IÑAKI LEKUONA
PERIODISTA
Todas las miradas respetables se dirigen ahora hacia China, donde un opositor al régimen encarcelado desde hace un año por «subversión» contra el Estado acaba de recibir el Nobel de la Paz. Occidente se ha congratulado e incluso España ha tenido la deferencia de aconsejarle al Gobierno de Pekín que excarcele a ese señor, que no está bien retener a alguien en prisión sólo por llevar a cabo actividades políticas. Y aunque a muchos de los lectores de estas líneas se les ocurra mucha otra gente encarcelada en España solamente por sus actividades políticas, que sepan que no es lo mismo, que los de aquí son terroristas aunque sus armas sean la palabra, que ésta es una democracia con todas las garantías, un lugar tan estupendo que hasta los terroristas, una vez detenidos, encandilados por esta maravilla, en lugar de callar no dudan en comentar con alborozo todos los detalles de su actividad subversiva, como, un suponer, sus viajes a Venezuela, país donde reciben entrenamiento armado, porque como es sabido aprender a pegar tiros sale mucho más barato y es mucho más discreto -dónde va a parar cogiendo un avión transatlántico que yéndose a los bosques de alrededor como se hacía antaño-.
Y con este mismo poso democrático con el que Madrid aplaude la concesión del último premio Nobel de la Paz, con esa misma pose cínica con la que da lecciones de ética política a China o Venezuela, se indigna cuando el relator de la ONU constata la existencia de torturas es su país, o cuando cuatro premios Nobel muestran su interés por la cuestión vasca. Lo que demuestra que en esto de democracia, España es novel. Y en cuanto a paz, ni eso. Nos queda a todos mucho que aprender.
Y con este mismo poso democrático con el que Madrid aplaude la concesión del último premio Nobel de la Paz, con esa misma pose cínica con la que da lecciones de ética política a China o Venezuela, se indigna cuando el relator de la ONU constata la existencia de torturas es su país, o cuando cuatro premios Nobel muestran su interés por la cuestión vasca. Lo que demuestra que en esto de democracia, España es novel. Y en cuanto a paz, ni eso. Nos queda a todos mucho que aprender.
Gara, 11 octubre
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