La
Madre
Capítulo
X del conjunto de XX del texto “Tres días de febrero” sobre el
juicio farsa de febrero de 2011.
Manuel
Arango Riego
LA
MADRE
Al
final del primer día de realización de aquel juicio-farsa pude ver
fugazmente a Pepita, mientras nos cruzábamos en un pasillo de la
Audiencia Nacional.
Apenas
pude dedicarle más allá de una sonrisa y un corto saludo, mientras
ella a mí me saludaba. Hacía más de 20 años que no la veía.
Había
venido desde A Coruña a asistir junto a más trabajadores de su
ciudad, al desarrollo de ese juicio, a apoyarnos y a ver a su hijo
Paco, que, nuevamente, después de haber permanecido 20 años en la
cárcel, volvía a ser procesado por su militancia comunista en el
PCE(r).
Pepita
tiene dos hijos que se encuentran en prisión por su participación
en la lucha revolucionaria desde las filas de nuestro Partido y desde
la guerrilla antifascista. Su tercer hijo, el más pequeño
(criminalizado) por defender a los presos políticos y participar en
la lucha por su liberación.
Son
una familia donde la causa del antifascismo y del comunismo son
profundas razones de ser.
Con
sus más de 70 años, Pepita es un símbolo de la lucha antifascista
y de la defensa de los presos políticos. Su ejemplo ha merecido el
reconocimiento de los trabajadores, de diversas organizaciones
democráticas y de nuestro Partido a través de actos de público
homenaje.
Sin
embargo, Pepita continúa en la brecha. Su resistencia no envejece,
continúa viva, no se pasa a la reserva. Su presencia y su quehacer
activo son una denuncia poderosa contra los crímenes y canalladas
del Estado fascista y una permanente llamada a la resistencia.
Recuerdo
algunos de sus últimos textos de denuncia, que son contundentes
alegatos políticos: encendidos, veraces e irrefutables. Es el
supremo derecho de la madre a defender a sus hijos, a defender la
verdad y lo justo y a luchar por los derechos de los trabajadores.
Ahí
se encuadra el texto que le envió al presidente del Gobierno, sobre
el cual descargó, lo mismo que contra el Estado en su conjunto, su
ira popular, de forma argumentada y poderosa.
O
su más reciente texto dirigido al presidente de la Audiencia
Nacional, en el que manifiesta su “mayor desprecio a la justicia y
a los jueces”, porque entre otros muchos otros atropellos y
represiones “se aplica a fondo en ilegalizar partidos, cerrar
periódicos o en quitar de en medio a todo aquel que no esté de
acuerdo con vuestra manera de pensar y de actuar”.
A
pepita no le hacen falta las tribunas oficiales; sus tribunas de
expresión son los barrios, los locales populares y los centros de
trabajo. Tampoco la frena la amenaza de las “leyes
antiterroristas”, ni se aplica la autocensura: dice públicamente
lo que siente.
Con
su presencia entre todos aquellos trabajadores que asistieron a
apoyarnos, un poderoso mensaje de resistencia recorrió ese búnker
de las antilibertades; ese monumento a la opresión fascista que es
la Audiencia Nacional.
Tres
Días de Febrero
Capítulo
X
Junio
2011. Prisión de Aranjuez
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