Foto. (fila de presas en EEUU, encadenadas) |
El
sistema represivo de Estados Unidos ha llegado al punto de
saturación
¿Quién no ha oído alguna vez de un mentecato de esos que tanto abundan en las campañas electorales, prometer la pena de muerte, o la cadena perpetua, o un endurecimiento de las penas para tal o cual delito? No hay candidato electoral que no crea que con unas penas un poco mayores habrá unos pocos menos delitos. A esta patología la ciencia lo llama “concepción mágica del derecho penal”.
Pero con tantas elecciones los códigos penales se saturan con penas graves para pequeñas infracciones, las cárceles se llenan y los juzgados se colapsan de papeles... y de problemas insolubles. La policía, los jueces y los carceleros no pueden solucionar ninguno de los problemas que la sociedad no soluciona.
Es lo que sucede ahora mismo en Estados Unidos, donde vive el 5 % de la población mundial y el 25 % de los presos del planeta. Cada año hay más de 14 millones de detenidos. “Durante las últimas décadas hemos encarcelado a más delincuentes no violentos que nunca, con sentencias mayores que nunca”, dijo Obama en julio.
La represión se disparó en los ochenta con la “guerra contra las drogas” que impuso penas mínimas de 10 años por vender cinco kilos de cocaína o un kilo de heroína. El Tribunal Supremo también respaldó la cadena perpetua por tenencia de drogas para condenados sin antecedentes penales.
Las leyes que permiten a la Policía retener e identificar a cualquier sospechoso de haber cometido un delito, y ante la falta de acceso a un abogado defensor, en los últimos 35 años ha aumentado un 800 % la población carcelaria federal: de 24.000 a 215.000, de los que la mitad cumple sentencia por drogas.
El sistema punitivo es esencialmente racista: en las cárceles hay 26 veces más negros que blancos.
El 30 % de los presos vuelve a entrar en prisión en menos de seis meses y el 68 por ciento vuelve a ser detenido antes de pasar tres años en libertad.
Estados Unidos invierte en prisiones más que en educación, 8.000 millones de dólares al año, pero después de varias décadas con una política represiva a ultranza, el consumo de drogas es casi el mismo.
Ahora, en los prolegómenos de una nueva campaña electoral, el discurso político ha dado un giro de 180 grados y los candidatos, incluso los más reaccionarios, hablan de todo lo contrario: cómo reducir las penas, cómo evitar tantas detenciones y cómo vaciar las cárceles.
En ese giro están presentes los recortes en los presupuestos públicos. En las cárceles ya no cabe nadie más y no hay dinero para construir nuevas cárceles.
Por ello, Kentucky proyecta la liberación de 3.000 presos en la próxima década para ahorrarse 400 millones de dólares. Texas puso en libertad a 5.000 presos el año pasado tras la reforma de 2007 que ayudó a cerrar varias prisiones entre 2011 y 2013. Pero el plan más ambicioso es el de California, aprobado en referéndum en 2012 y que ha derivado en la excarcelación de 2.700 reclusos desde noviembre y aspira a liberar a un total de 10.000. El Estado, donde la población encarcelada se disparó un 300% en las tres últimas décadas, invertirá lo que ahorre en programas de educación y salud.
¿Quién no ha oído alguna vez de un mentecato de esos que tanto abundan en las campañas electorales, prometer la pena de muerte, o la cadena perpetua, o un endurecimiento de las penas para tal o cual delito? No hay candidato electoral que no crea que con unas penas un poco mayores habrá unos pocos menos delitos. A esta patología la ciencia lo llama “concepción mágica del derecho penal”.
Pero con tantas elecciones los códigos penales se saturan con penas graves para pequeñas infracciones, las cárceles se llenan y los juzgados se colapsan de papeles... y de problemas insolubles. La policía, los jueces y los carceleros no pueden solucionar ninguno de los problemas que la sociedad no soluciona.
Es lo que sucede ahora mismo en Estados Unidos, donde vive el 5 % de la población mundial y el 25 % de los presos del planeta. Cada año hay más de 14 millones de detenidos. “Durante las últimas décadas hemos encarcelado a más delincuentes no violentos que nunca, con sentencias mayores que nunca”, dijo Obama en julio.
La represión se disparó en los ochenta con la “guerra contra las drogas” que impuso penas mínimas de 10 años por vender cinco kilos de cocaína o un kilo de heroína. El Tribunal Supremo también respaldó la cadena perpetua por tenencia de drogas para condenados sin antecedentes penales.
