que no tienen conexión entre ellas, hablar de la misma caja y hasta del mismo color...
Se
pasa entonces a actuar sin dejar marcas. ¿Con eso los forenses se
quedan sin capacidad de apreciar torturas o siempre hay métodos de
saberlas?
Fueron
cambiando otras cosas, adaptándose ellos y nosotros. Los forenses
tuvimos que demostrar cuál era nuestro papel, ocupando cada vez un
mayor espacio. Pero a veces teníamos noticia de que habían sido
detenidas doce personas por ejemplo, íbamos a reconocerlas y nos
enseñaban a todas menos a una o dos. Decían que no estaban allí, y
¡casualidad! eran las que luego aparecían con más marcas. Se pasó
de las lesiones por puñetazo en la cara que te dejan sangrando por
las narices y con los labios hinchados a la bolsa, electrodos... que
sinceramente no son fáciles de descubrir. Nosotros teníamos el
convencimiento de qué ocurría, muchos jueces de instrucción
también. Otra cosa era cómo se pudiera probar eso en un
procedimiento judicializado.Dibujo Sánchez Casas. "¡y yo pregunto!: ¿qué pruebas puede aportar el acusado de que la declaración se le sacó bajo tortura?" (el juzgado está hinchado a palos, con vendas y escayolas) |
Ha
dicho en alguna otra entrevista que los forenses de la Audiencia
Nacional han jugado un papel de encubridores...
Un
papel lamentable. Formaban parte de un sistema que venía de otro
tiempo. El anterior a mí en San Sebastián era forense y también
médico de la Policía, con esto lo digo todo. Eso era así. Pero el
reproche por encubrir hay que hacerlo, porque no puede ser que tú
como médico forense no hayas visto algo alguna vez y que todos los
ejemplos los traslades a la caída por las escaleras, el resbalón en
la ducha... Era tan insultante escuchar eso, era incomprensible
incluso que la explicación fuera tan vulgar. Además, un día fuimos
a ver las duchas y en una de las entradas había un sistema con un
balancín, unos ganchos para hacer la bañera con una tabla, sobre un
caldero que había en el plato de la ducha. Ese dispositivo lo
llegamos a ver y el juez ordenó desmontarlo. Los forenses de la
Audiencia Nacional no solo han mirado para otro lado, sino que han
estado haciendo informes para encubrir esta situación.
Podemos
encuadrar todo aquello en un sistema que venía del franquismo, pero
resulta que pasa una generación, llegamos al siglo XXI y ocurren
casos como el de Unai Romano...
Antes
hablaría del caso de Gurutze Iantzi, que muere en sede policial, en
Madrid [en 1993]. Lo que no puede ocurrir es que si una persona se
pone tan mal que se puede morir, no se pongan los medios para
evitarlo ¡en el centro de Madrid! A Gurutze Iantzi no solo no se le
evacúa a un centro de emergencias, sino que se le mantiene en el
lugar de detención. Y resulta que se muere. Y como en este caso no
estamos viendo una cosa ostensible desde el punto de vista forense,
tienen que decir «¡qué pena! Se ha muerto porque le tocaba
morirse». Llega la mañana siguiente y tampoco se habilita ningún
método para que no vuelva a pasar. El caso de Gurutze Iantzi a mí
me parece una vergüenza en la gestión de los detenidos, y lo hemos
visto posteriormente otras veces, con el caso de [Igor] Portu y
[Mattin] Sarasola. Si estaban heridos desde el primer momento, ¿por
qué no los llevaron a Urgencias? Porque esa es la explicación
oficial que dio Rubalcaba... Y Portu se podía haber muerto, esa
lesión en la costilla le pudo matar.
¿Y
Romano? ¿Cómo es posible que no se llegue a una condena habiendo
una evidencia forense tan grande como la foto?
Hay
muchísima documentación de este caso, supongo que en el futuro
alguien podrá venir y supervisarla. Pero aparece una persona que
dice que vio que se pegó un cabezazo con la pared y que a partir de
ahí tuvo el edema. Entonces, como le han hecho un escáner,
preguntas: «Y los otros hematomas que tiene, ¿de dónde han
salido?» Porque Romano tiene otro en la parte de atrás de la cabeza
con un hematoma tan importante que no se reabsorbió y provocó
necrosis, por lo que necesitó asistencia médica en la cárcel.
Entonces te dicen que lo de atrás es una infección por falta de
higiene, otro insulto más. Llegados a este punto, está claro que se
cumplen todos los criterios de causalidad en términos forenses, los
topográficos, los temporales... Está claro que eso ocurrió en
comisaría y que no hubo un cabezazo, fueron varios golpes.
