Foto. Pancartas enormes. "Justicia para sus asesinos" "José Luis y Emilio no os olvidamos" |
Las luchas estudiantiles de diciembre de 1979. En recuerdo
de José Montañés y Emilio Martínez
Estudiantes madrileños asesinados a sangre fría por la Policía Nacional en Atocha, el 13 de Diciembre de 1979. Texto de Alfredo Grimaldos, en «La sombra de Franco en la Transición».
El
13 de diciembre, en Madrid, tras una manifestación estudiantil
contra la Ley de Autonomía Universitaria (LAU), mueren, a
consecuencia de los disparos efectuados por la policía, los
estudiantes José Luis Montañés Gil y Emilio Martínez Menéndez.
Ese día se celebran cuatro manifestaciones en la capital. Una por la
mañana, autorizada, patrocinada por el movimiento sindical
universitario, a la que asisten decenas de miles de estudiantes y en
la que se producen fuertes enfrentamientos con la policía. Las otras
tres tienen lugar por la tarde. Una en Cuatro Caminos, convocada por
la Coordinadora de Enseñanza Media y Formación Profesional, en la
que se reproducen los enfrentamientos con las FOP. Otra en la calle
de Princesa, donde los estudiantes de las universidades madrileñas
han convocado a la misma hora una concentración.
Los
estudiantes de las dos manifestaciones estudiantiles, disueltos
violentamente por la policía, van protagonizando distintos “saltos”
por el centro de la ciudad, acercándose a una tercera manifestación,
convocada por CCOO, USO y el Sindicato Unitario, que en esos momentos
transcurre por la calle de Embajadores. Los estudiantes y los obreros
confluyen a la altura de la Ronda de Valencia, cerca de la Glorieta
de Embajadores, donde se levantan barricadas para impedir el paso de
los vehículos policiales. La dotación de un Land Rover policial
comienza a disparar sus subfusiles y provoca dos muertos y varios
heridos de bala. En el costado de un autobús de la EMT , cruzado en
la Ronda de Valencia, se pueden ver decenas de orificios de bala, a
la altura de la cabeza de los manifestantes. Cuando la concentración
está prácticamente disuelta, policías antidisturbios, en obvio
estado de ebriedad, se dedican a introducir sus dedos en los agujeros
que han provocado los proyectiles, entre risotadas, y chapotean con
sus botas en los charcos que la sangre de los muertos ha dejado sobre
el asfalto. Varios testigos presenciales de aquella barbarie somos
citados a declarar ante el juez instructor del caso, Clemente Auger,
magistrado del juzgado de Instrucción nº 3, que, por primera vez en
la Transición , solicita el procesamiento de tres policías como
presuntos autores de un delito de homicidio. Son los funcionarios
Francisco Antonio Garrido Sánchez, Juan José López Tapia y Manuel
Ortega García .La reconstrucción de los hechos realizada por el
juez difiere enormemente de la versión oficial dada por la Dirección
General de Seguridad y el ministro del Interior Antonio Ibáñez
Freire. José Luis Montañés ingresa ya cadáver en el Hospital
Provincial, a consecuencia de un disparo que le atraviesa el cuello.
Emilio Martínez presenta una herida en el hemitórax derecho y se le
extrae la bala. Se comprueba que ha sido disparada por un policía
nacional Manuel Ortega García. Otro funcionario, Antonio Francisco
Garrido Sánchez, reconoce haber disparado ocho veces al aire. Sin
embargo, sus balas hieren a Luis Sáenz Robles en una rodilla y a
Esteban Montero en el cuerpo. Se producen enormes presiones
policiales y hay una gran crispación en los centros sanitarios donde
están ingresados los heridos. La policía intenta recuperar las
balas. La versión policial de que el jeep estaba acorralado no se
sostiene, la desmienten numerosos testigos presenciales y, además,
resulta elocuente comprobar la ubicación de algunos de los heridos:
María Patricia McAnurty, de nacionalidad británica, que se
encuentra visitando Madrid como turista, recibe un impacto de bala en
la calle de Bernardino Obregón. Esteban Montoro es herido de bala
cuando está en la Glorieta de Embajadores. Sólo Luis Sáenz Robles
recibe el disparo a menos de 50 metros del jeep, cuando está junto a
la calle de Valencia. Pero el gobernador civil Juan José Rosón no
varía su versión. Continúa sosteniendo que el jeep policial ha
sido agredido y rodeado, a pesar de las evidencias en contra que va
desvelando la instrucción judicial.
