lunes, 9 de enero de 2012

Pres@s Polític@s vasc@s. Jose Angel Biguri, muy enfermo. Nuevo tema de Pablo Hasél. Cartas de l@s lectores

110.000 solidarixs con lxs presxs políticxs vascxs


BILBAO, 7 enero




Preso político vasco muy enfermo:


Jose Angel Biguri lleva 22 años preso político y está muy enfermo.
Esta plataforma está pidiendo firmas para su liberación ya que su enfermedad es incurable.
Entrando en la página web
http://www.biguriaskatu.org/ podéis dar vuestro apoyo.


PABLO HASÉL


Nunca en el olvido”


Última canción de este artista rapero y revolucionario represaliado en honor a los presos políticos antifascistas.



Cartas de lxs lectores:


Saludos, soy un joven comunista y lector habitual de esta página, en la que alguna vez ya he colaborado con otro par de artículos de opinión y análisis. Esta vez me gustaría mandaros una pequeña reflexión que he realizado sobre "las ideas" y el pensamiento burgués, como este las enfoca erróneamente y como demuestra una actitud hipócrita. Un fuerte abrazo cargado de solidaridad y resistencia, ¡Ánimo!


El pensamiento burgués y su “maravilloso mundo de las ideas”


El pensamiento burgués es metafísico, es decir, opuesto a la dialéctica. O lo que es lo mismo, posee un comportamiento que tiende a separar o a aislar fenómenos, en contraposición con la dialéctica (propia del pensamiento marxista), que los integra y relaciona en una unidad forjada sobre la base de la contradicción.

Las divagaciones burguesas acerca de las “ideas” tampoco escapan a este análisis metafísico y parcial. El otro día, charlando con un amigo (que no compañero de lucha), surgió la mención al tema de las ideas y a su papel en la historia. Él, conociendo ya de antes mi pensar, señaló que las ideas comunistas son ideas asesinas, porque los postulados defendidos por Marx han terminado con la muerte de millones de personas (entre otras muchas cosas) y que “ninguna idea merece la muerte de nadie”.

Bien, antes de continuar conviene dejar de lado ese relleno tan cansino y que no nos sirve para nada.

Como la referencia a esos “millones y millones de víctimas”que nadie encuentra por ningún sitio pero que todos los voceros capitalistas, curiosamente, dan por válidos y se hacen sus pajillas. Por ejemplo, según fuentes burguesas, bajó el periodo que comprendió la Secretaría General del Camarada Stalin en el Partido Bolchevique, resultaron muertos entre 20 y 140 millones de soviéticos. Cualquier individuo con un mínimo de rigor rechazaría aceptar esa absurda y desorbitada oscilación, que es lo mismo que decir que no se tienen ni datos concluyentes, ni idea alguna. Contemplar un baile de cifras tan absurdamente amplio denota una total falta de seriedad documental que merece ser escupida. De los archivos soviéticos, eso si, nadie habla, ¿Porqué será?

De otro lado, conviene ignorar el contenido clasista que encierra esa lista de muertos. Si la tarea histórica de los comunista es, como ya sabemos, reprimir (si, reprimir, no lo ocultamos) a la clase burguesa, minoritaria y explotadora, y a su orden, no debiera de escandalizarnos haber ocasionado muertos en su bando y en el de sus defensores.

El pensamiento burgués también es clasista, pero dibujan sus intereses como los de toda la sociedad, manipulando a través de su poder la realidad en su favor y engañando a las masas populares. Por lo tanto, les interesa expresar que no hay intereses de clase (ni, por lo tanto, clases) a parte de la suya, claro. Así, se matan ciudadanos, no explotadores ni sus esbirros, todos somos “iguales” y ningún ser humano merecer ser eliminado. Y cuando ellos se pasan sus propias tesis por el forro, resulta que es una deficiencia “comprensible”, porque es que claro, ningún sistema es perfecto (o sino se recurre a la archiconocida expresión de“daño colateral”, que siempre mola).

Una vez dejado esto de lado, la verdad es que las palabras de mi amigo encierran buena prueba del pensamiento burgués acerca de ese maravilloso mundo de las ideas en el que parecen creer, con una fe cristiana de sobra manifiesta. El pensamiento burgués establece una división entre un hipotético mundo imaginario propiamente ideal, (en el que las ideas flotan y parecen existir por si mismas, desligadas de cualquier otra realidad) y otro material. De modo que las verdaderas, más puras y por lo tanto, más encomiables ideas, son aquellas que no inciden en el mundo material.

Pero eso es falso, porque el pensamiento burgués, persistiendo en su metafísica, no establece el nexo de unión fundamental que los marxistas nunca olvidamos: la conexión incuestionable que une lo material con lo ideal, conformando una unidad dialéctica.

Los marxistas somos materialistas, defendemos que las ideas nacen a partir de una realidad material determinada y que estas ideas a su vez condicionan la realidad material de la cual nacieron, haciendo brotar de la misma otra serie de ideas. Contemplamos al mundo de las ideas y al mundo material como una unidad dialéctica inseparable porque sin una realidad material en la que el ser humano se desenvuelve no puede surgir un determinado tipo de ideas, y sin estas ideas no puede crearse una fuerza transformadora en la propia realidad social.

Los marxistas no creemos en las ideas puras, no creemos en la cita burguesa mil veces repetida de “ninguna idea merece tan siquiera una gota de sangre”. Y no lo hacemos porque simplemente analizamos la historia de una forma dinámica y materialista, científicamente, y sabemos que la historia no ha sido otra cosa que una sucesión de ideas surgidas en una serie de periodos históricos concretos que han venido a incidir al mismo tiempo en la realidad y modificar la base material de la historia. No hay ni una sola idea que no haya tenido ningún efecto sobre la realidad, pues todas y cada una de ellas llevan ese cometido en su genoma. Idea y realidad son dos elementos que se interrelacionan continuamente, dentro de esta interacción ambos aspectos se condicionan e inspiran mutuamente, sin descanso.

Los marxistas creemos en el verdadero poder en las ideas. Creemos que las ideas son poderosas y que, formuladas de la forma correcta en el contexto correcto, pueden cobrar una tremenda fuerza material en las sociedades, pueden poseer un poder transformador increíble.

La burguesía también conoce este poder de las ideas, pero intenta maquillarlo. En teoría, en un Estado Monopolista cualquiera uno puede“pensar” lo que quiera. Pero desde el momento en el que esas ideas toman contacto con la realidad material (como es lógico) y aspiran a cambiarla, poniendo en el más mínimo peligro el orden capitalista, ese mismo orden capitalista reprime salvajemente al movimiento nacido de la idea y, por lo tanto, también a las ideas “madre”, ideas que tanto decían respetar.

Concluimos entonces que la defensa de la libertad ideológica es una completa farsa dentro de los márgenes del actual orden burgués y la creencia en un imaginario, “mundo de las ideas”, divorciado de la realidad material en la que estas surgen y a la que están destinadas a volver, es absurdo, irreal y carece completamente de cualquier seriedad filosófica.

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