miércoles, 3 de febrero de 2010

Un GAL, juzgado por traición a la Patria

El estratega de la Guerra Sucia en Euskal Herria Roberto FlórezUn Cabo de la GuArdia CiviL en Intxaurrondo y del Servicio de Inteligencia entre marzo de 1991 y marzo de 2004, juzgado por traición a la Patria

El agente del CESID-CNI Roberto Flórez, dirigente de la guerra sucia, ahora se enfrenta a una condena de 12 años por traición, acusado de vender secretos a los rusos

Torturador, militante de la guerra sucia fascista, e infliltrado en la izquierda abertzale con numerosa detenciones de por medio... Pero ahora no le juzgan por nada de eso, sino por un ¡¡delito de traición!!

Se está juzgando a Roberto Flórez estos días en la Audiencia ¡¡¡Provincial!!! de Madrid. Por pretender vender secretos del espionaje español a Rusia.
Nacido en 1965 en la localidad asturiana de Bayo, con 19 años ingresó en la Guardia Civil. Con siete más, en 1991, fue destinado al cuartel guipuzcoano de Intxaurrondo, feudo del general GALindo. Allí despuntó rápidamente por su capacidad entre los galosos para captar fuentes y conseguir información del entorno político de ETA. Lo suyo fue la infiltración en los entornos del Movimiento de Liberación Nacional Vasco (MLNV). Consiguió información, que llevó a múltiples dispositivos represivos policiales.
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En San Sebastián el espía y torturador galoso decidió crear una tapadera con una falsa agencia de comunicación en la capital guipuzcoana. Incluso llegó a contratar a una periodista canaria, que terminaría convirtiéndose en su mujer. El trabajo para el CESID de Flórez seguía dando frutos, pero arriesgaba demasiado.
Y fue descubierto, el diario Egin llegó a publicar su foto y biografía represiva de altos vuelos, denunciando la verdadera ocupación de este torturador. El CESID tuvo que montar un dispositivo a la carrera para cubrir su salida.
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De Intxaurrondo, el cabo Flórez pasó al Centro Superior de Información de la Defensa (CESID), el antiguo CNI. El espionaje español le reclamaba para continuar con la guerra sucia contra Euskal Herria. Pero Roberto Flórez estaba quemado y a Euskal Herria no podía volver. Su siguiente destino ordenado por los jefes máximos de la guerra sucia fue Perú.
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En el país sudamericano llegó a infiltrarse en el equipo de campaña de Alejandro Toledo, que luego se convertiría en presidente del país, y lo hizo con el cargo de asesor.
Pero un periodista independiente que seguía la campaña electoral de Toledo desenmascaró a Flórez. Indagó y comprobó que trabajaba en la Embajada española en Lima.
Otra vez la foto en los medios, el escándalo y la salida apresurada del país.

De regreso a la sede del CNI en Madrid, Flórez pasó por un curso de reciclaje y en enero de 2004 fue destinado al área del CNI dedicada a Rusia. En concreto al departamento más importante de la División de Contrainteligencia.
Aguantó poco y solicitó la baja del Centro, que le fue concedida.

Se radicó en Canarias, la tierra de su mujer. Desde Puerto de la Cruz, en Tenerife, ofrecía su experiencia de 15 años en los Servicios de Inteligencia para diseñar políticas de seguridad.

Fue detenido, en julio de 2007. Su ocupación era impartir cursos a chavales de 15 años en La Orotava.
En los tres registros practicados se encontró información sensible para el Estado. Parte de ella fue desclasificada por el Gobierno. Había un listado de agentes con sus nombres en clave, estructura del CNI, incluso identidades de los agentes dobles que trabajaban para el Servicio de Inteligencia español. Y dos cartas, destinadas a Petr Melinkov, número tres de la Embajada rusa en Madrid
"Soy un directivo del CESID que tiene interés de comunicarle su disposición a colaborar con el servicio y el país al que usted representa", comenzaba una de ellas, fechada en 2001. En la misma, Flórez ofrecía al espionaje ruso informar de "quién es quién" en el CNI. Por todo eso pedía a cambio 200.000 dólares. Mercenario además de asesino.

Flórez puede ser condenado a 12 años por un delito de traición o a cuatro por revelación de secretos. Y es ya les tenía hartos. Ya tenía dos expedientes abiertos por saltarse las normas de seguridad. Una, por esgrimir su condición de miembro del CNI en un simple incidente de tráfico en Valencia, lo que está taxativamente prohibido. Chulo, además de mercenario y asesino. Según la normativa interna, ambos expedientes deberían haber seguido su curso pero, tras la “marcha” de Flórez, nadie se preocupó de él y acabaron siendo archivados.

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