Foto. Barcelona. Policías delante de barricadas ardiendo. |
COLABORACIÓN
CAN
VIES DERRIBADA Y LA BARCELONA DESALOJADA
Se
desalojó Can Vies, dándose un paso más en la des-realización de
una ciudad que fue. Los okupas, de patitas en la calle, no tenían
otra que dar el salto, aun por unos pocos días, a la recuperación
callejera de la auténtica desalojada: esta Barcelona. Qatarona.
El
ayuntamiento habla de negociar Can Vies tras la reducción de la casa
a escombro exactamente igual que a fecha de hoy se habla de Mesas
internacionales “entre Israel y Palestina”; esa Palestina
literalmente borrada del mapa hace casi setenta años por los
bulldozers, por los colonos y por su “aliyá”. Estos sionistas,
que todo lo aplastan, quieren poner luego al aplastado a negociar:
por si pudieran sacarle algo más todavía.
Mientras
el Papa llamaba a israelíes y palestinos a “abrir su corazón para
entenderse mutuamente”, el alcalde llamaba a los okupas a no
protestar sino pacíficamente. En la realidad neo-sionista de radical
segregación entre Amos y Esclavos, el comportamiento real debe, sin
embargo, desenvolverse perfectamente homologado de acuerdo al patrón
de naturaleza “superior”: todo pacífico, todo en paz. Los
turistas viven Barcelona en paz y sin violencia se mean. Hay que ser,
por lo mismo, derrotado en paz, paz para protestar, paz para ser
asesinado. Uno ha de ser desalojado en paz y deportado a los
barrios-gueto donde, bajo vigilancia, poder refugiarse de la misma
Barcelona a cuyos cosmopolitas comensales uno tiene que servir la
mesa en paz y bendecir.
Bajo
la luz del rico alumbrado céntrico barcelonino, Qatar abre uno, dos,
cinco hoteles deslumbrantes. Mientras, Siria arde a la lumbre y
resplandor de los atentados qataríes y de sus jóvenes zombies
“rebeldes” (“Coca-Cola te comprende”). Zombies aquí y
allá. Aquí vienen y van en mismidad. Estrujando una Tierra
Prometida que les fue dada de arriba: de mano de la división
territorial imperialista de los sectores de Valor.
Estos
insanos residuos del Circuito-Mundo aparecen en la publicidad
(cívica, artístico-cultural, deportiva, mercantil o electoral
europea) como el Ego normativo e ideal “en sociedad”. Pues son
funcionalidad dúctil. Amorfidad pura de físico y de sentido;
superficie corporal donde todo cabe y todo puede ser impreso. Vidas
de relatividad, prestas a indumentarias-collage infinitamente
reconducibles; sugestionables con fluidez a un Eterno Retorno del
vintage. Cíclico remake en política, en las formas de
socialidad, en la música, en ropa y calzado, en otra Gran Guerra más
cuando madure de nuevo la moda. Totalitarios militantes de la Nada,
los colonos de Barcelona-Qatarona enarbolan orgullosamente, por
sentido, justo la extrema ausencia y erradicación de cualquier
Sentido. Esa es su palabra lanzada al Mundo: intraversión total de
los momentos y de las existencias, reducidas a “pasar la vida”, a
aprovechar predatoriamente lo dado, “a vivir el momento”, a
utilidad práctica en pro de “lo que importa”, a idealizar en
términos de “karma, Fortuna, Destino, Desarrollo, Modernidad”,
la brutal jerarquía imperialista entre poblaciones. Son el ejército
que conquista el ideal bernsteiniano de la dilapidación de todo
Horizonte humano: “Los fines no son nada. El movimiento es todo”
(Bernstein).
Dibujo. (una casa con candado protegida por un perro que la deriva. Abajo el pueblo protesta) |
Movimiento
a la Nada, es este zalamero pasar de las vacas depredadoras
privilegiadas que componen la neo-sionista “raza de los Señores”,
y que ante las narices de los pueblos y naciones oprimidas enarbolan
su bandera de la sin-bandera. El llamamiento dance a la
fusión, convergencia, identificación y mismidad de los esclavos con
sus comensales predatorios. Todo sin banderas y sin violencia, claro
está: ¿para qué la violencia en los territorios propiedad de los
vencedores?. “¿Para qué la violencia?”: el orden de los
Señores no puede comprender la violencia de parte de “los
autóctonos” originarios de la tierra de Providencia, igual que con
naturalidad decía la burguesía gala que era mejor ser pobre en
París que adinerado en cualquier otro lugar. La violencia queda para
Siria, en cuyo caso TV3 idealiza y celebra a cada telediario. En
mitad de los combates que sucedieron el derribo de la casa, un camión
de la televisión “catalana” fue incendiado. El universo cabe en
un grano de arena. Si la perspectiva es la correcta, en el acto más
“pequeño”, modesto y concreto reside entera la lucha de nuestra
especie humana contra el Supremacismo sionista.
Barcelona
no existe. Es el espejo donde “el último hombre” colono pasea
arriba y abajo contemplando su propia vacuidad y consumiéndola en
los escaparates. Los turistas del Sinsentido no se ven más
que a sí mismos, a su propio deseo auto-referencial y al grotesco
mundo que ellos generan a su imagen y semejanza. Pero creen estar
viendo y visitando una ciudad, que no es. Y creen estar
tratando a sus gentes, organizado estereotipo humano en auto-parodia
por ese plato de comida cuya necesidad ha venido disolviendo nuestro
sentido del ridículo, y cuyos ingredientes están ya en manos de
MONSANTO y sus patentes europeas.
“Nada
es imposible; todo está permitido”. El slogan
sesentayochista cantado por Georges Moustaki es perfectamente
transfigurado en Barcelona, donde hace tiempo los Dueños del bloque
“occidental” arrojaron una bomba H que deja la multiplicidad
intacta, mientras ésta pertenezca al orden de la mismidad de
funcional intrascendencia: skate, bici, rollers, música
y charanga, chanclas o arena, cerveza en las terrazas o en los
terrados, museos o discotecas, arte callejero o sublimes
adquisiciones de galería para concentrar la creatividad humana a
modo de Capital en unas cuantas calles de un micro-mundo elitista
londinense, berlinés, parisino o bostoniano, tan rico que acumula y
privatiza ya la historia y sus objetos, tal y como sus garimpeiros a
jornal y sus Marines han saqueado ya Sumeria, Bosra o Palmira. Para
las ansias y pulsiones humanas del esclavo el ayuntamiento deja
dispuestos los centros cívicos, los casales, los splais de
voluntarios sin fronteras, el tejido pseudo-nacionalista de clientela
para-estatal, los desfiles de masas y las urnas para decidir si se
quiere ser todavía más esclavo deudor, comercial, político y
policiaco del sionismo.
Unificar
el perfil humanoide en laboratorios neo-sionistas como Barcelona, es
empresa que requiere de una realidad única. Más allá de los
nihilistas “apaños a este Mundo-pecado de calamidad” solamente
puede haber palo, balas de FOAM, grúa y criminalización. Más allá
de la mantelería hostelera más o menos identitaria, el Emir, el
petroburgués, la bestia rubia burocrática nórdica, el financiero
de NY y el club hermético de VIPs, han dejado claro a sus cipayos, a
sus contratas de derribos y a sus matones, entrenados y equipados por
el MOSSAD, que en su nueva Meca mediterránea no hay espacio político
ni edificio social comunicativo que valga.
Tamer
Sarkis Fernández
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