Frase del ganador del Nobel de Literatura (el oncólogo brasileño Drauzio Varella):
"En el mundo actual, se está invirtiendo cinco veces más en medicamentos para la virilidad masculina y silicona para mujeres, que en la cura del Alzheimer. De aquí a algunos años, tendremos viejas de tetas grandes y viejos con pene duro, pero ninguno de ellos se acordará para que sirven"
"En el mundo actual, se está invirtiendo cinco veces más en medicamentos para la virilidad masculina y silicona para mujeres, que en la cura del Alzheimer. De aquí a algunos años, tendremos viejas de tetas grandes y viejos con pene duro, pero ninguno de ellos se acordará para que sirven"
Recuerdo aquellos años de primeras militancias políticas.
Nuestro Estado acababa de despertar de un largo y obligado letargo de más de 40 años.
Un despertar a veces acunado y removido por intentonas de nuevos Golpes de Estado.
Nuestros mayores nos intentaban inculcar una renovada energía marxista
que nosotros la recogíamos con toda nuestra llama de la revolución, la juventud.
Pequeños fueguitos repartiendo octavillas a las puertas del Instituto, de las universidades, de los pequeños talleres.
Pequeños fueguitos inquietos con ganas de aprender tanto de historia,
de nuestra clase y de nuestro enemigo, el capitalismo.
En esos primeros años de toma de concienciación de clase, (de clase social) era tan intensa nuestra demanda de saber de la historia que apenas teníamos tiempo de asimilarlo todo.
Pero esa misma historia la conocíamos al mismo tiempo que los viejos.
Había sido demasiado el tiempo que se había vivido en un túnel sin fondo.
Así que llegaban los primeros libros "prohibidos" a editarse en este Estado,
libros que llegaban editados mucho tiempo atrás en otros países.
Nos habían amputado la parte de historia que no querían que estudiáramos
y aquí estábamos, a tiempo, con otras generaciones retrasadas, leyéndolo y oyéndolo por primera vez.
Recuerdo especialmente una cinta magnetofónica.
Sería el año 1983, posiblemente.
Habíamos quedado un sábado por la tarde porque uno de nuestros jóvenes compañeros nos iba a traer un documento histórico.
El compañero se retrasó lo suficiente como para que a su llegada ya estuviéramos todos, inquietos, esperándole.
En uno de esos viejos magnetófonos nos colocó una cinta que atentos escuchamos.
Se trataba del Golpe de Estado perpetrado por la CIA y la gran banca mundial contra la democracia chilena.
Alegatos de Generales como Pinochet y demás camarilla se intercalaban con las últimas declaraciones del compañero Salvador Allende.
Aquello nos cubrió de tal indignación que parecía que nos hubiésemos enterado del Golpe en ese mismo momento.
No era así. Pero el hecho de no haber conocido antes esas declaraciones no nos daba la comprensión total de la situación.
Supongo que ahora esas situaciones serían impensables.
Me refiero a la era de internet y de la información a tiempo real de mentiras y verdades.
Pero eran también años de mucha motivación política, de menos individualismos y más colectividades.
En el resto del Estado y bajo un manto de seudo-democracia la juventud comenzó a des-colectivizarse, pero no aquí, donde no llegó nunca ese espejismo de seudo-democracia burguesa.
Aquí siguieron muy vivos todo ese montón de colectivos juveniles y de todo tipo, envidia de los grupos más progresistas del resto del Estado.
Hasta que el Estado "tuvo" que intervenir para la "normalización política"
e ilegalizar a todos esos grupos que evidenciaban que el cambio político no había llegado a Euskal Herria.
Nuestro Estado acababa de despertar de un largo y obligado letargo de más de 40 años.
Un despertar a veces acunado y removido por intentonas de nuevos Golpes de Estado.
Nuestros mayores nos intentaban inculcar una renovada energía marxista
que nosotros la recogíamos con toda nuestra llama de la revolución, la juventud.
Pequeños fueguitos repartiendo octavillas a las puertas del Instituto, de las universidades, de los pequeños talleres.
Pequeños fueguitos inquietos con ganas de aprender tanto de historia,
de nuestra clase y de nuestro enemigo, el capitalismo.
En esos primeros años de toma de concienciación de clase, (de clase social) era tan intensa nuestra demanda de saber de la historia que apenas teníamos tiempo de asimilarlo todo.
Pero esa misma historia la conocíamos al mismo tiempo que los viejos.
Había sido demasiado el tiempo que se había vivido en un túnel sin fondo.
Así que llegaban los primeros libros "prohibidos" a editarse en este Estado,
libros que llegaban editados mucho tiempo atrás en otros países.
Nos habían amputado la parte de historia que no querían que estudiáramos
y aquí estábamos, a tiempo, con otras generaciones retrasadas, leyéndolo y oyéndolo por primera vez.
Recuerdo especialmente una cinta magnetofónica.
Sería el año 1983, posiblemente.
Habíamos quedado un sábado por la tarde porque uno de nuestros jóvenes compañeros nos iba a traer un documento histórico.
El compañero se retrasó lo suficiente como para que a su llegada ya estuviéramos todos, inquietos, esperándole.
En uno de esos viejos magnetófonos nos colocó una cinta que atentos escuchamos.
Se trataba del Golpe de Estado perpetrado por la CIA y la gran banca mundial contra la democracia chilena.
Alegatos de Generales como Pinochet y demás camarilla se intercalaban con las últimas declaraciones del compañero Salvador Allende.
Aquello nos cubrió de tal indignación que parecía que nos hubiésemos enterado del Golpe en ese mismo momento.
No era así. Pero el hecho de no haber conocido antes esas declaraciones no nos daba la comprensión total de la situación.
Supongo que ahora esas situaciones serían impensables.
Me refiero a la era de internet y de la información a tiempo real de mentiras y verdades.
Pero eran también años de mucha motivación política, de menos individualismos y más colectividades.
En el resto del Estado y bajo un manto de seudo-democracia la juventud comenzó a des-colectivizarse, pero no aquí, donde no llegó nunca ese espejismo de seudo-democracia burguesa.
Aquí siguieron muy vivos todo ese montón de colectivos juveniles y de todo tipo, envidia de los grupos más progresistas del resto del Estado.
Hasta que el Estado "tuvo" que intervenir para la "normalización política"
e ilegalizar a todos esos grupos que evidenciaban que el cambio político no había llegado a Euskal Herria.
Y en esas seguimos.
Agustín M. Euskal Herria
No hay comentarios:
Publicar un comentario