Portada El País, dando primer título a las "Barricadas y manifestaciones tras la muerte de dos estudiantes por disparos de la policía". |
El
sumario cuestiona también claramente las roturas que presenta el
vehículo, supuestamente maquillado para la ocasión por orden del
comandante de las FOP Jaime Togores Franco Romero, jefe de servicio
en la DGS el 13 de diciembre, quien, según sus propias
declaraciones, se encarga de conducir él mismo el coche policial,
desde la Casa de Socorro a las dependencias de la DGS en la Puerta
del Sol. La dotación del jeep tarda más de tres horas en llegar
desde el lugar de la manifestación hasta el centro sanitario, que
está a menos de dos kilómetros. Al parecer, “por problemas de
tráfico”. Los policías presentan también numerosas piedras que,
según ellos, han sido lanzadas contra el Land Rover. Luego se
comprueba que proceden de un río. Televisión Española repite hasta
la saciedad que a José Luis Montañés se le ha encontrado una bolsa
con setenta mil pesetas. Lo que no se aclarará más tarde es que,
investigada la procedencia del dinero, se puede comprobar que el
estudiante fallecido trabajaba como cobrador en la agencia de viajes
Marsans y ese es el resultado de la recaudación del día. Todos los
sobres con el dinero llevan el membrete de Marsans. Uno de ellos, que
contiene 38.403 pesetas, está, curiosamente, a nombre de la mujer
del ministro de Universidades, González Seara. Es el pago por unos
billetes para el vuelo Madrid-Viena. El día de la reconstrucción
judicial de los hechos, dirigida por Clemente Auger, los policías
presentes no cesan de amenazar e intimidar a quienes hemos sido
citados como testigos y el juez tiene que ordenarles que se retiren
unos metros. Cuando la autoridad judicial desaparece, destrozan a
patadas el pequeño túmulo construido con velas en el lugar donde
cayeron muertos los dos jóvenes. Un documental elaborado en súper
ocho por dos estudiantes de la facultad de Ciencias de la Información
, en el que se recogen esclarecedores testimonios y se reconstruyen
minuciosamente los hechos, es secuestrado por la autoridad
gubernativa, que también ordena detener a los autores de la cinta.
El juez Clemente Auger eleva la instrucción del caso a la Audiencia
Provincial , solicitando el procesamiento de los tres policías.
Forman parte de la Sección 1ª de la Audiencia Provincial los
magistrados Francisco Alberto Gutiérrez Moreno y Alberto Leiva Rey,
este último ha sido gobernador civil de Sevilla en vida de Franco.
Cuando tomó posesión de ese cargo en la ciudad hispalense,
manifestó públicamente en su declaración de intenciones: “Hago
poco, pero duro”.
Y el gracejo sevillano lo bautizó como “el
estreñido”.
Preside la sala el magistrado Luis Pérez Lemaur García,a quien le
gusta lucir ostensiblemente la bandera nacional con el aguilucho
franquista en su chaqueta. El procesamiento de los tres policías es
denegado y se archiva el caso.
Cinco
años más tarde, el 13 de diciembre de 1984, uno de los testigos de
los asesinatos de José Luis y Emilio, José Luis Carrero Arranz,
participa en una manifestación en recuerdo de los dos jóvenes
asesinados, que también es reprimida por la policía. Cuando ya se
retira de la zona, recibe un balazo por la espalda. Afortunadamente,
el disparo de la policía no le afecta a ningún órgano vital y
consigue salvar la vida. En el hospital del Instituto de Cirugías
Especiales (ICE), en San Bernardo, donde es operado con éxito el
herido, se vuelve a repetir una historia ya vivida en 1979.Ahora está
en el gobierno el PSOE y el ministro del Interior es José
Barrionuevo, antiguo miembro del SEU franquista, reconvertido al
socialismo de Felipe González, pero hay cosas que no cambian. Esta
vez, los policías sí consiguen arrebatar el proyectil a los
médicos. Dos agentes esperan a pie de quirófano a que termine la
intervención y obligan al cirujano a que les entregue la bala que ha
herido a José Luis Carrero. Nunca se sabrá qué policía disparó
contra él.
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