Foto. Israel Clemente López. |
Cartas
desde prisión
Israel
Clemente López
C.P.
Algeciras, 19 noviembre 2016
… Cuando
te escribo estas letras parece que haya pasado mucho tiempo de todo
el follón liado en el PSOE. Rajoy ya es presidente, pero aquello
parece seguir siendo un caos. Tengo que reconocer que me produce un
placer, político y personal, ver al partido socialfascista en estado
de descomposición, con riesgo de convertirse en un conjunto de
reinos de taifas ingobernables como lo fue la UCD en sus últimos
tiempos. No lo puedo evitar. No lo puedo evitar. Esto se ha venido a
convertir poco menos que en un axioma desde 1939: las desgracias del
PSOE son alegrías para los revolucionarios.
Al
poco de acontecer el esperpento del Comité Federal famoso en el que
defenestraron a Sánchez, escuché en la radio unas atontolinadas
“reflexiones” de uno de los parlamentarios de Bildu en el sentido
de que “el PSOE acaba de tirar por la ventana más de 100 años de
historia”. Pues no, señores, ¡qué corta es la memoria y cómo se
pegan los influjos malsanos en ese parlamento! Preocupante debería
de ser el coincidir con Podemos en es género de simplezas, además
inexactas, no ciertas... o sea, falsas, pues el PSOE hace ya más de
tres cuartos de siglo que empezó decididamente a “tirar” a fondo
lo poco que le quedaba de “socialista” y “obrero”.
Mismamente, el triunfo del fascismo en la guerra civil fue facilitado
y propiciado por un golpe de Estado, liquidacionista y “contra”
donde los haya, contra la línea de resistencia antifascista del
Frente Popular, que era sostenida consecuentemente por los
comunistas.
Hablo,
naturalmente, del muy olvidado golpe de Casado y su Junta (de esto
Ken Loach no hará ninguna película) en la que participaron notables
dirigentes del ala derecha del PSOE de la época. Con semejante
traición y felonía concluyó la guerra, con cientos de muertos en
combates entre partidarios del golpe y quienes querían mantener la
resistencia (Madrid, Cartagena...) y entregándoles a las tropas de
Franco las puertas de la República con unas prisiones entonces
repletas de comunistas para que los fachas les pasasen a cuchillo a
su llegada. Esto del PSOE, me refiero a su carácter
contrarevolucionario, pro-régimen y proimperialista, no es algo,
nacido ahora en 2016, ni tampoco en 1982, cuando el GALoso González
llegó para presidir la “década de la infamia”, sino que arranca
de hace casi 80 años atrás como mínimo.
Jamás
hubiese podido sostenerse el engendro postfranquista de esta
“monarquía constitucional” sin el concurso decidido de los
socialfascistas. La mal llamada “Transición” nunca hubiese visto
la luz sin ellos, aunque no es menos cierto que tampoco lo hubiese
hecho sin la entusiasta participación de los carrillistas del
degenerado PCE, bisabuelos ideológicos de ese fe reencontrada de los
podemitas en las virtudes de la socialdemocracia.
Solamente
gente increiblemente ingenua, o guiada por propósitos inconfesables,
puede a estas alturas de la película dar alguna verosimilitud a las
poses “democráticas” o de “izquierdas” de Sánchez y afines.
El fondo de las discrepancias dentro del PSOE no está en el
republicanismo o no de los “sanchistas”. Por otra parte, una
república oligárquica, monopolista, y que se sustente sobre las
leyes especiales para la represión política vigentes aquí no
supondría ningún avance sustancial respecto al Estado actual.
Precisamente
aquí está la clave de los problemas internos de los socialfascistas
y de la debilidad política de todo el régimen español: la ausencia
de democracia. El propio carácter fascista, antidemocrático, del
Estado marca las líneas rojas a no traspasar por los partidos
políticos, incluso por los del propio régimen: ni autodeterminación
en lo político ni en lo social, ni reconocimiento de las
nacionalidades oprimidas, ni libertades políticas para que la clase
obrera de todo el Estado se organice, avance y luche por la
consecución de toda una amplia gama de reivindicaciones.
