viernes, 4 de marzo de 2016

Una basura de texto de "Los Incontrolados".

Dibujo. (la prensa lamiéndole los zapatos al poderoso)
"Incontrolados" creando guerra sucia

Cartas de denuncia:

En los mismos días que empezasteis a publicar los carteles históricos del SRI entre 1936-1939 me acababa de leer el libro “Los Incontrolados -crónicas de la España salvaje 1976-1981”, recopilación de los tres textos que dicho grupo situacionista editó en 1976, 1977 y ya sólo como dos personajes intelectuales en noviembre de 1981.
Sobre el tercer escrito quiero hablaros, pues es pura basura intoxicadora sobre el Movimiento de Resistencia Antifascista, y que su propio autor –Miguel Amorós- elaboraba en 1981 con refritos policiales, recortes de prensa, mentiras y mucha mala baba, y que reafirmaba y destacaba en el prólogo de abril de 2004 en el libro coeditado por Klinamen y B.S. Hermanos Quero.

Sí, en pleno siglo XXI, algunos siguen con los mismos métodos que el SRI denunciaba en sus series de carteles contra el ultraizquierdista, el expansor de rumores y mentiras, de bulos policiales, el pesimista, el provocador, el incontrolado creando guerra sucia.

Os dejo con la joya citada, y con la presentación que hace de sus propias mentiras. Sólo recordar que en ese durísimo 1981, numerosos militantes de esas organizaciones caían asesinados, torturados, en huelga de hambre... Ni una sola mención analítica de clase, no vaya a ser que a su mejunje se le irían descoyuntando sus tres patas endebles: su famita en el mundo teórico anarquista, su título de historiador (horroroso por lo que comprobaréis), y el pábulo que ciertas nuevas generaciones le profesan, sin siquiera valorar que editar en 2004 un libro con esas mentiras -desmontables una a una- es echarse tierra a sus propios ojos. A los de los activistas anarquistas honrados me refiero.

De su presentación, en 2004 : “Retomé las discusiones con Jaime Semprún sobre la cuestión española, las “Reflexiones sobre la descomposición del Estado español”, tercer y último folleto de “Los Incontrolados”. En él destacaría el tratamiento del terrorismo inducido por infiltrados y dobles agentes como herramienta de grupos de poder enfrentados para dirimir sus diferencias y desactivar de paso los rescoldos revolucionarios”.

