Portada cuadernillo. (foto Arenas, una estrella roja y una hilera de hoces y martillos) |
Otro
Preso Político nos escribe y opina...
Manuel
Pérez Martínez “Arenas”
¿Sigue
actualmente Rusia una política de expansión imperialista?
Nuevo
cuadernillo. Septiembre 2014. 24 páginas. Tamaño A5. 3€. Edita
SRI.
-Carta
de “Arenas”, cárcel de Albocàsser, 8 agosto 2014. Págs 3 a 13.
-Anexo,
que corresponden a extractos de diferentes libros de Arenas editados
por Templando el Acero sobre el tema. Págs 14 a 21.
Por
su interés general, reproducimos la carta de Arenas. En dos partes,
hoy y mañana. Esperemos que sea de vuestro interés.
Cartas
desde prisión (1 de 2)
Manuel
Pérez Martínez
Prisión
de Albocàsser
8
Agosto 2014
¡Aúpa
compañero! ¿Cómo va esa vida? Yo, de moral bien, de vista fatal.
Por este motivo voy a tener que hacer un pequeño esfuerzo para
satisfacer esa saludable curiosidad que te corroe por dentro. A lo
que añadiré también un resumen –muy resumido‒ de algunos
textos que responden a esas mismas preocupaciones y preguntas, aunque
enfocados desde otra perspectiva y en un tiempo ya lejano.
Tendré
que ir despacio, a fin de dar descanso de vez en cuando a mis
cansados ojos. Comenzaré con la siguiente pregunta:
¿Sigue
actualmente Rusia una política de expansión imperialista?
He
leído con atención el artículo del camarada Lucio García Blanco
que, bajo el título Se agravan las contradicciones
interimperialistas, aparece publicado en el nº 70 de El Otro
País. Lo primero que me ha llamado la atención ha sido la
ligereza con que se exponen, sin citarlas en ningún momento, algunas
de las tesis del Partido referidas al desarrollo de la crisis
capitalista y de las contradicciones interimperialistas. Esto tiene
una pequeña ventaja y un gran inconveniente. La ventaja consiste en
que nos exime de toda responsabilidad respecto a determinadas
afirmaciones relacionadas con el problema en cuestión. El
inconveniente se deriva de la confusión a que pueda dar lugar, al
proceder dichas afirmaciones de un miembro destacado del Partido. Por
este motivo nos vemos obligados a salir al paso de esa ligera
interpretación que hace Lucio, por su cuenta y riesgo, de las tesis
“oficiales” del Partido.
Entre
los acontecimientos que se han venido sucediendo a lo largo de los
últimos años, que ponen de manifiesto “el agravamiento de las
contradicciones interimperialistas”, el camarada Lucio destaca
en su artículo, en primer lugar, los que se están desarrollando
actualmente en el Sudeste de Ucrania. Esto está produciéndose en un
marco internacional caracterizado por la crisis económica y los
sucesivos fracasos militares de los EEUU y el Reino Unido,
especialmente en Afganistán, en Irak y en Siria, donde los intereses
económicos y geoestratégicos de los EEUU y Rusia, principalmente,
han chocado casi frontalmente.
Bien,
nada tenemos que decir sobre ese análisis que hemos resumido, ya que
describe el agravamiento de las contradicciones y la continuación de
la guerra que nosotros -el PCE(r)-, fuimos los primeros, (por no
decir los únicos), en anunciar y analizar, en sus aspectos más
generales, hace más de 20 años. Pero ¿es justo calificar, como lo
hace Lucio, la rCartas desde prisión (1 de 2)espuesta rusa al
intento de EEUU y de la OTAN de cercarla e incorporar a Ucrania a su
órbita, así como la instalación de misiles capaces de alcanzar a
Moscú (por no hablar del apoyo logístico, moral y diplomático a
Siria), de “respuesta militar agresiva del imperialismo ruso”?
¿nos está permitido situar a Putin, como lo hacen todos los medios
de propaganda rastrera, fascista e imperialista española, al frente
de un renacido “despotismo asiático”? Identificar hoy a Rusia
con un “imperio”, y su política militar preventiva, defensiva,
desarrollada en su propio territorio (y en territorios próximos a
sus fronteras con mayoría de población rusa), de política
“agresiva” y “militarista”, sólo puede servir a la
propaganda imperialista de los EEUU y a su estrategia de dominación
mundial.
