martes, 1 de enero de 2013

Cumpleaños pres@s polític@s // Carmela Muñoz Martínez. 28 años en la cárcel.

Cumpleaños presxs políticos enero 2013:

-8 de enero, martes, XURXO GARCÍA VIDAL cumple 43 años. Preso político desde 2007

-12 de enero, sábado, NACHO VARELA GÓMEZ cumple 36 años. Preso político desde 2003

-20 de enero, domingo, CARMEN MUÑOZ MARTÍNEZ cumple 58 años.
4 detenciones, torturas brutales y 28 años y medio de cárcel


CARMELA MUÑOZ
“Nací en el barrio de Embajadores, Madrid, el 20 de enero 1955. Aunque mi padre y muchos del vecindario eran militares, ése era un barrio popular y en esa época los chavales pasábamos mucho tiempo en la calle. Esto unido a mi curiosidad me ayudó a conocer bien las diferencias sociales e ideológicas entre vencedores y vencidos de una guerra que fui conociendo a retazos.

A comienzos de los años 70 estudiaba enfermería, lo que suponía unas pocas horas lectivas a la semana, y unas jornadas laborales de 8 a 12 horas diarias, llamadas "prácticas", por no ser remuneradas. Esto me permite conocer el mundo del trabajo y las consecuencias de la explotación sobre la salud de los trabajadores. Por entonces empiezo a pensar en las verdaderas causas de los problemas sociales y políticos que me rodean.

Como a todos los jóvenes antifascistas de esa etapa, me marcaron los fusilamientos del 27 de septiembre de 1975: el estado de terror paralizante que pretendió sembrar el régimen. También sentí como una bocanada de oxígeno la respuesta que un grupo de antifascistas, entonces desconocido, le propinó al régimen, con la ejecución de cinco de sus esbirros el 1º de Octubre. Para mí y muchos otros supuso una llamada a la Resistencia, con un Franco ya herido de muerte o sin él.
Una vez muerto el verdugo, a la vez que asisto a las movilizaciones antirrepresivas y las luchas proamnistía, voy tomando conciencia de que la llamada Transición no es otra cosa que la prolongación de la "larga noche del franquismo", ahora con sus herederos en el poder. También compruebo cómo compañeros de viaje en la lucha antifranquista van quedándose en la cuneta o haciéndose un hueco al sol de ese régimen remozado, hasta el punto de girar la cabeza cuando se encontraban de frente con quienes les mostrábamos las espeluznantes torturas a los otrora compañeros y ya convertidos en “terroristas”. Estos no eran otros que los detenidos por una acción tan decisiva para la Amnistía del 77 como fue la retención de Oriol y Villaescusa.  
 Yo había tenido la oportunidad de conocer esta realidad sangrante de la "recién nacida democracia'' a través de una compañera de trabajo, enfermera, que me hizo llegar "Solidaridad", editada por el “Socorro Rojo”. Enseguida me integré en esta organización, recabando solidaridad médica, asistencial y económica del personal sanitario de los hospitales públicos madrileños, haciéndosela llegar a los presos, a sus familiares o a otros represaliados en libertad.

Al mismo tiempo empiezo a estudiar Sociología en turno de tarde en la Facultad de Ciencias Políticas de la Complutense, donde tengo oportunidad de relacionarse y colaborar con los estudiantes de la ODEA y Pueblo y Cultura. La represión se fue cerniendo cada vez más sobre este organizaciones de masas impulsadas por el PCE(r). Muchos de sus militantes se vieren forzados a pasar a la clandestinidad y estas organizaciones terminaron de ser desmanteladas por la acción represiva. No obstante, la solidaridad con los presos políticos se mantuvo organizada, por algunos de nosotros en torno al grueso de familiares, sobre todo las madres, que fueron la fuerza motor en esos años tan duros. Así formamos una pequeña organización, la APLPA, que dio paso después a la AFAPP.
Para entornes mis convicciones me llamaban a compromisos mayores. El asesinato por la policía, el 14 de diciembre de 1979, de dos compañeros (Juan Luis Montañés y Emilio Martínez) de Facultad con los que había asistido a una manifestación. estudiantil, actuó como revulsivo a la hora de tomar la decisión de incorporarme a la lucha clandestina contra el fascismo y por el socialismo.  
 Me detienen en octubre de 1980 y conozco la tortura en carne propia, cuando formo parte del organismo de propaganda del PCE(r). Como por entonces se había suprimido el delito de “propaganda ilegal”, me encarcelan y condenan por "colaboración con banda armada". A los dos años salgo en libertad, en plena campaña electoral, incorporándome a una actividad abierta del Partido en favor de reivindicaciones populares como la salida de la OTAN, mejoras económicas y sociales, libertad para los presos políticos, etc.