Dibujo. (hombre con cadena y candado en boca)
Algunos de estos atentados no fueron reivindicados públicamente, en particular los del 1° de octubre (de 1975), que poco después se los adjudica una extraña organización, los GRAPO, brazo armado de un PCE(r), destinada a ir pegada a la democracia como siamés. Este grupo jamás tuvo que ver con el FRAP, salvo la coincidencia de la ideología ultraestalinista y la jerarquización vertical, pero sus acciones son similares. En realidad el GRAPO es el continuador de su obra, inservible el FRAP después de las maniobras del verano del 75. El GRAPO será utilizado por los sectores del Estado partidarios de la modernización del franquismo para presionar a los refractarios aferrados a las moribundas instituciones del régimen, y rehacer la unidad del régimen alrededor del nuevo equipo gubernamental encabezado por Suárez. La expulsión de Arias Navarro de la jefatura del Estado no es más que el debut de una maniobra que se anuncia con la explosión de 28 bombas en cinco capitales diferentes el 18 de julio de 1976, y que culminará con los raptos de José María de Oriol y Urquijo, el 11 de diciembre, dos días antes del referéndum de la Reforma, y del teniente general Agustín Villaescusa, el 24 de enero de 1977. La acción apuntaba a desembarazar de obstáculos la Reforma; uno era banquero y prominente miembro del Consejo del Reino, partidario de un régimen autoritario y financiero de la provocación de Montejurra, el otro presidente del Consejo Supremo de Justicia Militar y enemigo de la amnistía política; ambos tenían que convencer a las más altas instancias económicas y militares disconformes, y ceder ellos mismos en sus pretensiones, gracias a lo cual no fueron liquidados. Desde su secuestro, escribieron tres cartas dando su posición final obligada, que El País publicó el 5 de febrero. En una, Oriol escribe a su mujer: «Resulta que cuando yo no quise en ningún momento entorpecer el proceso de democratización que lleva el gobierno, y en el que le deseo acierto y éxito, como lo hice constar por escrito y vosotros sabéis, me he convertido en piedra de escándalo, en estorbo (...). Pero yo no sé qué evolución va a tener esto». En una segunda carta, dirigida a Suárez, se pronuncia por la amnistía total sin aplazamientos, dando prisas al gobierno para su decreto. Por su parte Villaescusa le dirá a Gutiérrez Mellado: «si pensáis en el Gobierno dar la amnistía, creo que lo mejor es darla cuanto antes o manifestar que vais a darla y todo ello para evitar más complicaciones». Por su parte, la legalización del PCE, inscrita en los hechos, no ocurrió sin problemas. Los que habían perdido en el asunto exigieron garantías suplementarias de la docilidad del PCE y éste tuvo que pasar su examen de Estado, soportando estoicamente el asesinato de los cinco abogados laboralistas de Atocha por la mafia vertical del transporte, dirigida por García Carros, y no insistiendo en el precio de su legalidad. Aunque sabían quién ordenó realmente el atentado, no mostraron interés en el esclarecimiento de los hechos. Lo menos que podemos decir es que tuvieron razón en ser rastreros, contentándose con los magros resultados del juicio, y taimados sacrificando sin pestañear a cinco de los suyos, pues justamente en virtud de tales cualidades la burguesía les emplea.
La manera con que se efectuó la «operación cromo», es a grandes trazos la siguiente: en el verano del 76, después de las explosiones de las bombas, el habitual «servicio brillante» de la policía detuvo a 21 grapos, entre ellos a varios jefes, mientras que por otro lado se les infiltraba el policía González Pacheco «Billy el Niño». Durante los secuestros, el comisario Conesa, ex-jefe de la BPS, y relacionado con las investigaciones de los atentados de la cafetería Rolando, de Carrero y del FRAP, se entrevistó con uno de los jefes detenidos, Delgado de Codex. Miembros del GRAPO denunciaron el pacto que tuvo como fin la liberación de los rehenes, el 11 de febrero de 1977. La amnistía veraniega puso en libertad a muchos grapos, incluido Delgado de Codex, «por equivocación» del juez Chaparro, el mismo que liberó al fascista Lerdo de Tejada también «por equivocación», uno de los asesinos de Atocha.
"Miente, que algo queda"