Por
lo demás, calificar a un nacionalista burgués, como sin ninguna
duda lo es Putin, de “déspota”, “fascista” o simplemente de
“reaccionario”, no creemos que pueda contribuir a esclarecer la
verdad sobre lo que está sucediendo realmente en Rusia. Un
nacionalista cuyo origen es la clase obrera, que, según la misma
prensa burguesa “tiene el corazón dividido entre la Rusia imperial
y la extinta URSS”; que metió en la cárcel a los oligarcas
mafiosos, próceres del capitalismo salvaje de los primeros
años, tras hundirse la URSS; que llamaba “traidores” a quienes
desertaron en la época soviética; que puso fin a la miseria
generalizada en que estaba sumido el país cuando alcanzó la
presidencia a primeros del año 2000; que en 2005 declaró ante el
Parlamento ruso que la desaparición de la Unión Soviética fue “la
mayor catástrofe geopolítica del siglo XX”… En fin, no parece
que este nacionalista pueda estar muy sujeto a los intereses
oligárquicos ni pueda tener muy arraigadas las ideas y los
sentimientos burgueses.
Hoy
no cabe discutir de la naturaleza capitalista de la sociedad rusa,
así como del carácter de clase burgués del Estado ruso. Sin
embargo, no conviene olvidarnos de su origen; es decir, del
hecho de haber sido edificado sobre los cimientos del régimen
anterior (que no era precisamente un régimen feudal o colonial),
algunos de cuyos rasgos conservan todavía, particularmente en las
costumbres y en la conciencia colectivista de los trabajadores ¿de
qué país capitalista se puede decir lo mismo?
Más
adelante volveremos a retomar este tema, ya que reviste una enorme
importancia para nosotros. De momento nos parece suficiente con lo
dicho para remarcar que, confundir o identificar la Rusia actual
con el imperio feudal-militar anterior a la revolución socialista,
con aquella “cárcel de pueblos y naciones”, y “perro de
presa”, guardián de los intereses del imperialismo de los países
de Occidente para las regiones de Asia, es el mayor de los disparates
que se puede cometer. Para salir de dudas a este respecto, no hay más
que reparar en el destacado papel que está desempeñando en la
configuración del nuevo panorama económico y financiero mundial de
la mano de los BRICS (Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica),
tradicionales víctimas de los imperios occidentales.
Para
mayor seguridad, recomendamos dar un repaso con un poco de
detenimiento a los documentos programáticos y demás materiales
editados por nuestro Partido que abordan esta cuestión. Comprobarán
que no hay en ellos nada que se pueda prestar a esa torcida
interpretación que habla de una vuelta atrás de Rusia a un pasado
imperialista –ni siquiera en la forma moderna capitalista,
monopolista. Al contrario, en esos textos se ofrece un análisis de
la gestación, el nacimiento y el desarrollo de las contradicciones
actuales del imperialismo, poniendo el acento en la contradicción
“oeste-oeste” por el reparto, precisamente, de Rusia y los demás
países ex-socialistas. Se avanzan numerosas ideas y planteamientos
teóricos que explican muchos de los fenómenos nuevos que están
apareciendo hoy en el mundo, y se anticipan de forma clara y
destacada la inevitabilidad del resurgimiento del movimiento
comunista y la restauración del socialismo, tanto en Rusia como en
otros países.
Claro
que resulta imposible anticipar la forma y el momento concreto en que
habrán de producirse unos acontecimientos de tal naturaleza. No
obstante, algo de eso se comienza a vislumbrar últimamente.
Dibujo. (Puño con lápiz) |
Lo
económico, lo político, lo histórico y lo lógico
Para
poder desenredar la madeja de las contradicciones que se dan hoy en
el mundo, no basta con fijar la atención únicamente en la lucha
económica, política y militar entre los grandes Estados y potencias
imperialistas. Además de todo eso ha de ser tenida en cuenta la
tendencia o corriente histórica así como su lógica interna.
Que
el conflicto general tiene una raíz económica y persigue objetivos
económicos de dominio, que haga posible la continuación (en las
nuevas condiciones creadas por el desarrollo de las fuerzas
productivas), del progreso de valorización del capital a gran
escala, lo pone todos los días de manifiesto la agravación de la
crisis económica y financiera, así como la lucha feroz que se ha
desatado por los mercados y el control de las fuentes de energías y
su comercialización. Ligado a esta lucha económica encontramos la
cuestión del dominio militar y geoestratégico, especialmente en el
este de Europa, en Oriente Medio y en los grandes espacios de Asia
Central y Oriental, que se han convertido en las zonas más calientes
del planeta.