De
toda su experiencia acumulada, ¿a qué conclusión ha llegado sobre
el objetivo de la tortura? Porque no solo parece un método de
arrancar información, ahí está el caso de Martxelo Otamendi, por
ejemplo, que no cuadra... ¿Se pretende intimidar, crear sicosis, qué
más?
En
todo el mundo, las primeras fases de la tortura consisten en obligar
a hacer algo que parece absurdo. Por ejemplo, vestirse y desvestirse,
una y otra vez. Se hace incomprensible para el detenido, pero con
ello le estás diciendo «aquí mando yo, tú no eres nadie». Y el
detenido entra a esa tesitura. En el servicio militar también
ocurría mucho. El absurdo se añade luego al cansancio, con lo que
la persona se entrega aún más. En aquellos años había una tortura
por castigo, por ser el enemigo. Luego también para arrancar
información. Y eran diez días, para que en el día diez el detenido
ya estuviera presentable. En la dictadura no era raro que a la
persona incluso se le metiera en la cárcel para que no se le viera
al volver a su pueblo que cojeaba, tenía un hematoma en el ojo...Dibujo. (mapa España y señal Peligro Tortura) |
Ha
conocido otros casos como Chile. ¿La tortura tiene especificidades
en Euskal Herria?
No
lo sé. Siempre me ha llamado la atención que hay costumbres por
cuartelillos, por comisarías... Pero hay cosas que se parecen una
barbaridad a otros países del mundo: la asfixia o los electrodos son
universales. Para eso solo hay que tener el escenario preparado. En
Chile, al día siguiente de la dictadura militar los aparatos de
tortura eléctrica ya estaban distribuidos por todo el país, que
tiene más de 4.000 kilómetros de longitud. O sea, al día siguiente
están utilizando la misma metodología. Aquí yo creo que en algunas
reuniones alguien diría: «Por favor, estas cosas ya no las hagáis,
pero esto quizás sí». Me pareció que con los extraditados se
utilizó mucho la tortura eléctrica, porque los traían y a las 24
horas ya estaban prácticamente en Madrid, con lo que no existían
los tiempos para hacer más y unas horas dan para lo que dan.
Una
pregunta personal. Por casos que no hace falta enumerar, usted es una
persona de referencia en todo el Estado, se sigue con mucho interés
todo lo que dice. Sin embargo, esta entrevista seguramente no tendrá
trascendencia, habrá un apagón al respecto. ¿Cómo lo vive?
Cuando
hablo de esto con personas que están lejos, encuentro una
incomprensión absoluta. Yo no pertenezco a ningún partido; si veo
que algo es verde oscuro, digo verde oscuro, no tengo que hacer
apaños. También lo puedo hacer ahora de manera más fácil, ya me
he hecho mayor. Yo tengo que reconocer en esta entrevista que no fui
suficientemente enérgico en aquella época en que visitaba a
detenidos, no estaba tan asentado, tan firme, tan seguro, me tengo
que arrepentir de que quizás en muchos casos no hice todo lo que
debía. Ahora lo diría tranquilamente delante de cualquiera. Y les
sabe muy mal, es verdad.
¿Ve
opciones de que haya una Comisión de la Verdad sobre este tema, o
que al menos gente que ha participado en esto rompa algún día la
ley del silencio sobre la tortura?
Hace
años me impresionaron muchos programas de la Televisión Francesa en
la que militares franceses explicaban qué hicieron en Argelia. Y
decían «nos tocó hacerlo, así estaban dadas las órdenes, fue
terrible pero no quedó otro remedio». Estoy por ver que esto ocurra
aquí algún día. Quizás alguien algún día diga lo que sabe
porque estaba al lado. Seguramente no van a ser los propios
responsables, pero otros que han escuchado o que han visto... porque
los escondites en las sedes policiales existen, pero no son tan
lejanos.Yo no sé si servirá para enjuiciarles o no, sospecho que no, pero sí creo en la necesidad de hacer una investigación. En ausencia de una verdad oficial, porque los poderes no han querido investigarlo, pongamos en marcha otros procedimientos como las comisiones de la verdad. Es más, creo que desde el Gobierno Vasco actual existen algunas iniciativas que están empezando a pensar en este tema. Las proporciones del daño causado por los malos tratos son importantes, no se pueden seguir escondiendo, nos han afectado a muchos, existe metodología para rescatar información y yo creo que se va a poder empezar a hacer sin mucho más retraso. En Chile se hizo, con información sobre 16.000 personas o más, y es oficial, fue validada por los poderes públicos. Aquí, si queremos, podemos hacer lo mismo.
Memoria Histórica 21 y 22 febrero. |
Memoria
Histórica Internacionalista
Acontecimientos
21 y 22 de febrero
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