martes, 28 de junio de 2016

Emilia Arcones, se nos ha ido una madrecita coraje.

Foto de Emilia Arcones. "tíaEmilia".
EN MEMORIA DE EMILIA ARCONES

- Una de nuestras madres más solidarias
y entregadas -

El 22 de junio de 2016, en Madrid, ha fallecido Emilia Arcones Grande; a los 92 años, en su casa y rodeada de los suyos. “Se que estoy muy malita, pero estoy tranquila” nos dijo uno de sus últimos días. Hasta el último momento de lucidez no ha dejado de sorprendernos con su charla, con sus incontables recuerdos, su fina y aguda ironía, con su siempre presente humor y espíritu solidario, espíritu que sólo podía venirle de una clara conciencia, de una grandeza humana adquirida a lo largo de los muchos avatares familiares, sociales y políticos que le tocó vivir.
Era portadora, lo conservaba muy vivo dentro de sí, aquel espíritu que el Frente Popular en 1936 infundió a las mujeres para que pensaran por sí mismas luchando por la libertad de todos. No dejó de alimentar ese anhelo leyendo, interesándose por todo aquello que le ayudara a mantener y agrandar ese espíritu de mujer nueva que tan intensamente aprendió en su juventud.
Emilia, nacida en el seno de una familia laica y republicana, recibió esa educación en la escuela de la República de entonces. De ahí el celo de su familia para que, de vuelta de alguna de las colonias de verano a las que fue, organizadas por la Iglesia, no quedara en ella ningún “olor a cera”.
El Madrid sitiado en el otoño del 36, aconsejó que la mayor parte de la población escolar se pusiera a salvo del bombardeo indiscriminado de la población civil. Así, la Emilia niña, fue entregada a una familia valenciana de acogida.
Tras su regreso a Madrid, ahora en poder fascista, termina sus estudios básicos y comienza su vida laboral de aprendiza en el oficio de marroquinera en el que acaba adquiriendo conocimientos y destreza como para hacerse cargo de un taller de bolsos y artículos de piel. Con 18 años le tocó vivir la dura experiencia del presenciar el intento de detención y larga persecución de su hermana mayor Carmen por su actividad política. Esto conllevó el maltrato y la detención por un tiempo de sus padres y de su otra hermana. Tiempo en el que la casa familiar quedó vacía y ella fue acogida por sus solidarios vecinos. Acabó llevando ropa y comida a sus familiares a la comisaría pero, sobre todo, se vio en la responsabilidad de mantener el secreto del paradero de su hermana frente a las repetidas indagaciones y trampas policiales.
Ya casada y madre de siete hijos, le tocó enfrentar los avatares represivos y la cárcel de varios de sus hijos comprometidos en actividades políticas clandestinas. Es así como acabó siendo nuestra “tía Emilia”, la que sábado sí, sábado también, madrugaba de lo lindo para llevar la comida y lo que hiciera falta a los presos políticos. Otras veces fue, junto a otras madres y familiares, lo de plantarse en calles y plazas para pedir la AMNISTÍA.
Cuando ya su salud no le permitió seguir en estos afanes, nos siguió regalando su solidaridad desde su casa haciendo banderas republicanas para venderlas en el puesto solidario con los presos políticos. Un día, su máquina de coser dejó de dar puntadas a las estrellas rojas; aunque su mente y su deseo querían, eran sus manos las que ya no le respondían. Entonces, para no perder el hilo de lo suyo, para poder seguir dando puntadas de otra manera, se aferró a las lecturas de todo tipo y a las charlas con todo aquel que la visitaba y la quisiera escuchar. Se mantuvo así lúcida, viva de ánimo, de anhelos e ideales, ganándose siempre el aprecio y el corazón de todo aquel que la trataba.
Hace unos dos años, cuando todavía Emilia podía salir de casa con cierta comodidad, intentamos realizar una comida-homenaje con el mayor número de expresos agradecidos y agradecidas por su solidaridad y sus cuidados. Finalmente sus primeros achaques no lo hicieron posible. Tiempo después, una improvisada comida surgida por otras razones nos dio la ocasión para que, algo más de una docena, pudiéramos firmar y entregarle una tarjeta como el homenaje y reconocimiento de todos los prisioneros políticos que no habíamos podido darle.
Sabemos que estas palabras sobre Emilia son insuficientes para mostrar toda su personalidad y trayectoria vital; quizás, a modo de resumen, decir que las personas como Emilia, aquellas que surgieron en tiempos de lucha a por todas, de entrega y entusiasmos colectivos, nunca han dejado de transmitirnos ese legado de razones e ideales que continúan vigentes y que, también gracias a ellas, perviven entre nosotros a la espera de que se retomen de nuevo.
Como se dice en el escrito leído en el tanatorio, de una mujer como Emilia, por todo lo que ella nos ha dado, no te puedes olvidar, de una persona así “no te puedes despedir nunca”.
Hoy nuestro reconocimiento y gratitud quiere ser tan grande y sincero como todo lo que hizo ella por los suyos y por los demás.
Nunca te vamos a olvidar “tía Emilia”.