No
obstante, lo que atrae actualmente más la atención es el
agravamiento del conflicto político y las tensiones en torno a la
guerra del Sudeste de Ucrania y en su repercusión en las relaciones
de Rusia con los EEUU y la UE. La crisis política ucraniana viene de
muy lejos, por lo que no nos vamos a detener aquí en ella. Ahora, lo
que nos interesa destacar es que ha sido la posición de
independencia y firmeza que ha adoptado el Estado ruso frente a las
iniciativas guerreras imperialistas de los Estados Unidos en
diversas zonas y regiones del mundo, lo que ha desatado la ira
arrogante y agresiva de los yanquis contra Rusia, acelerando así el
desarrollo de los acontecimientos.
Desde
luego, este rebrote de la “guerra fría” -como ya han comenzado a
llamarla- no tiene el mismo carácter que tuvo en el pasado, ya que
Rusia es actualmente un país capitalista. Pero ¿puede ser
encuadrado en la categoría de las contradicciones
interimperialistas por un nuevo reparto o redistribución del mundo,
tal como fue durante la I Guerra Mundial? Recordemos que la II Guerra
Mundial, que comenzó como consecuencia de dichas contradicciones,
perdió ese carácter desde el momento en el que fue agredida la URSS
por la Alemania nazi y las otras potencias fascistas, lo que permitió
su alianza con los países capitalistas democráticos. Esto nos
advierte, una vez más, de la imperiosa necesidad de analizar, en
concreto y por separado, cada guerra, en lugar de generalizar y de
ofrecer análisis facilones.
Hoy
sabemos que tras la caída, en el año 2000, de Yeltsin y su
banda, compuesta por ultraliberales de la Escuela de Chicago, de
agentes de la CIA y de mafiosos, tanto la dirección de la economía
como de la política interior y exterior de Rusia, pasó a manos de
un sector que puede ser calificado como representativo de la
“nueva burguesía nacional” rusa. Se comprenderá que fuera a
partir de entonces cuando comenzaran a manifestarse los desacuerdos y
contradicciones de esta nueva burguesía rusa con sus socios y
padrinos yanquis. La realidad es que éstos se habían tomado en
serio su “victoria sobre el comunismo” y el “final de
la historia” y se proponían convertir a Rusia en una colonia o
protectorado de los EEUU, y como a tal la habían tratado durante el
reinado del nuevo zar Boris Yeltsin y su cuadrilla de mafiosos. Se
comprenderá que en las condiciones de la debacle económica, social,
política y moral y “geoestratégica” que supuso en los primeros
momentos la caída de la URSS, y con la enorme presión militar y
psicológica que han estado ejerciendo los EEUU sobre Rusia, a la
nueva burguesía de este gran país no le haya resultado fácil
hacerse con las riendas del poder y llevar a cabo sus planes de
reconstrucción nacional sobre una base capitalista, y menos aún
ocupar el puesto de gran potencia al que sin ninguna duda (como toda
burguesía que se precie) aspira, siempre que su fuerza económica,
política y militar se lo permita.
Pero
ya hemos visto que no es este el caso, y eso porque, entre otros
motivos, ni los yanquis ni las otras burguesías
monopolistas-financieras de los demás países imperialistas se lo
han permitido; como no se lo permitieron ni a Alemania ni a Japón,
tras finalizar la II Guerra Mundial, más que a condición de que se
sometieran absolutamente y luego dieran cumplimiento a determinados
requisitos, derivados de su responsabilidad en el desencadenamiento
de la II Guerra Mundial, así como de su derrota militar. Pero Rusia
no ha desatado ninguna guerra imperialista de agresión (de
exterminio de poblaciones enteras y de saqueos y destrucciones de
enormes proporciones), ni ha sido derrotada en el plano militar por
los EEUU ni por ningún otro Estado imperialista. Lejos de eso, como
es bien sabido, fue el baluarte de la resistencia antifascista en
todo el mundo y la que más sacrificios hizo para la derrota del
enemigo común; de manera que todo eso le ha permitido ocupar un
destacado puesto de honor entre todas las naciones y conservar el
legado histórico, moral y la fuerza militar suficiente para hacerse
respetar y resistir la agresión de los nuevos nazis, al mismo tiempo
que trata de preservar su influencia en algunas áreas
geoestratégicas de gran interés para su defensa y desarrollo.
