Aunque esta situación no es nueva, pues llevamos ya muchos años soportando un plan meticulosamente diseñado para que reneguemos de nuestras ideas democrático-revolucionarias y para que abandonemos nuestra justa línea de Resistencia, en los últimos tiempos esa campaña se ha incrementado de forma significativa en todos los terrenos, empezando por el judicial. Si siempre hemos denunciado que los juicios celebrados en la Audiencia Nacional son una auténtica farsa, últimamente se ha dado un paso más en ese sentido con la celebración de continuos montajes jurídico-policiales para encarcelar de por vida a Manuel Pérez Martínez, Secretario General del PCE(r) o para condenar a cadena perpetua a otros dirigentes comunistas como Juan García Martín. Habría que retroceder a la época franquista, en la que los tribunales militares aplicaban sin descanso las leyes de "represión de la masonería y el comunismo" o las de "bandidaje y terrorismo" para encontrar una situación similar en ese terreno.
Hoy, esos montajes pueden tener lugar no sólo gracias al arsenal de leyes represivas, las llamadas "antiterroristas", de las que se ha dotado el Estado, sino particularmente a la última de ellas, a la fascista Ley de Partidos, especialmente dedicada a criminalizar a las organizaciones de la resistencia política, como es el caso del PCE(r), las de solidaridad con los presos políticos o las de la izquierda abertzale que en el País Vasco luchan porque se reconozca su programa independentista y el derecho del pueblo vasco a la autodeterminación. Tampoco podemos olvidar que esa ley pende como una espada sobre el futuro de organizaciones sindicales independientes, de jóvenes antifascistas o de cualquier otro colectivo que se radicalice al calor de la lucha de clases.
Los presos políticos somos los rehenes con que el Estado pretende chantajear al conjunto del movimiento de resistencia organizado. Para ello inició su política de dispersión y de aislamiento, alejándonos cientos de km. de nuestro entorno familiar y manteniéndonos a la mayoría en régimen de absoluto aislamiento. Esa criminal política sigue dando vueltas de tuerca: impidiendo nuestras comunicaciones escritas, dificultando y en algunos casos suprimiendo las comunicaciones con familiares y amigos, imponiendo humillantes cacheos a nuestros allegados, etc.
Su sed de venganza no parece tener límites. No contentos con imponernos decenas de años de cárcel, el Estado fascista español se sacó de la manga la llamada Doctrina Parot, gracias a la cual un buen número de presos políticos que ya habían cumplido su condena siguen en prisión. Este es el caso de Xaime Simón Quintela que lleva más de 25 años encarcelado y a quien se le ha prolongado por 10 años más. Otro tanto cabe decir del mantenimiento en prisión de los presos políticos gravemente enfermos, como Paco Cela Seoane, Laureano Ortega Ortega, Carmen Muñoz Martínez, Manuel Arango Riego, Mª José Baños Andujar, Isabel Aparicio Sánchez y algunos otros, cuya liberación inmediata exigimos.
Como es lógico, cualquier preso desea salir de prisión y nosotros no somos una excepción, pero no fuimos encarcelados por una cuestión personal, sino por nuestras ideas, y si salimos de ella será para defender las mismas ideas y proyectos democrático-revolucionarios por los que en su día fuimos encarcelados, de lo contrario aquí seguiremos.
Por todo ello, a partir del 1 de diciembre comenzaremos unas jornadas de ayuno que, en principio, serán todos los martes y viernes, teniendo muy presente que los compañeros enfermos y los que llevan más de veinte años en prisión y han participado en largas huelgas de hambre podrían empeorar su ya delicado estado de salud.
¡Derogación de la Ley de Partidos!
¡Liberación inmediata de los presos políticos gravemente enfermos y de los que ya han cumplido su condena!
¡Reunificación de todos los presos del SRI, del PCE(r) y de los GRAPO en una misma prisión!
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