Ha muerto Josepa Arregui Eguidazu, madre del preso político vasco Jesus Mari Zabarte y presidenta de la Asociación de familiares de presos políticos vascos Etxerat
El candil que ilumina la ruta de los familiares
Martín GARITANO
Joxepa Arregi Egidazu, nacida en 1919 en un caserío de Arrasate, desde muy temprana edad tuvo que hacer frente a una vida llena de sinsabores.
De familia de once hermanos, a los 14 años abandonó la escuela para irse a servir hasta que estalló la guerra. Al finalizar la contienda se casó con Tomás Zabarte, y quedó viuda cuando esperaba su tercer hijo.
Pero la imagen que nos queda de Joxepa Arregi está unida a un candil. Al candil que ilumina la ruta de los familiares de presos políticos vascos. Joxepa, la madre de Jesús Mari Zabarte, Garratz, la tía de Pakito Arriaran, la veterana entre las veteranas de un acompañamiento a los prisioneros vascos a las que no han vencido ni la dispersión que le llevó hasta Salto del Negro, en Canarias, durante años, ni el acoso policial que comenzó aquel 1974 franquista en el que los policías que lo ametrallaron dieron por muerto a su hijo.
Joxepa Arregi conoció el régimen carcelario franquista. Y el actual. Quienes le escucharan no podrán decir que fuera peor el anterior.
Recorrió mil y una veces la geografía peninsular para hacer realidad la máxima de que no ha habido ni habrá un solo preso vasco sin la asistencia, sin el calor, sin la comunicación, con su gente.
Quien no conociera a Joxepa no puede jactarse de conocer la realidad vasca.
El pañuelo blanco al cuello, el candil entre las manos, sujeto con energía de madre, de arrasatearra de genio y casta, Joxepa ha sido una de las imágenes que cada día nos han refrescado la memoria sobre una realidad dramática, la de centenares de hombres y mujeres presos en tierra extraña.
Ha muerto Joxepa sin ver a su hijo y a su pueblo libres. Pero los sueños son propiedad de gente como ella, gente que no descansa. Así se hacen realidad los sueños. Con gente como Joxepa.
Martín GARITANO
Joxepa Arregi Egidazu, nacida en 1919 en un caserío de Arrasate, desde muy temprana edad tuvo que hacer frente a una vida llena de sinsabores.
De familia de once hermanos, a los 14 años abandonó la escuela para irse a servir hasta que estalló la guerra. Al finalizar la contienda se casó con Tomás Zabarte, y quedó viuda cuando esperaba su tercer hijo.
Pero la imagen que nos queda de Joxepa Arregi está unida a un candil. Al candil que ilumina la ruta de los familiares de presos políticos vascos. Joxepa, la madre de Jesús Mari Zabarte, Garratz, la tía de Pakito Arriaran, la veterana entre las veteranas de un acompañamiento a los prisioneros vascos a las que no han vencido ni la dispersión que le llevó hasta Salto del Negro, en Canarias, durante años, ni el acoso policial que comenzó aquel 1974 franquista en el que los policías que lo ametrallaron dieron por muerto a su hijo.
Joxepa Arregi conoció el régimen carcelario franquista. Y el actual. Quienes le escucharan no podrán decir que fuera peor el anterior.
Recorrió mil y una veces la geografía peninsular para hacer realidad la máxima de que no ha habido ni habrá un solo preso vasco sin la asistencia, sin el calor, sin la comunicación, con su gente.
Quien no conociera a Joxepa no puede jactarse de conocer la realidad vasca.
El pañuelo blanco al cuello, el candil entre las manos, sujeto con energía de madre, de arrasatearra de genio y casta, Joxepa ha sido una de las imágenes que cada día nos han refrescado la memoria sobre una realidad dramática, la de centenares de hombres y mujeres presos en tierra extraña.
Ha muerto Joxepa sin ver a su hijo y a su pueblo libres. Pero los sueños son propiedad de gente como ella, gente que no descansa. Así se hacen realidad los sueños. Con gente como Joxepa.
Todo nuestro recuerdo y cariño desde los Comités por un SRI para Joxepa, que mucha veces nos dio ánimos para los presos políticos antifascistas.
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