MPM. (un minero ante una mina) |
Dos
siglos de Resistencia Obrera
1958.
LAS COMISIONES OBRERAS
En
la década de los cincuenta, siendo obligatoria la sindicación en el
fascista Sindicato Vertical, con “representantes” obreros que no
representaban a nadie, con prohibición absoluta de todo tipo de
asociaciones o reuniones de trabajadores y con la huelga declarada
delito de “sedición”, era imposible organizar una lucha que no
fuera al margen y contra esos dogales impuestos por el régimen. De
ahí que poco a poco se fue extendiendo la idea de que fuera la
asamblea la que tomara las decisiones y eligiera una “comisión”
para negociar con la patronal o elaborara una propuesta.
Esas
comisiones eran revocables y una vez acabado el conflicto se
disolvían.
Las
grandes huelgas en Asturias, Gipuzkoa y Bizkaia fueron dirigidas por
este tipo de comisiones en los conflictos de 1958. Este método se ha
utilizado tanto en la época del fascismo abierto para luchar contra
el sindicato vertical e impedir la represión policial como en la
Transición, en este periodo como una forma efectiva de organizar las
luchas al margen de los sindicatos vendeobreros.
Ni
que decir tiene que esas comisiones obreras nada tienen que ver con
el sindicato que usurpó su nombre.
MPM. (trabajando con un martillo) |
-M.P.M.
“Arenas”. Ambos dibujos sin título. El primero de 2008, el
segundo de 2010.
Portada "Poemas para la revolución. Francisco Cela". |
Poemas
de Paco Cela Seoane
ÉL
Y YO TE ESCUPIREMOS EN LA CARA
I
Vengo
de convocar un Congreso de Cometas,
a
las Estrellas he reunido en Asamblea
y
debaten las olas con las arenas.
Nadie
me da respuesta
de
por qué un poeta
que
de la espuma hizo lenguaje
ha
elegido la muda piedra.
Por
qué abre con ella la sucia tierra
y
por qué entierra su corazón en ella.
Nadie
sabe explicarme
por
qué esa su urgencia suicida
de
renunciar a la verde luz de unos ojos limpios
para
abalanzarse sobre la luz negra del abismo.
Ese
su buscar la paz de la agonía
abriendo
sus venas a la ceniza
donde
la sangre ya no tiene fuerza
para
seguir bombeando primaveras.
¡Le
has dado tu corazón al azufre y al vidrio,
corazón
endurecido,
te
has muerto de vanidad y egoísmo!
II
La
noche de insomnio ha dejado
dos
brasas sobre mis párpados
como
dos gélidos- inviernos:
Invierno
de ocaso negro.
Invierno
de ocaso ciego.
Ya
regresó mi corazón del hielo
pero
volvió con un entierro de serpientes
fieramente
prendidas a su epicentro.
Inmisericorde
zarpazo del trueno,
te
precedió el relámpago y el fuego.
Todo
fue incendio en mis ojos secos
y
la tristeza
tan
sólo pudo morder árboles muertos.
III
El
dolor ojos adentro
puso
a navegar un río de cemento,
árido
y seco, sin paisajes ni viento.
Fueron
lanzas,
afiladas
lanzas lo que el dolor clavó en mi garganta,
y
mi voz rota y desgarrada
amuralló
desprecio
cercando
esos tus ojos muertos,
esos
ojos tuyos en el barro despeñados.
Ahogo
de lodo y barro ... Ahogo.
Tú
que ayer tanto clamaste por la luz
hoy
has dinamitado bárbaramente el Sol.
¿Qué
te queda de la perspectiva de los mares
náufrago
hoy de un amanecer degollado?
¿Qué
vas a hacer de tus manantiales suicidados
que
tan sólo esperan la invasión de los sapos
y
que establezca el polvo su reinado?
¡Dios,
pero qué tristeza tan inmensa
tener
que verte arrodillado,
mendigando
una libertad
que
tan sólo desplomará sobre tu conciencia
el
peso insufrible de las cadenas!
IV
De
caracola donde hizo su nido el viento,
de
amapola labrando sed de cielos,
de
colina tendida sobre el verdor del tiempo
donde
el amor hizo templo,
recalas
hoy en el estiércol
mientras
los gusanos del desamor
te
cosechan de desaliento.
