martes, 22 de noviembre de 2016

República española: "Lo que debemos a la solidaridad internacional"

Dibujo. "Hagamos de la Memoria antifascista..." (mani obrera con puños enormes como pancartas)
HAGAMOS DE LA MEMORIA ANTIFASCISTA UN PRESENTE DE LUCHA Y RESISTENCIA

No podemos terminar este recorrido por la solidaridad con la República durante la guerra contra el fascismo sin mencionar cómo lo vivieron los antifascistas en el Estado español y el reconocimiento y agradecimiento a los miles y miles de hombres, mujeres y niños, la mayoría trabajadores que hicieron grandes esfuerzos para que a los combatientes y a todo el pueblo no les faltara alimentos, medicinas, ropas y tampoco armas para defenderse. Muchos de ellos fueron perseguidos, detenidos y encarcelados. En la Alemania nazi y en los países fascistas fueron unos cuantos antifascistas los que pagaron con su vida esta solidaridad.
A través de todos los artículos que han ido apareciendo hemos querido recuperar la memoria de estos hechos que constituyen el mayor movimiento de solidaridad de la Historia y una de las páginas más hermosas, consciente y combativa que se ha escrito, pero también hemos querido transmitir que en unos tiempos en que la palabra solidaridad ha sido vaciada de contenido hasta hacer una caricatura de ella tal como nos la venden los medios de comunicación, ONG's y organismos humanitarios varios, en que todo se reduce a dar una aportación mensual a luchas que cuanto más lejos estén de su país mejor que mejor, mientras que en sus propios países miran para otro lado cuando la represión y la explotación más atroz campea a sus anchas; la verdadera solidaridad son ejemplos como los que han ido apareciendo en estas páginas y en las que el SRI tuvo un papel destacado como motor y organizador de este movimiento.
Fue la solidaridad de aquellos Brigadistas que dejaron sus países, sus vidas y familias para ponerse en las primeras líneas de fuego en la lucha contra el fascismo. Fueron los miles y miles de trabajadores que recogieron aportaciones durante tres años para enviar ayuda a los antifascistas en el Estado español, pero que también señalaron las causas de la guerra, a los enemigos del pueblo, y pusieron nombre y apellidos a los asesinos y por supuesto, esta solidaridad estuvo ligada siempre a la lucha en sus propios países contra la explotación y la opresión.
Esta fue, es y será siempre la verdadera solidaridad, por la que desde el SRI luchamos y la que tenemos que recuperar.

