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¿Todo
atado y bien atado?
Memoria
histórica imprescindible
Revista
CRASH, nº 1, 2ª quincena mayo 1978
LA
GUERRILLA ANTIFASCISTA DE GETAFE
Organización
revolucionaria y guerrillera
GETAFE
es uno de los pueblos industriales de Madrid de mayor historia
revolucionaria. De allí salieron importantes dirigentes obreros de
los años treinta, que durante la guerra civil participaban
activaente en la defensa de Madrid. De la fábrica de construcciones
aeronáuticas, actualmente C.A.S.A., salieron aviadores del Ejército
Republicano, precisamente escogidos entre los mecánicos y los
obreros de la factoría, alguno de los cuales estuvo entrenándose en
la Unión Soviética.
Ellos
fueron los que formaron luego 'el número fundamental de la aviación
republicana, imponiéndose, incluso, a los aviadores profesionales
alemanes e italianos que apoyaban a Franco.
De
la tradición y fortaleza revolucionaria de los obreros de Getafe es
buena prueba el que, tras la derrota republicana en 1939, donde la
mayoría de los dirigentes antifascistas tuvieron que huir o fueron
fusilados, se volviera a organizar de nuevo el Partido Comunista
local en 1942, precisamente con los pocos obreros comunistas que
consiguieron escapar en las cárceles y volver.
«En
1942 éramos sólo trece —nos explica uno de los supervivientes,
que tiene ahora un pequeño taller de carpintería— pero en seguida
conseguimos el apoyo de muchos más, prácticamente de todo el
pueblo. Los nazis comenzaban a ceder ante la ofensiva de los pueblos
antifascistas, sobre todo de la Unión Soviética, y eso animaba
mucho a la gente. Cuando comenzó el año .1944, repartíamos más de
tres mil periódicos comunistas entre otrostantos obreros y
antifascistas que estaban ligados de alguna manera a nosotros.
Habíamos triplicado la organización y en algunos sitios, como en
C.A.S.A., el apoyo y la simpatía hacia el PCE era masiva».
La
propia policía tiene datos de que todo esté, era verdad. Angel Ruiz
Ayucar —un ex-policía historiador— en su libro: «El Partido
Comunista. 37 años de clandestinidad», dice del Comité Comarcal de
Getafe: «Del desarrollo de la organización es índice la siguiente
relación de radio y efectivos:
Radio
número I. Construcciones Aeronáuticas. 80 militantes.
Radio
número 2. Leganés. 30 militantes.
Radio
número 3. Telefunken. 16 militantes.
Radio
número 4. Varias empresas. 20 militantes.
Radio
número 5. Telma. 35 militantes.
Radio
número 6. Ericson. 16 militantes.
Radio
número 7. Móstoles. Se ignora.
Radio
número 8 . Varias empresas. Se ignora.
En
total, 197 afiliados seguros a los que si añadimos 20 por cada uno
de Radios restantes, suman 237 afiliados, de los que la tercera parte
pertenecen a una sola empresa. Cada militante cotizaba 0,50 pesetas
semanales. Una parte de la cotización iba al Comité Central.»
La
población laboral de Getafe y su comarca en aquellos años rondaba
los nueve mil trabajadores, que trabajaban preferentemente en una
serie de fábricas de gran tradición también en la zona: C.A.S.A.,
Telefunken, Ericson, Telma, Ildea, la fábrica de harina, etc.
La
policía preocupada por el auge del Partido Comunista en la zona,
desplazó desde Barcelona a un ex comisario político del Ejército
Republicano que se había convertido en confidente de la policía,
para la cual había estado trabajando desde entonces en la Ciudad
Condal. Mucho antes de su traslado, la dirección política de Getafe
había ya recibido un informe detallado sobre el ex comisario
político Germán Alonso, lo cual demuestra la perfección con la que
trabajaban los comunistas a esos niveles en aquellos días.
Como
la policía consideró que Germán Alonso podría hacer un buen
trabajo en Getafe, le trasladó dejando Barcelona, donde estaba ya
«quemado». Otro motivo para este traslado debió ser que el ex
comisario político conocía a dos obreros que la policía
consideraba podían estar relacionados con el Partido
Comunista.