V
¿Cuándo,
pero cuando ...
cuándo
empezó la gangrena de los sentimientos?
¿Cuándo
las emociones eligieron
el
suicidio por alimento?
¿Cuándo
abdicó la primavera
de
humedecerte los labios
con
el roció de una mañana fresca?
¿Cuándo
el invierno
puso
hielo y sombras
en
tu vuelo sobre las estrellas?
¿Cómo
pude yo no darme cuenta?
¿Cuál
fue el instante
en
que sobre tus sueños
empezaron
a llover piedras?
¿Te
das cuenta de que tan sólo te queda
el
blanco y el negro de una agonía cierta?
¿No
te dijeron que para alcanzar la luna
se
necesita arriesgar el vuelo?
¿No
sabes acaso
que
al final de ese tu viaje,
a
la nada y el silencio,
al
otro lado del espejo
habrá
alguien aguardándote,
alguien
de quien
no
vas a poder librarte?
Poster de Paco Cela |
VI
El
dulce veneno de la vanidad
te
desnucó la ciudad de las estrellas
y
por eso pudo la oscuridad
sorprender
tus fortalezas indefensas.
;Hondo
clavó el egoísmo su daga!
¡Hondo
atardecer de renuncias cayó sobre tu sangre!
Así
se despidieron los gavilanes,
volando
por última vez
sobre
tu paisaje,
vuelo
que fue a estrellarse
contra
la más espantosa de las soledades.
VII
Pasará
el tiempo,
pasarán
los días, los meses, los años.
Llegarán
camaradas nuevos
a
renovar de sonrisas los pechos nuestros;
y
tus poemas que son nuestros
aterrizarán
sobre sus ojos inquietos.
Tal
vez alguno
venga
a preguntarme: ¿Quién es
el
que le ha puesto a las montañas
cataratas
de pájaros?
Y
con mi herida todavía abierta,
le
diré: Fue un hermano del alma,
un
mago de selvas,
un
creador de palabras verdes como las plantas.
Pero
si el camarada me pregunta: ¿Y dónde está ahora?
Tendré
que decirle: ¡Está muerto!
¡Porque
estás muerto!
De
la poesía te queda
el
oficio y la técnica,
pero
pobres herramientas son ésas
cuando
la madrugada yace muerta.
VIII
Saldrás
a la calle.
Te
instalarás en los huecos de la calavera
donde
la sonrisa se balancea
entre
sus dos vacías cuencas negras.
Podrás
follar. Si.
Pero
lo que no podrás
es
hacer el amor.
Porque
Amar es
no
esperar a que triunfe el comunismo
para
vivir en comunista.
Porque
.Amar es
que
la Revolución te habite
y
te siembre en el corazón
un
horizonte nuevo cada día.
Porque
Amar es
entrega
y compromiso,
compartir
el fuego y compartir el frío.
¡Arder
de emociones. Arder de sensaciones.
Arder
... !
Y
la miseria no arde,
la
miseria tira de ti hacia el hielo
y
te roba el aire.
Por
eso compadezco
a
todas y cada una de las mujeres
que
se queden enredadas a tus dedos,
porque
en sus vientres despertarás tan sólo
el
oleaje de los mares muertos;
y
te compadezco a ti,
porque
morirás de frío.
IX
Ya
vale.
Estoy
escribiendo para alguien que ya no existe.
Escribir
me hace daño;
verso
a verso,
el
dolor toma la dimensión de una cima helada.
Ya
sé que es un precio necesario.
Mantener
limpio y fresco el corazón
es
besar la luz del sol.
En
este poema hay amor,
mucho
amor,
pero
ese amor ya no tiene objeto,
naufraga
huérfano bajo el luto del sol.
Si
yo pudiera salvarte,
si
pudiera alcanzarte un cabo,
si
pudiera rescatarte de esa cueva oscura
en
la que te entierras,
disipar
tu locura ...
Pero
ya no quieres,
ni
una sola ventana has dejado abierta.
Por
eso te prometo venganza.
Mi
venganza será hacerte palidecer de envidia
a
cada verso que escriba,
sabes
que puedo hacerlo,
sabes
que lo haré.
Ese
es mi compromiso con un poeta
al
que tú has cercenado su garganta.
Y
los dos, él y yo,
te
escupimos a la cara.
Foncalent,
23/IV/93
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