Al acto asistieron casi cien personas entre familiares y amigos de los presos, miembros de colectivos antifascistas e intelectuales.
Comenzó el periodista Alfredo Grimaldos manifestando entre otras cosas que la llamada transición pacífica a la democracia había sido una operación de maquillaje político para perpetuar la oligarquía fascista dominante más allá de Franco, manteniéndose intacto todo el aparato policial y represivo, jueces, fiscales y tribunales. Comparando la situación política actual a la de los años ochenta, cuando era director de la revista de contrainformación Área Crítica, manifestó que ahora mismo era impensable editar una publicación así, señalando que como consecuencia de la publicación de sus últimos libros: “La sombra de Franco en la transición” y “Zaplana, el brazo incorrupto del PP” había sido imputado en varias querellas ante los juzgados y que para un periodista consecuente era imposible hacer una labor seria de investigación.
A continuación habló Carmen Arcones, madre de dos luchadores antifascistas, uno de ellos, Raúl Calero, fue asesinado por la guardia civil en 1979 junto a su compañera Mª Carmen; el otro, Joaquín, ha pasado 23 años en la cárcel. Carmen, a sus 91 años impresionó a los asistentes con su lucidez, dejó claro que siempre había apoyado a sus hijos porque eran luchadores antifascistas y porque ello significaba apoyar la lucha del pueblo en general y porque ella siempre había tenido una conciencia antifascista. Acabó su breve y aplaudida intervención haciendo un llamamiento a que otros y otras más jóvenes tomaran su relevo.
Continuó hablando el ex preso político Manuel Carmona, que recordó los años en que él conoció a Candelas, madre de Isabel Santamaría, su lucha incansable a lo largo de todos estos años y su actividad continuada domingo tras domingo en el puesto del Rastro madrileño vendiendo los trabajos manuales realizados por los presos para contribuir a su mantenimiento en las cárceles.
Para terminar, José Luis Fernández, más conocido por el Che, nos relató su última detención sufrida hace poco más de un año por su actividad en el Socorro Rojo Internacional y de cómo su “delito” era tener una biblioteca de unos diez mil volúmenes a disposición de los presos políticos que la guardia civil se había incautado en su mayor parte. Tanto a él como a otras cuatro personas les habían abierto sumario en la Audiencia Nacional y estaban en libertad provisional con 12 mil euros de fianza cada uno. Se preguntaba si tanto daño podían hacer unos libros al gobierno para que los reprimieran de esta forma o es que eran más débiles de lo que aparentaban.
Tras los ponentes se abrió un debate en el que también intervinieron algunos asistentes para denunciar la situación de los presos políticos, la dispersión, el aislamiento, etc.
Como colofón se les hizo entrega a las madres de un ramo de rosas rojas y un conocido tanguista argentino les obsequió con el conocido “Silencio” de Carlos Gardel que emocionó a los asistentes.
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