Dibujo. (preso escribiendo con la pluma del ave que tiene posada en la cabeza) |
Ni
siquiera se fían de una organización reformista y socialdemócrata
como Podemos y han vetado el que un sector del PSOE busque una
posible alianza con ellos. Tiene su lógica: si Catalunya avanza
hacia la autodeterminación el Estado necesita cerrar filas y
consenso para golpear y detener esos avances. Nuestro Partido, ya a
mediados de los 90, en 1997 para ser preciso, realizó un análisis
de la situación política en el Estado en el que apintábamos que
“el régimen no tiene más alternativa que emprender un regreso a
sus orígenes fascistas”. A mediados de los años 90 se mantuvo
durante un periodo de tiempo una situación “bisagra” en la que
parecía que el régimen se debatía entre dos opciones. Por un
laddo, propiciar una serie de reformas controladas que les
permitieran ampliar su base social y relegitimarse, y, por el otro,
emprender resueltamente un arrasamiento con prácticamente todas las
conquistas políticas, económicas y sociales que el movimiento
obrero y popular logró arrancarle a finales de los 70. Pues bien, a
partir de 1997 el régimen optó decididamente por la segunda opción,
“el regreso a sus orígenes fascistas”. De ahí, de esa política
de Estado integral, contrainsurgente, de contrarreforma y ferozmente
anticomunista, nacieron todas y cada una de las leyes especiales para
la represión política que actualizaban las anteriores, su extensión
desmedida y su aplicación a sectores más amplios de la población,
la difuminación creciente de su inicial carácter selectivo, las
ilegalizaciones de organizaciones solidarias, antirrepresivas,
políticas, sindicales, el cierre forzoso de medios de prensa y de
comunicación democráticos y antifascistas, etc.
Esta
política contrainsurgente, integral, de Estado viene desarrollándose
y profundizándose del prestidigitador e ilusionista Zapatero y sus
melifluas declaraciones.
La
nueva situación abierta en Catalunya por parte del proceso
soberanista obligaba a los poderes fácticos del Estado a una
actualización, incluso a un relanzamiento, de esta política del
“regreso a los orígenes”. Esta es la causa última, y oculta, de
la defenestración del bufón Sánchez y de la toma del control del
PSOE por parte de los sectores conscientes de la situación y
dispuestos a cercenar de raíz toda reivindicación profundamente
democrática en Catalunya, incluso a costa de quedarse sin coartadas
ni máscaras ideológicas.
El
mero tanteo de otras opciones de gobierno que contemplasen las más
mínimas concesiones a las burguesías nacionalistas amenazaba con
hacer entrar al conjunto del régimen en una situación de riesgo
vital, con el temor de que éste resultase irreversible. A tal punto
llega su falta de capacidad de maniobra y de flexibilidad, lo que es
reflejo y consecuencia, a su vez, de su intrínseca enorme debilidad
política, que subyace como telón de fondo a lo largo de toda esta
prolongada crisis de Estado.
“Regreso
del régimen a sus orígenes fascistas” no es sinónimo,
forzosamente, de sacar hoy ya mismo los tanques a la calle y llenar
los estadios de detenidos al estilo pinochetista. Les encantaría
hacerlo, pero para escalar a esa fase última del “regreso” al
régimen le es preciso contar con un contexto internacional muy
favorable (por ejemplo, un ascenso general hacia la guerra
imperialista abierta).
Esa
fascistización actualizada del fascismo, valga la redundancia, en el
contexto actual, pasa por seguir implementando y dosificando la
aplicación de todo el variado arsenal de leyes especiales para la
represión política, adaptando específicamente buena parte de su
aplicación a la realidad catalana (las CUP no tardarán allí en
sufrir sus efectos); reconducir políticamente la crisis del PSOE, de
manera que este partido se comprometa a seguir siendo copartícipe de
esta política de Estado; y completar la transformación de Podemos
en un partido socialdemócrata con vínculos crecientes con diversos
grupos monopolistas que permitan su conversión en alternativa o
complemento del propio PSOE a medio plazo.
El
régimen necesita desesperadamente seguir disponiendo de una opción
electoral de “izquierda” que le ayude a relegitimar sus
desgastadas instituciones y lo dote de mayor estabilidad ampliando su
base social.
Habrá
que ver en qué medida el pleno impacto represivo del “regreso”
sobre Catalunya afecta allí a las sucursales de los partidos del
régimen por su “izquierda”(PSC, Catalunya Sí Que Es Pot) y
condiciona toda la evolución y práctica política. Vamos a ver
mucho circo y mucha escenificación. Tampoco es descartable que se
abran en ellos nuevas crisis internas que puedan romper las costuras
del traje añadiendo mayor inestabilidad.
Aprovecho
la ocasión para desearos un feliz fin de año y que 2017 venga
preñadito de lucha y resistencia.
¡Por
el comunismo! ¡Venceremos!
ICL
No hay comentarios:
Publicar un comentario