Las leyes que permiten a la Policía retener e identificar a cualquier sospechoso de haber cometido un delito, y ante la falta de acceso a un abogado defensor, en los últimos 35 años ha aumentado un 800 % la población carcelaria federal: de 24.000 a 215.000, de los que la mitad cumple sentencia por drogas.
El sistema punitivo es esencialmente racista: en las cárceles hay 26 veces más negros que blancos.
El 30 % de los presos vuelve a entrar en prisión en menos de seis meses y el 68 por ciento vuelve a ser detenido antes de pasar tres años en libertad.
Estados Unidos invierte en prisiones más que en educación, 8.000 millones de dólares al año, pero después de varias décadas con una política represiva a ultranza, el consumo de drogas es casi el mismo.
Ahora, en los prolegómenos de una nueva campaña electoral, el discurso político ha dado un giro de 180 grados y los candidatos, incluso los más reaccionarios, hablan de todo lo contrario: cómo reducir las penas, cómo evitar tantas detenciones y cómo vaciar las cárceles.
En ese giro están presentes los recortes en los presupuestos públicos. En las cárceles ya no cabe nadie más y no hay dinero para construir nuevas cárceles.
Por ello, Kentucky proyecta la liberación de 3.000 presos en la próxima década para ahorrarse 400 millones de dólares. Texas puso en libertad a 5.000 presos el año pasado tras la reforma de 2007 que ayudó a cerrar varias prisiones entre 2011 y 2013. Pero el plan más ambicioso es el de California, aprobado en referéndum en 2012 y que ha derivado en la excarcelación de 2.700 reclusos desde noviembre y aspira a liberar a un total de 10.000. El Estado, donde la población encarcelada se disparó un 300% en las tres últimas décadas, invertirá lo que ahorre en programas de educación y salud.
Poster. "Paco Cela Seoane. Preso comunista do PCE(r)". |
Poema
de Paco Cela Seoane
QUE
NO DUERMAN SIN SOBRESALTOS
Algún
día
dejará
de ser noticia
la
muerte.
Algún
día
tan
sólo será noticia
la
vida.
Pero
mientras tanto
que
no disfruten paz
los
profanadores de sonrisas;
que
no duerman sin sobresaltos
los
que han incorporado el asesinato
a
las cotizaciones de los mercados.
He
salido a escuchar voces,
a
fotografiar instantes,
a
sumar angustias y corazones;
y
he palpado en mi garganta
un
grito desgarrado
que
me ha mostrado
las
heridas que sangran por mis costados.
He
sentido en movimiento
tedas
las fibras de mi sentimiento,
cada
microscópica partícula de mi pensamiento,
cada
pulgada de emoción y sueño,
cada
órgano y cada nervio.
Se
han sublevado sus conjuntos
por
todos las regiones de mi cuerpo,
para
que me sepa despierto,
dolorosamente
despierto,
con
los ojos bien abiertos
a
las realidades de mi tiempo.
En
Riaño,
un
hombre se ha suicidado,
porque
Riaño es
un
largo túnel de miedos uniformados;
una
guillotina que se ha disparado
cortando
el aire y el aliento,
cercenando
limpiamente
el
humanista discurso de la impotencia.
Hoy,
compañero,
se
levantan las porras
y
caen contundentes los golpes.
Se
pueblan las ciudades y los barrios
de
uniformes y controles.
Se
cierran las fábricas.
Los
campos languidecen.
Los
barcos son varados
al
presente más negro y desesperante.
Detrás
de cada esquina se esconde:
la
desolación,
el
terror y el vómito.
Pero
no habrá paz
porque
en Reinosa
un
niño duerme y sueña;
suena
que con su dedo
balas
va disparando;
balas
que van buscando
a
los uniformes y sus cuerpos.
Y
no habrá paz
porque
Puerto Real
es
una boca primera
que
se ha abierto y no se cierra.
Un
doloroso despertar a las realidades
que
se inflaman y se incendian.
Llama
de odio y rabia
que
prende en seca hierba
y
desemboca en la conciencia.
En
Puerto Real se dice:
Que
Revolución
son
nueve letras,
nueve
escalones
y
un corazón abierto a la tormenta
para
subirlos con una sonrisa.
Citas del 9, 10 y 11 de septiembre. S. Anderson, Clausewitz y Che Guevara, |
Aprender
y luchar, luchar y aprender.
Citas
del 9, 10 y 11 de septiembre
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