Si
a todo esto añadimos su extensísimo territorio, sus grandes
recursos naturales, su rica y variada cultura, las tradiciones
revolucionarias y el patriotismo de su población… ¿Qué
conclusión podemos extraer? Es indudable que todos estos factores y
otros que podríamos referir, han influido poderosamente en la deriva
que ha seguido Rusia y en la determinación de Putin desde que éste
fuera elegido presidente, lo que ha impedido, entre otras cosas, la
implantación de ese capitalismo salvaje, ultraliberal, de tipo
dependiente que tanto los EEUU como la UE han intentado imponerle
(para repartírsela y saquearla), junto a todas las demás
dependencias que lleva aparejadas.
Todo
esto ha traído consigo otra consecuencia de enorme trascendencia
para un futuro no muy lejano: se trata de las dificultades casi
insuperables que está encontrando la nueva Rusia burguesa para
lograr un acercamiento más efectivo con vista a su encaje
final en las estructuras económicas y sociales de la Europa
Occidental. Ésta es una de las principales causas que ha impulsado
al gobierno ruso a poner todo tipo de trabas a la integración de
Ucrania en el engranaje del neocolonialismo de la UE, por las graves
consecuencias que puede traer para sus propios planes de desarrollo e
integración política con los demás países de su zona. Estos
planes están basados en sus propias normas y no pueden prescindir de
ellas sin arriesgarse a caer en las redes de la dependencia. Ya que,
como ha escrito certeramente J.Vercueil en el nº 225 de Le Monde
Diplomatique: “Rusia heredó un sistema normativo
proveniente de las URSS, que, aunque con algunas lagunas, envejecido
y pesado, regula aún las relaciones económicas entre los países de
la CEI. Teniendo en cuenta el contagio que provoca su difusión, una
penetración de las normas europeas en Ucrania correría el riesgo de
arrastrar al conjunto postsoviético mediante un efecto dominó. La
reacción de Rusia proviene también de un sistema sobre el cual
todavía descansa en gran medida su complejo industrial militar”.
Es
necesario insistir en que la conservación y perfeccionamiento por
Rusia de esa normativa, producto de su evolución histórica y de las
relaciones establecidas no sólo con los países de su entorno, es de
vital importancia. Con tanto mayor motivo en momentos en que los
grupos monopolistas industriales y financieros de Occidente se valen
de sus Estados para imponer a los demás las normas financieras y
comerciales más ventajosas para ellos; es decir, las normas de la
dependencia económica, financiera, comercial, militar y cultural del
imperialismo.
La
historia ha demostrado una vez más por la vía de los hechos, que no
existe otra salida para evitar caer en las redes del capitalismo
financiero internacional, que continuar aplicando las “normas del
socialismo”. Claro que con éstas sólo no basta, ya que a lo más
que se puede llegar con ellas es a consolidar un capitalismo de
Estado de tipo burocrático, muy semejante al que se estableció en
la última etapa de la existencia de la URSS. De manera que se hace
necesario establecer de nuevo el poder de la clase obrera y las
relaciones de producción auténticamente socialistas.
Después
de la amarga y desastrosa experiencia vivida durante la etapa
yeltsinista y de las más recientes embestidas recibidas de parte de
los socios occidentales, es de suponer que esa gran verdad
termine por imponerse de una manera consciente entre las masas
populares. Puesto que éste es un asunto que escapa a la comprensión
y voluntad de la burguesía (ya que apunta directamente contra sus
intereses), tendrán que ser los trabajadores, dirigidos y
encabezados por la clase obrera, los que asuman de nuevo esa misión
histórica.
Se
podría asegurar que éste es un problema que se ha ido gestando a lo
largo de toda la evolución de la sociedad rusa y que (aunque no
afecte únicamente a este país), se ha manifestado de diferentes
formas y grado de “intensidad” en distintos momentos (recordemos
las del eslavismo y populismo ruso del siglo XIX); un problema que,
como sucede hoy, vino a resolver la teoría y la práctica del
comunismo. No debe, pues, extrañar que hoy se haya recrudecido con
particular virulencia, como consecuencia de la crisis general, ya
crónica, que padece todo el sistema capitalista.
No
obstante, tal como hemos apuntado, no va a ser del mundo exterior
imperialista de donde va a llegar la solución a este importantísimo
problema. En todo caso, las presiones y los intentos de acoso y de
aislamiento que está llevando a cabo actualmente el imperialismo
norteamericano para someter a Rusia a vasallaje, no van a lograr otra
cosa, como ya ha sucedido otras veces, sino acelerar la toma de
conciencia sobre la naturaleza de este problema y de la solución que
está demandando.
(continúa
mañana 25)
Libertad Arenas, pres.o.s políticos |
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