A pesar de todos los cuidados con que actuaron los miembros de la
organización comunista, más tarde se pudo deducir que Germán
Alonso llegó a saber bastante más de lo que se suponían, «lo cual
demuestra cierto mal trabajo de la dirección que no supo tomar
verdaderas medidas», según uno de los antiguos comunistas que dejó
el partido cuando Santiago Carrillo fue nombrado Secretario General.
Uno
de los temas que más preocupaban a los comunistas en aquellos años,
era precisamente el de contrarrestar la acción de la policía.
Abundaban los chivatos, y la vigilancia era tremenda. Para resolver
el problema, tuvieron que montar un servicio de contraespionaje muy
perfecto que les permitía conocer con anterioridad los movimientos
de la policía. Por 'ejemplo, en caso de una redada «solíamos
conocer más o menos cuando tendría lugar, de tal manera que durante
unas semanas o días dejábamos bien limpias nuestras casas de
propaganda e incluso a veces no íbamos a dormir».
Entre
1942 y 1945 se llegaron a instalar en Getafe tres imprentas
clandestinas para sacar la propaganda del Partido Comunista. Hay que
tener en cuenta que entonces no existían las multicopistas actuales
y los tipos y la impresión debían hacerse a mano. «La propaganda
se daba casi siempre en mano a los simpatizantes o a las personas de
confianza, muy pocas veces se tiraba por las calles. Unicamente en
Madrid se hacía de vez en cuando "una siembra". También
nos fabricamos unos tampones de caucho para poner en las paredes la
hoz y el martillo.»
A
veces, la policía descubría algunos militantes, casi siempre por
algún fallo en el reparto de propaganda. Así ocurrió en la fábrica
de harinas, donde a un trabajador se le cayó del mono un periódico
que le había pasado un miembro de la célula de la fábrica. El
trabajador fue detenido y como consecuencia de ello, dos militantes
fueron apresados. Uno de ellos era Leonardo Hervás, que formaba
parte de la «troika» de dirección de la organización (el esquema
entonces era de una dirección formada por tres miembros: responsable
político, responsable de agitación, y responsable de propaganda).
Fue un duro bache el que tuvo que superar el Partido Comunista de la
zona a consecuencia de esta detención. Durante el tiempo que duró,
los militantes se veían exclusivamente en lugares abiertos y
concurridos, como en la verbena, y se hablaban por señas. Pero
Hervás, ni sti compañero dijeron nada a la policía. Al cabo de
cierto tiempo les pusieron en libertad, ya que no consiguieron
demostrarles nada. A pesar de todo, se mantuvieron alejados de la
organización, por si acaso la policía les utilizaba como cebo.
Entonces, los interrogatorios eran muy duros y los detenidos podían
estar semanas o meses enteros a disposición de la policía, si
necesidad de que un juez se hiciera cargo de ellos bajo alguna
acusación concreta.
Durante
toda esta época, la principal preocupación de los comunistas de
Getafe estaba en organizarse, crecer y tomar contactos con otras
organizaciones del interior. El contacto con el exterior era
prácticamente imposible. En realidad se actuaba autónomamente y
siguiendo las experiencias aprendidas durante la guerra.
Fue
a partir de 1945, cuando se reanudó el contacto con el exterior, con
la dirección nacional y se constituyó el Comité Central local de
la zona de Getafe. Algunos de los comunistas del cinturón industrial
de Madrid, fueron enviados también a pueblos de La Mancha y de
Castilla a organizar allí el Partido.
Hasta
el momento de comenzar las guerrillas, el trabajo principal de los
comunistas fue el sabotaje, sobre todo de los materiales de guerra
para que la industria militar española no estuviese en condiciones
de entrar en guerra al lado de Alemania e Italia. De hecho, durante
un año se saboteó sistemáticamente la fabricación de los «Junker»
en la factoría de C.A.S.A. El sabotaje consistía preferentemente en
arrojar trozos de cristal en los hornos de la fundición, con lo que
el cristal quedaba adherido al acero y éste se partía al llegar al
torno.
Dibujo en dicha revista. (2 obreros de CASA sabotean la fundición) |
La
guerrilla comienza a actuar
Al
constituirse el Ejército Guerrillero de Extremadura-Centro,a finales
de 1944, el Comité de Getafe del PCE, junto con el Comité de la
Unión Nacional donde se agrupaban las fuerzas antifascistas, apoyó
la formación de un grupo guerrillero de ciudad —antecedentes de
las guerrillas urbanas— coordinado con el núcleo central de
Madrid, que entonces mandaba Vitini Flores. A las guerrillas urbanas
se las llamaba entonces «cazadores de la ciudad».