Cartel 1937. "SRI La bestia fascista asesina, destruye. El SRI ampara, ayuda". (aviones nazis sobre niños, una mano les protege)
"¡LO QUE DEBEMOS A LA SOLIDARIDAD INTERNACIONAL!
Si se pudiera hacer una reconstrucción gráfica del gigantesco movimiento de solidaridad internacional en favor de la lucha del pueblo español tendríamos un cuadro de inmensas proporciones y nos quedaríamos todos asombrados incluso los que como el Socorro Rojo de España han seguido tan de cerca y con tanto interés todas las manifestaciones de esta noble contribución antifascista internacional a nuestra causa.
No pasa día sin que la Prensa no traiga alguna información sobre envíos de víveres, medicamentos, ambulancias, sobre la llegada de equipos médicos y de enfermeros sobre la llegada de delegaciones internacionales que vienen a estudiar nuestras necesidades para que su ayuda pueda ser más eficaz. Todos los días se puede leer en la Prensa los comunicados de los grandes mítines y conferencias de apoyo a la España republicana, en Paris, Londres, Nueva York, Praga, etc., de las colectas y donativos procedentes de las masas antifascistas de todos los sectores sociales y que van a engrosar los fondos de los múltiples Comités de ayuda al pueblo español surgidos en la mayoría de los países, para llevar auxilio a nuestros niños, a nuestros heridos, viudas, evacuados.
¡Conmovedora solidaridad! Y más conmovedora aún si se conocen ciertos episodios de los sacrificios que en muchas ocasiones hacen los antifascistas en el extranjero para acudir en nuestra ayuda. Porque –y esto es necesario subrayarlo bien para que toda nuestra retaguardia lo medite- los barcos de víveres, ropas, las ambulancias, camillas y medicamentos para nuestros heridos, la leche condensada para nuestros niños, los jerséis y mantas para nuestros combatientes que nos envían del extranjero son en su gran parte adquiridos con los centavos humildes de los trabajadores, que a veces se privan ellos mismos de los necesario para venir en ayuda a nuestros combatientes y a sus familias. En nuestra retaguardia hay todavía gente que cree que la guerra es un asunto que no les concierne y que después de siete meses que la sangre de nuestros hermanos está regando las trincheras se obstinan en vivir su vida rutinaria de cafés, de cines, como si nada pasara. A éstos hay que preguntarles ¿qué piensas los obreros sin trabajo de Holanda y de Inglaterra, por ejemplo, que al recibir sus miserables subsidios de desocupados entregan una parte para el fondo de ayuda al pueblo español, qué piensan de las muchas mujeres obreras de Marsella, por ejemplo, que demasiado pobres para pagar al contado los paquetes de víveres que envían a los niños y mujeres de España, compran esos productos alimentarios a crédito pagándolos poco a poco a costa de inevitables sacrificios?.
Y junto a las acciones de solidaridad de los adultos hay ejemplos maravillosos de niños en el extranjero que no quieren quedar atrás y que dan también lo que pueden. Quién no se siente estremecer de ternura al leer lo que escribió a un periódico de Moscú aquel muchacho soviético tan consciente de la importancia de su gesto:” -Renuncio al regalo de papá, siete rublos que me dio para comprar lápices de colores y enviárselos a los niños españoles de parte de un colegial de la segunda clase”. Y aquel otro muchacho de una aldea soviética que envía el dinero que había apartado para comprar una bicicleta. Quién no se puede figurar el enorme sacrificio que debe haber sido para él privarse de eso que sin duda era su más codiciado deseo.
En otras palabras: nosotros, el pueblo español y nuestro Gobierno somos testigos de un movimiento de solidaridad internacional de proporciones grandiosas y que tiene un carácter verdaderamente popular, ya que en él participan no solo los obreros, sino todos los sectores de las masas populares, incluso los más altos valores del pensamiento filosófico, intelectual y científico. Todo lo que de más noble y de más honrado existe y vibra hoy en el mundo entero está con nosotros. Y esto es nuestro orgullo y nuestra fuerza. Estos millones esparcidos en todos los rincones del mundo que nos apoyan por imperativo de su conciencia y que comprenden la importancia trascendental de nuestra lucha se indignan, como nosotros, de las inexplicables indulgencias de sus Gobiernos frente a los agresores de nuestro país.
Sello. "Honor a las Brigadas Internacionales. Congreso nacional de la solidaridad, 1938". (una fila de brigadistas por el monte)
El Socorro Rojo Internacional, organización de solidaridad por excelencia, cuya obra se inspira en el espíritu de solidaridad por todas las víctimas de la reacción y el fascismo, tiene más que nadie la obligación de popularizar lo que las masas antifascistas en el extranjero hacer a favor de nuestra causa, que es también la causa del antifascismo mundial. Esto lo saben muy bien los que nos ayudan desde fuera, así como lo saben los voluntarios de los varios países que han venido aquí a luchar junto a nosotros por la causa de la libertad. Ellos no quieren ni agradecimientos ni homenajes. Cumplen con su deber de antifascista y saben que ayudando a la Republica española asestan un golpe poderoso al fascismo de sus respectivos países.
Sin embargo, nosotros tenemos una deuda de gratitud hacia los antifascistas de los demás países. Y esta deuda la podemos pagar manteniendo vivo en la conciencia de nuestro pueblo el recuerdo de millares y millares de antifascistas que están pudriéndose en las cárceles y campos de concentración fascistas de los otros países. Los Thaelmann, los Pesenti y todas las otras figuras heroicas y abnegadas de la lucha contra el fascismo y contra la guerra, son víctimas de los mismos asesinos que bombardean nuestras ciudades, sembrando la muerte entre nuestros niños, nuestras mujeres. Los lazos de solidaridad antifascista que nos unen a todos los antifascistas encarcelados por el fascismo internacional deben ser hoy más fuertes que nunca.
Ellos deben vivir en nuestra conciencia y nuestros corazones deben vibrar con el firme convencimiento de que al luchar por la liberación de nuestros hermanos españoles en las regiones invadidas luchamos también para demoler las rejas que los mantiene a ellos prisioneros.

Carmen Ruiz, del Socorro Rojo Internacional.

Ayuda nº 48-27/03/1937

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