En medio de esta campaña fui detenida en una redada represiva contra familiares y amigos de los presos políticos, en represalia por las acciones de los GRAPO en una campaña por el boicot a esas elecciones. Esas detenciones serían aprovechadas por la policía política para colocar micrófonos en la casa que entonces habitaba, así como en la de algunos familiares de presos políticos.
No habían pasado dos meses de la victoria electoral del PSOE cuando es asesinado el dirigente de los GRAPO Juan Martín Luna, el mismo que había impulsado un alto al fuego unilateral como prueba de distensión para que el gobierno comenzara a cumplir el programa electoral que le habían otorgado diez millones de votos. El gobierno se responsabiliza y ufana públicamente de esta acción policial, “Meritoria y ejemplar”, según declarara el entonces Ministro de Interior y de los GAL, José Barrionuevo. Fue entonces cuando me incorporé a la guerrilla. Tras una campaña de propaganda armada que explicaba la ruptura del alto el fuego, en ese tiempo los GRAPO desplegaron una amplia actividad político-militar contra esbirros y torturadores, contra Intereses bancarios y empresariales, de denuncia de subidas de transportes públicos, contra la reconversión industrial, etc., en las que tomé parte.  
Soy detenida de nuevo en el verano de 1983, siendo torturada durante 10 días en la D.G.S. y regresando a la prisión de Yeserías, la misma cárcel de la que había salido un año antes. Me integré nuevamente a la Comuna Carmen López Sánchez, que conseguimos mantener después de ser trasladadas a los anexos de la prisión de Carabanchel, que las mismas carceleras bautizaron como '"Herrerita". (de Herrera de la Mancha)

En esa prisión comienzo la huelga de hambre -que duró 435 días- contra la dispersión y por la reunificación a finales de 1989. Pasé, como tantos camaradas, por numerosos hospitales y cárceles (Hospital Penitenciario, Gregorio Marañón, enfermerías de Yeserías, Sevilla II y Badajoz) donde pasé los últimos meses de la huelga de hambre y la recuperación.
En abril de 1993 fui trasladada a la prisión de Córdoba, donde ya llevaba un año mi compañero, Leoncio Calcerrada, después de haber sido trasladado allí para impedir las comunicaciones que nos denegaba Instituciones Penitenciarias y nos reconoció el Juzgado de Vigilancia Penitenciaria de Badajoz.
Tras esa dura etapa, en la que se incluyó hasta la creación de un GAL carcelario, se abre otra nueva en la que, tras conseguir la libertad de los compañeros enfermos (mediante dos huelgas de hambre de más de un mes cada una), se dan contactos con representantes del Estado. Esto dio paso al comienzo de un reagrupamiento parcial de los militantes presos que debería ser premisa para comenzar unas conversaciones con el Estado que, como es conocido, no llegaron a tener lugar. En mi caso supuso que no llegué a ser reagrupada con otras camaradas, pues cuando iba camino a la prisión de Soto del Real, donde ya estaban algunas de ellas, se produjo la ruptura de los contactos y quedé aislada, en Carabanchel primero, y luego en Meco, de donde salí en libertad, en septiembre de 1999.

En julio de 2002 volví a ser detenida, torturada y encarcelada, cuando desarrollaba un trabajo político en la legalidad. Como otros camaradas de ese mismo sumario, fui condenada a 11 años de cárcel en el juicio-farsa que sentenció que el PCE(r) y los GRAPO son una misma organización. Pasé cerca de cuatro años en la prisión de Soto del Real y llevo más de 6 en la cárcel de Córdoba.”

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