Foto. Henri Barbusse. |
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Henri
Barbusse
Escritor
francés, paradigma del intelectual comprometido con la causa
antifascista y antimilitarista. Comenzó su andadura de escritor con
obras donde el escepticismo, el pesimismo y el nihilismo eran las
ideas sobre las que construía sus novelas. Fue la I Guerra Mundial,
en la que participó como soldado de infantería, la que dio un giro
a su vida y a su obra literaria. Ya en plena guerra, mientras está
convaleciente escribió El fuego, una crónica
descarnada de la carnicería de la que había sido testigo
excepcional y que también marcó el inicio de su compromiso con la
lucha antimilitarista.
Un
ideario pacifista que fue evolucionando hasta llegarse a plantear que
la no violencia en una sociedad dividida en clases solo beneficia a
la burguesía y que sus promotores se convierten irremediablemente en
los bomberos de la lucha revolucionaria. La trayectoria política de
Henri Barbusse fue pareja a la agudización de la lucha de clases.
Cuando el Partido Socialista francés
se negó a entrar en la III Internacional, Barbusse dejó de
colaborar en sus periódicos.
En
1923 ingresó en el Partido Comunista; a partir de ese momento
la prensa silenció todas sus obras literarias, circunstancia que
solo sirvió para reforzar su compromiso, como lo demuestra su
participación en la campaña para impedir el asesinato de Sacco y
Vanzetti, en el Comité por la Liberación de la India y en la
denuncia del colonialismo italiano con la invasión de
Abisinia. Fue nombrado vicepresidente de la sección francesa del
Socorro Rojo Internacional y se solidarizó con Gramsci,
Thälmann y Dimitrov perseguidos y encarcelados por los fascistas
italianos y alemanes.
Durante
los años 30 viajó con frecuencia a la URSS donde escribió las
biografías de Lenin y Stalin. Los últimos días de su vida los
dedicó a la lucha antifascista y a la necesidad de unir a todos los
obreros y demás sectores populares en un Frente Popular que
impidiera el ascenso y triunfo del fascismo.
Durante
su último viaje a la URSS en 1935, contrajo una neumonía y murió
al llegar a Moscú. Decenas de miles de moscovitas desfilaron durante
tres días ante su féretro. Lo mismo sucedió cuando su cadáver fue
repatriado a París, donde fue recibido por 200.000 personas. Todos
los periódicos y revistas de partidos obreros y sindicatos le
rindieron homenaje desde sus páginas, a su literatura revolucionaria
y comprometida pero también al intelectual que se situó en la
primera línea de la lucha contra el fascismo.
Portada "Libertad, no escribiré tu nombre en vano". |
Poemas
inéditos de M.P.M. “Arenas”
Qué
alma era mi madre
Se
diga lo que se diga, el alma
es
una cualidad de la materia
con
múltiples posibilidades.
Hay
almas ricas en proteínas
y
las hay famélicas.
Las
primeras se bastan a sí mismas
para
existir
y
al final se esfuman como un humillo
sin
dejar huellas.
Las
otras, en cambio, necesitan
a
los demás para sobrevivir
a
duras penas
y
acaban engendrando
un
volcán.
El
alma de mi madre
estaba
compuesta de esta
materia.
No
pude asistir a su entierro
y
no lo lamento porque
seguramente
no habría podido sufrir
que
los guardias me vieran
llorar.
La
recuerdo inclinada
sobre
la tabla de lavar
cantando
su canción preferida:
“que
razón tenía
la
pena traidora”.
Afanosa
o
sentada con una taza de café
entre
sus manos
¡qué
alma era mi madre!
Se
diría que estaba poblada
de
terrenales lejanías, como
una
paloma.
Fue
anarka a su manera,
magnífica
paridora y como
casi
todas las mujeres del pueblo,
analfabeta.
Ignoraba
a los dioses
y
a sus profetas.
Cuando
me sorprendía
en
alguna travesura, solía decir:
“no
hagas eso, Manolillo,
que
está muy feo”.
De
manera tan natural y sencilla procuraba
inculcarme
toda la bondad
y
la belleza
que
caben en una vida entera.
Abril
1996
Foto. (En mani, portan pancarta "Amnistía") |
Muro
Solidario:
-Pancarta
en la manifestación del 1º de Mayo en A Coruña.
Chapa redonda "Amnistía" en símbolo AFAPP. |
Material
histórico
Chapa
elaborada en prisión, durante la época de las Comunas de presos y
presas políticas. En este caso (hubo más de un centenar de modelos
diferentes), con el símbolo de las AFAPP y la consigna Amnistía.
Años 80.
Se
redondeaban a lima trocitos de ocumen, se le colocaba el enganche de
alambre, se pintaban, se dibujaban con las diferentes consignas,
encargos de fanzines, colectivos, radios libres..., se barnizaban y
al horno de secado. Verdaderas joyas artesanales, realizadas en un
trabajo colectivo, imaginativo, difusor. Por eso rompieron, entre
otras cosas, las Comunas de las y los presos políticos.
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