Dibujo Sánchez Casas. "Hacen camino". (una fila de 7 madres encarteladas y dando octavillas, en una gran plaza, y unas palomas volando)
TEXTO LEÍDO EN EL TANATORIO A MODO DE HOMENAJE DE TODOS LOS PRESENTES

Cómo vamos a decir, cómo vamos a expresar todo lo que nos ha dado una mujer como Emilia sin que estas palabras nos queden insuficientes, incompletas, injustas... pero queremos hacerlo, es necesario hacerlo porque se lo debemos. Se lo debemos de largo porque así de grande ha sido su generosidad, su grandeza para con todos.

Hoy no queremos despedirnos, no vamos a despedirnos, no podemos despedirnos de ella porque de los recuerdos de una mujer como Emilia no te puedes despedir nunca. Son verdades, son sentimientos, son emociones enraizadas en lo más hondo de nuestro corazón y en nuestra mente que nos han ayudado y nos van a ayudar siempre.

Una de las muchas personas agraciadas por su existencia nos ha permitido compartir el tesoro recibido. Este quiere ser el retrato más fiel de nuestra querida Emilia... Ojala que le hagamos la justicia que merece:

"Te imagino de niña, con un gran lazo en el pelo, cada clase un color distinto y aprendiendo una canción en catalán que todavía eras capaz de recordar ayer.

Te imagino niña, haciendo esa gimnasia sueca con la que tantas veces nos hemos reído recordándola.

Te imagino en las colonias a las que no querías ir porque volvías "oliendo a cera" como decía tu hermano Lorenzo, y recogiendo el azafrán con tu familia valenciana mientras esperabas a tu verdadera familia. Te imagino en un tren con mil paradas de vuelta a un Madrid castigado, herido y derrotado, en un viaje interminable.

Te imagino después sola en una casa vacía, esperando amargas y negras visitas que te exigían un precio muy alto a cambio de tus padres y hermana. Un precio muy alto que tenías al alcance y nunca estuviste dispuesta a pagar.

Te imagino novia. Novia de papá. La novia más guapa que jamás se haya visto. Con esa cinturita de avispa y ese vestido de mil botones a la espalda de los que tantas veces escuché a papá renegar con aquella sonrisa cómplice.

Te imagino Madre. Madre de familia numerosa en poco tiempo. Madre trabajadora dentro y fuera. Madre lucha, Madre coraje. Madre fuera de su tiempo con su dignidad y su lucha a las espaldas y en la mirada. Convenciendo a papá para volver a Madrid con la certeza de encontrar un futuro mejor para los tuyos.

Te imagino hija. Aquella noche que saltó por la ventana y que tú ni tu hermana pudisteis evitar.

Y te recuerdo. Te recuerdo madre, al lado de mi cama de reposo un verano cualquiera.

Te recuerdo madre escuchando noticias que cambiarían nuestras vidas para siempre y que yo no entendía entonces. Pero las viví a tu lado. Niña de tu mano por innumerables pasillos, rejas, silencios y gritos.

Te recuerdo madre de tu nieto, madre de todas las chicas, cocinera de rancho... sábado tras sábado. Te recuerdo madre de la "plaza de mayo" del ayuntamiento, cada martes por semana. Te recuerdo compañera de madres.

Te recuerdo abuela entrañable. Haciendo figuritas de plastilina a mi pequeña. Cosiendo un disfraz de arlequín con los trozos de tela que guardabas de tu particular fábrica de banderas tricolor.

Te recuerdo con tu libro en la mano, contándome lo mucho que te había gustado. O con el Dominical leyendo en alto ese artículo que te pareció interesante, y el otro, y el siguiente.

Te recuerdo amiga, hija, hermana, tía, esposa, abuela... Pero sobre todo Madre. Madre de sus hijos y un poco madre de todos. MADRE."

Madrid, 22 de junio de 2016.

Bandera Popular de luto.


Al finalizar este acto se escuchó la canción “Gracias a la vida”, de Violeta Parra, cantada por Mercedes Sosa; una de las preferidas de Emilia.

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