Como
responsable directo de los «cazadores de Getafe» fue nombrado José
Camacho Díaz, que había sido responsable de agitación del Comité
Comunista de Getafe, de 32 años y natural dé El Gordo (Cáceres),
desde donde había emigrado a Madrid. Poco después fue sustituido
por Francisco Gascó Santillana, «Berenjena», un obrero mecánico
de 45 años, natural de Getafe. que seria el que dirigiera la mayor
parte de las acciones armadas de esta guerrilla.
La
guerrilla de Getafe tenía dos importantes misiones: sabotear la
línea férrea Extremadura-Madrid a su paso por la zona, y facilitar
el aprovisionamiento de bombas al Ejército Guerrillero del Centro.
En aquellos años, la falta de material adecuado para la fabricación
de bombas era bastante acuciante. La dinamita se consiguió a través
de los antifascistaslpresos que trabajaban en los destacamentos de
penados como el de Valdemancos, donde construían la línea férrea
Madrid-Burgos, o en otros lugares donde levantaban presas. Un
perfecto servicio de espionaje y de audacia de los presos políticos,
conseguían sustraer la dinamita necesaria para las bombas.
Pero
hacía falta el material para la carcasa y los detonadores. Este
material se consiguió fundamentalmente a través de los obreros de
C.A.S.A. y procedía del aluminio y de otros materiales que se
utilizaban allí para construir el avión «Junker» de las fuerzas
aéreas españolas.
Las
bombas que los obreros fabricaban con el material de los aviones
salía clandestinamente de la fábrica e iban a parar a una tienda de
zapatos —entonces era de alpargatas—muy conocida en Getafe: «La
tienda de Gomas de Meseguer», que ya ha desaparecido. Allí
trabajaba como dependienta la novia de un militante comunista, y era
ella la encargada de entregar las bombas a los enlaces de la
guerrilla. Uno de éstos entraba en la tienda y fingía comprar unas
alpargatas de tal color y de tal número, al mismo tiempo que daba la
contraseña. La dependienta le entregaba entonces una caja de zapatos
que contenía una o dos bombas.
La
policía detectó la aparición de estas bombas en las explosiones
que destruyeron por entonces a la Delegación de la Falange del
distrito de Chamberí y una vivienda de un falangista en la calle de
Fuencárral. Y precisamente, siguiendo con el hilo del material
utilizado para hacer las bombas, que sólo existía entonces en
Getafe y en Cuatro Vientos, fue como la policía consiguió detener a
varios guerrilleros, entre ellos a «Berenjena», que fue fusilado.
La
última operación de los «cazadores de Getafe» falló por poco. Se
les había encargado sabotear la línea férrea en el momento que se
esperaba el paso de un canvoy militar que llevaba armamento y
soldados a los Pirineos, donde el fascismo español temía se
recrudeciese la lucha guerrillera. La bomba mal colocada, cayó en
medio de las vías sin llegar a estallar siendo localizada, intacta,
por los servicios de vigilancia de la RENFE. Ello permitió a la
policía localizar exactamente la procedencia del material.
La
represión que siguió en C.A.S.A. fue tremenda y bestial, a pesar de
lo cual la mayoría de los militantes consiguieron ponerse a salvo.
Cientos de trabajadores de C.A.S.A. fueron torturados y uno de ellos,
Morales, un maestro industrial, murió en la cárcel a consecuencia
de los golpes recibidos. Otro comunista, Farinas, murió durante los
interrogatorios y Lucas y Alfonso, en la cárcel. Varios más que
fueron condenados a treinta años de cárcel por el «célebre»
coronel Aymerit que dirigía los tribunales terroristas, estuvieron
encarcelados hasta el año 1962.
La
epopeya de los comunistas de Getafe, es recordada aún por gran parte
de sus habitantes que vivieron aquella época. Al igual que recuerdan
a las escuadras falangistas que rapaban el pelo a las pobres mujeres
de los antifascistas huidos o encarcelados, y que en seguida
comenzaron a especular con el suelo y con el desarrollo monstruoso de
la ciudad, que en los años setenta tiene ya más de cien mil
habitantes y sigue siendo el principal núcleo industrial de Madrid.
Luis
ARROYO
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