La segunda parte de la operación fue la cobertura de las pistas. Con esa excusa la desaparecida BPS volvió a aparecer a las órdenes de Conesa como «Brigada Operativa» y más tarde como Brigada Central de Información. El 11 de mayo de 1979, cuando llegó el juicio de los secuestros, en el que una vez más se contradijeron en sus declaraciones Oriol y Villaescusa, ningún testigo pudo presentarse: Delgado de Codex había sido abatido por los policías que fueron a detenerle, el entonces director general de Seguridad, Emilio Gutiérrez Román, agonizaba víctima de un atentado precisamente del GRAPO, a Conesa le sobrevenía un oportuno infarto y el policía Billy el Niño estaba dispensado de asistir por el ministro Martín Villa, que poco después fue cesado. El magistrado Cruz Cuenca, primer investigador de los secuestros había sido liquidado aparentemente por el GRAPO, y un mes después del juicio eran eliminados, en París, en extrañas circunstancias, el fundador del GRAPO Martín Eizaguirre, y el tesorero Aurelio Fernández Cario, a cuyo cargo estaba la cuenta bancaria suiza donde se vertió el dinero pagado al GRAPO por su colaboración en los secuestros. Jamás se dijo en el Parlamento ni una palabra de todas estas muertes, ni de los secuestros, ni de la ausencia de testigos en el juicio, ni de la coincidencia de los golpes del GRAPO con los apuros políticos del Gobierno o con la proximidad de una convocatoria electoral. Los políticos no tienen interés en desenredarnos la madeja terrorista. Primero porque por su parte se aprovechan de ella como velo de sus concusiones con el poder, segundo porque en el fondo no están en desacuerdo con unos métodos que de haberlos necesitado no hubieran dudado en emplearlos, caso de haberse visto en el poder, ¿o es que se han olvidado las checas y los cadáveres de Nin, Berneri, Antonio Martín y tantos otros? Tercero y último porque en tanto que leales servidores nunca plantean a sus jefes cuestiones que éstos no desean responder. El detalle final de la operación fue la cárcel de Zamora, en donde «se recibieron órdenes superiores para flexibilizar el reglamento con los grapos», como dice un carcelero a Cambio 16 (6-1-80), justo lo necesario para facilitar la fuga de los jefes restantes del GRAPO, el 17 de diciembre de 1979, dos de los cuales sucumbirían luego a las balas de la policía. Se comprende que un diario tan cuidadoso en no comprometerse imprudentemente con la verdad como El País, se viera obligado a confesar que «todos los esfuerzos oficiales para convencer a la opinión pública de que los GRAPO eran sólo, en efecto, un grupo terrorista de extrema izquierda exento de la siniestra manipulación que algunos servicios de información paralelos se empeñan en instrumentar en este país, han resultado baldíos -quizás irrazonable e injustamente-, pero en cualquier caso, baldíos, sin duda» (19-12-79). A la vez que la prensa tiene que dar a entender lo que todo el mundo sabe, aunque envolviéndolo con precauciones jesuíticas, mantiene la ficción de una manipulación «paralela», que se desarrolla al lado del Estado sin implicarle en nada. No tardaría mucho en comprobarse que la democracia no existía sino gracias a estas manipulaciones, y que los servicios que las llevaban a cabo no eran dirigidos desde algún punto oscuro del Estado sino desde su centro. Sin embargo no eran pruebas las que faltaban; al contrario, a cada asunto éstas se acumulaban. El GRAPO fue utilizado para establecer relaciones con los servicios argelinos, y precisamente a través de dos policías infiltrados, Antonio González Pérez y José Luis Espinosa, conocidos por anteriores provocaciones en medios sindicales. Y también para combatir la reforma penitenciaria. La muerte de Haddad y el atentado fallido a García Valdés, responsables de una reforma desenmascarada en su día por cientos de motines han servido para llevarla a una vía muerta a ser sustituida por el rigor represivo de Segovia y Herrera de la Mancha. Puesto que en un período turbulento, es indispensable a un poder que no quiere pasar por ciertas reformas, la eliminación o disuasión de quienes se han comprometido en ellas, reformas que no pueden rechazarse públicamente pero que no es capaz de afrontar, porque no puede o porque las teme.”.

Cartel "Xerrada sobre les preses polítiques i l'amnistia".
Convocatorias:

Charla sobre los presos políticos y la Amnistía
Sábado 12. 18.00
Granollers. Anònims

-Procesados por la Operación Pandora
-Rescat
-Adrià i Franz (can Vies)
-Pablo Hasél

Organiza: Vallès Oriental Antifeixistes


"Hoy con Otegi, pero quedan muchxs más ¡Libertad presxs políticxs!. (imágenes Otegi y pegatina "Libertad para los presos políticos" con banderas vasca, catalana, galega y Popular)
Muro Solidario:

-Difusión realizada por Red Roja.


3 comentarios:

Anónimo dijo...

Y es una basura de texto, porque...

Anónimo dijo...

Una pregunta, Isabel Santamaría Aparicio es la misma Isabel Aparicio exterminada en la carceles del Estado español?

Anónimo dijo...

No, es un nombre homenaje juntando los de varias caídas en la lucha